Abrí los ojos lentamente, al principio veía todo borroso, sólo distinguía una luz blanca sobre mí ¿Acaso había muerto? ¿Estaré ya en el cielo? Mi vista se esclareció más y mis otros sentidos también. Sentí que unos brazos me sostenían de las piernas y hombros. Una vez mi vista ya totalmente esclarecida, me encontré con el rostro de Andrés. No…no estoy muerta. Empecé a recordar todo. Los golpes de Carlos, Jake trayéndome a casa, y yo entrando en la tina y cortándome la muñeca, para luego rogarle a Andrés que no llamara a emergencias. Miré mi muñeca, y estaba vendada con algo que parecía una tira de algodón. -Mel, mi amor – repetía a la vez que me acariciaba la cabeza –. No vuelvas a darme un susto de estos nunca más. -Andrés…- susurré sin fuerzas. -No te preocupes – dijo adivinando que