Hermanos [+18]

Capítulo 9 Mañana no podrás caminar. Parte 2

Capítulo 9

Mañana no podrás caminar. Parte 2

—¿Estás bien? —preguntó Tonio con la respiración muy agitada.

—Sí, muy bien. —Depositó un beso en su boca cuando terminó de hablar—. Fue muy bueno —declaró con la respiración agitada, al igual que Tonio.

—Me complace que te haya gustado. Te corriste duro, casi me exprimes —dijo Tonio, sonriendo como un tonto, al recordar como su v****a lo había apretado maravillosamente al venirse.

—Es tu culpa; me hiciste tocar el cielo.

La satisfacción envolvía a Tonio completamente, ya que jamás se había sentido tan bien cuando había tenido sexo, ni mucho menos al ocasionar un orgasmo en una mujer. Saber que era Lola a quien hacía sentir tan bien, ponía las cosas a una escala diferente de placer que jamás había experimentado. Lo que antes le ocasionaba una sonrisa socarrona, ahora parecía ser lo más maravilloso que le podría haber pasado dentro de una cama.

Se alejó un poco de su cuerpo, sentándose sobre sus rodillas en la cama y salió del interior de ella, gimiendo con Lola cuando salió en su totalidad. Sujetó el preservativo y lo fue deslizando hasta sacarlo de él, para luego atarlo y salir de la cama para tirarlo en la papelera cerca de la puerta.

Volvió a la cama con ella y se sentó a su lado, acariciándole una de sus piernas de arriba hacia abajo, mirándola a los ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó Lola con una ceja levantada—. ¿No ibas a dejarme paralítica? ¡Yo creo que aún puedo caminar perfectamente! —dijo planteándole un desafío, mientras trataba de no reírse en su cara.

—Solo te estaba dando tiempo para recuperarte, pero viendo que no lo necesitas, voy a comenzar otra vez.

Antes de que ella pudiera percatarse de nada, Tonio ya había empezado a acariciarla entre las piernas con una mano, pasando su pulgar por encima de su clítoris, haciendo hermosos y devastadores círculos que la dejaban temblando como una hoja de papel.

—¡Aaah…! Que bien se siente eso—dijo Lola, con los ojos apenas abiertos.

—Eso no es nada cariño, ve lo que pueden hacer estos dos dedos —declaró Tonio metiendo el dedo índice y mayor de su otra mano en su interior.

—¡Aaaah…!

Los gemidos de Lola retumbaban por todas las paredes de la habitación, mientras que los dedos de Tonio entraban y salían de ella con mucha rapidez. Cuando Tonio pareció tener suficiente, fue que alejó sus manos y le dijo con voz de mando:

—Bájate de la cama y arrodíllate entre mis piernas.

Con gran velocidad, Lola hizo lo que él le pidió. Saltó de la cama y como toda una niña buena se arrodilló en medio de las piernas de Tonio.

—Saca la lengua chúpamela.

No tuvo que decírselo dos veces, ya que Lola, con la lengua afuera, se acercó y empezó a lamer el pene de Tonio que descansaba sobre su muslo. Pasó la lengua desde la punta de la cabeza hasta lo más lejos que podía llegar de su tronco.

Él no pudo evitar el gemido que se estaba formando en su interior al verla hacer esto. Podía ver que le costaba llegar hasta la base, por lo que se sujetó con una mano y la instó a metérselo a la boca con solo un movimiento de su cabeza.

Lola se lamió los labios, divertida y complacida con su silenciosa propuesta, y casi de inmediato abrió la boca metiéndola en su cálido interior. Devoró completamente la cabeza, succionándola con fuerza, mientras Tonio se sostenía erguido para ella.

—Mmm… Sí, así… Lola.

Los gemidos de Tonio eran ahora los que retumbaban por la habitación, caldeando cada vez más el ambiente para Lola, quien trataba de meterse todo ese pedazo de carne en la boca; sin embargo, el firme puño de Tonio no la dejaba.

—Tonio, te quiero completo en mi boca, por favor —rogó mirándolo a los ojos. Había muchas cosas en sus ojos que ella quería trasmitir y Tonio no tuvo el suficiente tiempo para ver todos y cada uno, pero sí pudo captar la lujuria, la inocencia y el hambre con que ella lo miraba, por lo que no dudo en soltar su m*****o para dejarla jugar con él como ella quería.

