Llegamos al edificio de la federación inglesa de fútbol. El celador al vernos nos dejó pasar de una, saludando a Jake como si fueran viejos amigos (y debían de serlo, Jake estaba en la selección desde los 16 y ahora tiene 24) y subimos en el ascensor hasta el último piso, que era donde estaba la oficina del presidente. Sentía un nudo en el estómago, no sabía si la decisión que había tomado era la correcta, de hecho...aún no había tomado una decisión, perfectamente podría decirle al director que no estaba interesada en formar parte de su selección, y aguantarme un fuerte regaño de Jake. Entramos a la oficina y un señor de unos cuarenta y punta de años, rubio y con unos ojos azules que me parecían conocidos, nos estaba esperando sentado en su silla. -Jake – saludó al capitán de la selecció