La ciudad vibraba con la energía de la Semana de la Moda. El evento más esperado del año había llegado, y con él, un torbellino de emociones, creatividad y, para Isabella, una mezcla de orgullo y nerviosismo. Los días previos habían sido un frenesí de preparativos: ajustes de última hora, pruebas de vestuario y la planificación de cada detalle del desfile. La colección de Isabella, su proyecto más personal hasta la fecha, estaba lista para brillar.
El gran día llegó, y el lugar del evento estaba repleto de la crème de la crème de la industria de la moda: diseñadores, críticos, celebridades y fotógrafos, todos esperando ansiosos para presenciar las últimas creaciones de Rossi Fashion. Isabella, aunque rodeada por su equipo y colegas, se sentía sola en medio de la multitud. La distancia que había mantenido con Leonardo seguía siendo dolorosa, pero sabía que debía enfocarse en lo que realmente importaba: el éxito de su colección.
Tras bambalinas, el ambiente era frenético. Modelos y estilistas se movían con precisión, transformando los bocetos de Isabella en realidad. Cada prenda era una extensión de su alma, inspirada en la naturaleza, con colores vibrantes y líneas que evocaban la vida misma. Isabella se detuvo un momento para observar cómo su visión tomaba forma, sintiendo una oleada de satisfacción y orgullo.
Leonardo, quien había llegado discretamente, la observaba desde la distancia. Aunque Isabella había evitado estar sola con él en las últimas semanas, no podía ignorar la atracción que aún sentía hacia ella. La admiración en sus ojos era innegable, y mientras veía cómo ella dirigía cada aspecto del desfile, supo que este era un momento crucial, tanto para ella como para él.
Las luces se atenuaron, y la música comenzó a sonar. El desfile inició con una energía vibrante, las modelos desfilando con gracia y confianza. La colección de Isabella deslumbró desde el primer momento, capturando la esencia de la naturaleza en cada pieza. El público, fascinado, no pudo evitar aplaudir ante la creatividad y el ingenio que se desplegaba ante sus ojos. Los críticos murmuraban entre ellos, asintiendo con aprobación, mientras las cámaras capturaban cada detalle.
Isabella observaba desde el borde del escenario, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que este era su momento, el fruto de meses de trabajo arduo, y no podía estar más satisfecha con el resultado. Sin embargo, en medio de su euforia, su mirada se encontró con la de Leonardo, quien estaba de pie en la parte trasera de la sala, mirándola con una intensidad que la desarmó.
Cuando el desfile llegó a su fin, el público estalló en aplausos. Isabella sintió una oleada de alivio y felicidad. Lo había logrado. Su colección era un éxito rotundo, y las sonrisas y los abrazos de su equipo solo confirmaban lo que ya sabía: había alcanzado un nuevo nivel en su carrera.
Después del desfile, mientras los invitados comenzaban a retirarse y las luces se atenuaban, Isabella se retiró a una sala trasera para tomarse un momento a solas. Necesitaba respirar, asimilar lo que acababa de suceder. Pero apenas había cerrado la puerta detrás de ella cuando escuchó una voz familiar.
"Isabella…" Era Leonardo.
Ella se giró, sorprendida de verlo allí. La mirada en sus ojos era intensa, cargada de emociones que había intentado reprimir durante semanas. "Leonardo, no sabía que estabas aquí", dijo, su voz temblorosa.
"Tenía que verte. Tu colección fue increíble, Isabella. No podía perderme esto", respondió él, acercándose un paso más.
"Gracias", murmuró ella, sintiendo cómo su resolución se debilitaba ante la cercanía de él. "Significa mucho para mí."
Leonardo se acercó más, hasta que la distancia entre ambos era casi inexistente. "He estado pensando en ti todo este tiempo", confesó, su voz apenas un susurro. "No he podido sacarte de mi mente, Isabella. Este distanciamiento ha sido… insoportable."
Isabella sintió que sus defensas comenzaban a derrumbarse. Todo el dolor, la confusión y la atracción que había estado reprimiendo se desbordaron en un instante. "Leonardo, no sé qué hacer con todo esto", dijo, su voz quebrándose. "Me duele tanto…"
"No pienses", la interrumpió él suavemente, sus ojos fijos en los de ella. "Solo siente."
Antes de que Isabella pudiera responder, Leonardo la tomó suavemente del rostro y la besó. Fue un beso lleno de pasión contenida, de deseos reprimidos y de una conexión que ambos sabían que no podían ignorar. El mundo pareció detenerse alrededor de ellos, y por un momento, no hubo nada más que el calor de sus labios y la intensidad de sus emociones.
Pero entonces, la puerta de la sala se abrió de golpe, y una de las modelos entró sin previo aviso. Al ver a Isabella y Leonardo besándose, se quedó paralizada, la sorpresa reflejada en su rostro. "Oh, lo siento… no sabía que…", balbuceó, retrocediendo rápidamente.
Isabella y Leonardo se separaron de inmediato, el hechizo roto. La modelo, visiblemente incómoda, salió de la sala tan rápido como había entrado, dejando a ambos en un silencio tenso.
"Esto…", comenzó a decir Isabella, pero no encontró las palabras. El momento había sido tan perfecto y, al mismo tiempo, tan frágil.
Leonardo la miró, sabiendo que la realidad acababa de irrumpir en su burbuja de deseo. "Isabella, lo siento… Esto no debería haber pasado así."
Isabella sacudió la cabeza, tratando de ordenar sus pensamientos. "No, no es culpa tuya. Es solo que… todo es tan complicado, Leonardo."
"Lo sé", admitió él, dando un paso atrás, aunque a regañadientes. "Pero lo que siento por ti no ha cambiado. Y sé que esto solo lo hace más difícil… para ambos."
Isabella lo miró, sintiendo una mezcla de tristeza y deseo. "Necesitamos hablar de esto, pero no ahora. Ahora mismo, solo quiero disfrutar de lo que he logrado hoy, aunque sea por un momento."
Leonardo asintió, respetando su petición. "Tienes razón. Hoy es tu día, Isabella. Y lo último que quiero es empañarlo."
Sin decir más, Isabella salió de la sala, dejándolo solo con sus pensamientos. El éxito de la noche seguía brillando a su alrededor, pero en su corazón, la confusión y la tensión crecían. Sabía que tendría que enfrentar sus sentimientos por Leonardo, y las complicaciones que estos traían consigo, pero por ahora, solo quería saborear su triunfo, aunque fuera agridulce.
La Semana de la Moda había sido un éxito arrollador, pero para Isabella, marcaba también el comienzo de un conflicto interno que no podría ignorar por mucho tiempo.