Ni bien sacó la mano, Lola ya lo había agarrado con la suya y lo había llevado a su boca, metiéndoselo hasta la garganta. La repentina intrusión fue suficiente para que ella se ahogara y empezaran a salirle lágrimas de los ojos, pero eso no la detuvo en lo más mínimo. Subía y bajaba la cabeza por toda la longitud de su pene, acariciando cada centímetro de él con su lengua, y solo cuando Tonio estuvo a punto de correrse, fue que la apartó, sin quererse correrse en su boca por el momento, en cambio, quería correrse en su apretada v****a.

—¡Tonio! —se quejó Lola con él, pues le había privado de su juguete favorito.

—Cállate y ponte en cuatro sobre la cama —ordenó Tonio y ella de inmediato cumplió con su orden.

Al ponerse como él quería no pudo evitar pensar en la escena que había visto en el cuarto de Tonio hace unos días, de él y esa mujer que no conocía. Él estaba detrás de ella, penetrándola con fuerza, mientras que la mujer estaba justo como ella en este preciso momento. Lejos de molestarle la posición que él le había pedido, su interior se humedeció y empezó a pulsar de anticipación, queriendo que él la cogiera de la misma manera en que lo había hecho con esa mujer.

Mientras ella permitía que su imaginación volara a lugares fantásticos, Tonio tomó un preservativo y se lo colocó con maestría, luego se posicionó detrás de ella y no pudo evitar echar un vistazo a su encantador culo, al que le dio una fuerte nalgada que la asustó y la sobreexcitó de la misma manera.

Tonio sujetó con una mano la cintura de Lola y con la otra llevó su m*****o a la entrada de ella, donde la acarició con él, esparciendo la humedad de allí que estaba casi goteando hasta su entrada trasera.

—Este te lo voy a romper en otra oportunidad.

—Mmm… Me encantaría —soltó Lola, mientras sentía la presión de su m*****o allí, rogando por entrar al único lugar que era todavía virgen en ella.

Un instante después, Tonio se volvió a posicionar en su entrada y se ensartó en ella hasta el fondo, haciendo que ambos soltaran suspiros de placer al sentir como él entraba en ella.

Esta vez Tonio fue más carnal a la hora de cogerla, sorprendiendo a Lola de lo crudo que él podía llegar a ser en el sexo. Si bien lo había visto, nada la preparó para lo que en verdad se sentiría en tenerlo taladrándola con su pene.

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —gritó Lola en cada estocada que la llevaba más cerca del punto de colapso.

Todo lo que experimentaba era demasiado para ella, las penetraciones, el sonido de sus cuerpos chocando, las respiraciones forzadas de Tonio, el agarre de acero que tenía en sus caderas; por esta razón no era nada raro los gritos que soltaba.

Por su parte, Tonio solo rogaba aguantar lo suficiente para que Lola explotara, pues él estaba muy cerca. Aunque sabía que debía detenerse para no correrse antes que ella, no lo hizo, siguió con la misma intensidad en sus estocadas. Solo se permitió bajar una mano y llevarla al centro del deseo de ella y allí comenzó a frotarlo, pareciendo ser el botón justo que necesitaba ser apretado, haciendo que ella por fin pudiera correrse.

—¡Aaaaah…! —gritó convulsionando.

Las pulsaciones de su orgasmo fueron tan fuertes que provocaron que el propio Tonio también se terminara viniendo, agradeciéndole a dios por ese placer que experimentaba.

—¡Oh, por dios! ¡Qué bueno estuvo! —dijo Tonio mientras se recostaba ligeramente sobre la espalda de Lola, depositando un beso en su nuca, complacido por como el cuerpo de ella lo había dejado.

—¡Ahora si creo que mañana no voy a poder caminar! —expresó Lola con una voz somnolienta, indicio claro de lo agotada que Tonio la había dejado.

—¡Te lo mereces! —Tonio se carcajeó con muchas ganas, mientras salía de su interior, completamente saciado, viendo como ella se recostaba en la cama, sin importarle nada más que descansar.

Cuando Tonio se deshizo del preservativo en la papelera, se acercó a Lola y se acostó en la cama a su lado abrazándola con fuerza. Así estuvieron ambos durante un rato, mirándose a los ojos, con un indicio de algo más que deseo s****l floreciendo en ellos. No obstante, ninguno de ellos llegó a comprenderlo antes de que se durmieran, profundamente, en los brazos del otro.