16 de julio de 1885 A pesar del frío aire de la noche, Layla sentía calor. Los días sin Elliot se estaban volviendo infernales y, en respuesta, su propio cuerpo sentía que iba decayendo. Apenas comía algo y permanecía todas las tardes encerrada en su habitación. Tampoco había sabido nada de él desde que había partido de la ciudad, pero sentía que, a cada día que pasaba, se encontraba más lejos de él. El detonante había sido la noticia de que Elliot se comprometería con una joven de la ciudad a la que Lord Allan tenía en alta estima. Nunca esperó poder ser algo más que una simple amante para Elliot, pero saber y conocer que se casaría con otra, eran dos cosas muy distintas. El dolor la apuñalaba con fuerza en el pecho y cada vez era peor. En secreto, rememoraba los días en la casa d
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