Capítulo 8: El distanciamiento

943 Words
El día siguiente a su conversación con Leonardo, Isabella se despertó con una sensación de vacío en el pecho. La noche había sido larga, llena de pensamientos que giraban sin cesar en su mente. Recordaba cada palabra de Leonardo, la sinceridad en sus ojos, el dolor en su voz. Pero lo que más la atormentaba era la verdad que ahora tenía que enfrentar: su relación con él no podría continuar de la misma manera. Al llegar a la oficina, Isabella tomó una decisión. Necesitaba distanciarse de Leonardo, no solo por su bien, sino por el de ambos. Lo que había comenzado como una relación profesional y se había transformado en algo más, ahora se encontraba en un terreno peligroso. No podía seguir entregando su corazón a alguien que no estaba libre, a alguien cuyo futuro estaba atado a un compromiso con otra persona. Durante esa mañana, Isabella se sumergió en su trabajo, evitando cualquier pensamiento que pudiera distraerla. Concentrarse en la colección era su única forma de mantener a raya el dolor. Sabía que la Semana de la Moda estaba cerca, y aunque la pasión por el proyecto seguía siendo fuerte, ahora era más un refugio que una fuente de alegría. Leonardo, por su parte, también sentía el peso del distanciamiento de Isabella. Notó de inmediato el cambio en su comportamiento. La energía entre ellos, antes vibrante y llena de complicidad, se había vuelto tensa, casi fría. Durante las reuniones, Isabella evitaba su mirada, manteniendo una distancia emocional que él no podía ignorar. Cada interacción era formal, limitada a lo estrictamente necesario, y aunque Leonardo entendía sus razones, no dejaba de sentir una profunda tristeza por lo que estaba perdiendo. Un par de días después, al finalizar una reunión sobre los últimos detalles de la colección, Leonardo pidió a Isabella que se quedara un momento. Ella dudó, pero al final asintió, sabiendo que no podía seguir evitándolo para siempre. "Isabella", comenzó él, su voz suave pero cargada de emociones contenidas, "sé que las cosas han cambiado entre nosotros, y lo entiendo… pero quiero que sepas que lamento mucho lo que estás pasando." Isabella lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de dolor y determinación. "Leonardo, no quiero que te sientas culpable. Esto no es solo tu responsabilidad. Lo que pasó entre nosotros fue tan real como complicado. Pero ahora necesito poner distancia, para protegerme y para poder pensar con claridad." Él asintió lentamente, aceptando sus palabras aunque le dolían. "Lo último que quiero es que sufras, Isabella. Eres demasiado importante para mí, y no quiero perder lo que hemos construido, ni en lo profesional ni en lo personal." "Lo sé", respondió ella con un suspiro. "Pero también necesito cuidar de mí misma. Esto no es solo una cuestión de trabajo. Mi corazón está en juego, y no puedo ignorar lo que siento… ni lo que sé. Necesito tiempo, Leonardo. Necesito espacio." Las palabras quedaron suspendidas entre ellos, cargadas de una verdad que ambos comprendían. Isabella se levantó, dispuesta a salir de la oficina, pero antes de hacerlo, se giró y lo miró por última vez. "Gracias por ser honesto conmigo, Leonardo. Espero que podamos encontrar una manera de seguir adelante, de alguna forma." Leonardo asintió, su mirada reflejando una mezcla de tristeza y comprensión. "Yo también lo espero, Isabella. Y si alguna vez necesitas hablar, estaré aquí… no importa lo que pase." Isabella salió de la oficina con un nudo en la garganta, sintiendo el peso de la decisión que había tomado. A medida que los días pasaban, mantuvo su distancia, evitando cualquier interacción que no fuera estrictamente necesaria. Se concentró en su trabajo, en perfeccionar cada detalle de la colección, utilizando su dolor como combustible para crear algo hermoso. El distanciamiento no fue fácil. Hubo momentos en los que Isabella casi cedió, en los que deseaba correr hacia Leonardo y buscar consuelo en él. Pero cada vez que esos pensamientos la asaltaban, recordaba el compromiso que lo ataba a otra persona, y eso la ayudaba a mantenerse firme en su decisión. Las semanas pasaron y la relación entre ambos se mantuvo tensa pero cordial. Leonardo respetaba su espacio, aunque Isabella podía sentir su mirada sobre ella en más de una ocasión, cargada de una mezcla de deseo y arrepentimiento. Pero ella se mantuvo fuerte, sabiendo que este distanciamiento era necesario para sanar. Poco a poco, Isabella comenzó a recuperar su equilibrio emocional. Aunque el dolor seguía ahí, latente, aprendió a manejarlo, a no dejar que dominara su vida. La pasión por su trabajo se convirtió en su principal refugio, y la colección en la que trabajaba adquirió un significado aún más profundo. Sabía que estaba creando algo hermoso, algo que reflejaba su propio viaje emocional, su fortaleza y su determinación. El día de la Semana de la Moda estaba a la vuelta de la esquina, y con él, la culminación de meses de esfuerzo, pasión y sacrificio. Isabella sabía que este evento marcaría un punto de inflexión, no solo en su carrera, sino en su vida personal. Aunque la distancia entre ella y Leonardo seguía siendo palpable, se sentía más fuerte, más preparada para enfrentar lo que el futuro le deparara. Y mientras se preparaba para lo que estaba por venir, una parte de ella no podía evitar preguntarse qué pasaría después de la Semana de la Moda. Sabía que, de alguna forma, su vida y la de Leonardo volverían a entrelazarse, y que el distanciamiento que había impuesto no sería eterno. Pero por ahora, estaba decidida a mantenerse firme, a seguir adelante con su vida y a esperar que el tiempo, y la distancia, le dieran las respuestas que tanto necesitaba.
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