Jake nos llevó a Brian y a mí a la cima de la montaña, y desde ahí se podía observar toda la ciudad de Barcelona. Extendió el mantel y nos sentamos a degustar del picnic. -¿Enserio comeremos a estas horas? – pregunté viendo cómo sacaba del canasto unos sándwiches, huevos duros, embutidos de jamón y queso, una cajita de jugo y una botella de vino. -Pues si tu no quieres comer Brian y yo si – dijo mientras le daba la cajita de jugo al pequeño junto con un sándwich – y habrá más para nosotros. Cogí uno de los huevos y me lo comí en cuestión de segundos, luego devoré un sándwich. Jake sólo sonrío y se dedicó a servir vino para nosotros dos, y me entregó una copa (que era de plástico). -¡Brindemos por Brian! – dijo y yo choqué mi copita con la de él y luego con la cajita de jugo de Brian.