Era jueves en la mañana y el despertador sonó a las 6:00 a.m. avisándonos sobre un nuevo día de entrenamiento, y del cumpleaños de Andrés. Me senté de golpe, mientras que él sólo hizo una mueca y se tapó los oídos con la almohada. -¡Andrés! – Dije, zarandeándolo de los hombros - ¡Feliz cumpleaños! -¿Es mi cumpleaños? – Preguntó confundido y reaccionó - ¡Es mi cumpleaños! Me acosté en su pecho abrazándolo y dándole pequeños besos en la mejilla y no dejaba de felicitarlo, ya que de seguro yo sería la única, porque apuesto a que ni siquiera Powell ni ninguno de los chicos se acordaría, o se interesarían por felicitarlo. Todos estaban era pendientes de mi cumpleaños. -Mis padres no tardarán en llamarme – dijo, acariciando mi rubia cabeza y mirando al techo –. Sería el quinto cumpleaños que