Los nervios invaden mi cuerpo entero haciendo que sienta que mis manos suden, que mis piernas me tiemblen, y sobre todo mi corazón lata con demasiada fuerza. Al escuchar el golpe en la puerta, me levanto del sofá, y pasó por un momento frente a la puerta de mi habitación, asegurándome de que Milagros sigue dormida en su cuna. Inmediatamente continúo con mi camino y voy a abrir la puerta. Apenas abro, así está el parado, lo miró y sonrió de no sé que cuando viste un jean y una camiseta blanca. —Buenas noches— Me saluda él primero. Abro un poco más la puerta para dejarlo pasar —Buenas noches, pasa por favor— le pido y sin preguntarme mucho entra a mi departamento. —¿Me olvide que cenaríamos juntos hoy?— Me pregunta un tanto preocupado mientras que cierro. —No, no te has olvidado de ning