Al día siguiente: 2 de agosto No tengo idea de la hora que es cuando un ruido hace que abra los ojos y de pronto veo que Gabriel está sentado en una de las sillas que rodean la mesa con Milagros entre sus brazos. Sonrío al verlo dándole el biberón, y me percato por primera vez de que ya son las 9 de la mañana. Desde que nació mi hija, he perdido la noción del tiempo, me había olvidado de lo que era dormir 8 horas seguidas, pero hoy todo ha sido diferente. Me toma un momento darme cuenta de que aún estoy en el sofá donde ayer estaba con Gabriel, y a pesar de las muchas preguntas que tengo dando vueltas en mi cabeza, me levanto y me acerco a él. —Buenos días— Lo saludo y tomo la mano de mi pequeña —Hola princesa— Le digo a ella y me inclino un poco para besar su manito. —Está disfrutando