“¡Oh, Dios mío! He tenido mi primer beso con mi cuñado.” Su voz interior intentaba martirizarla con lo que pasaba en ese momento, pero, de nuevo, el toque con Dante borraba todo, el momento, el lugar, esos labios. Le gustaba su cuñado. Y ella a él. Durante los breves segundos que duró ese primer beso, Chiara quedó desconcertada, abrumada por las emociones, tan sediente de otro beso que su garganta se sentía seca. Allí, sobre él, Chiara abrió los ojos cuando sintió que él retiró sus labios. Sus dedos tantearon sobre el pecho de Dante. Se miraron en medio de la noche, ambos corazones latiendo de manera frenética. —Quiero besarte otra vez—dijo Dante. “No podemos hacer eso.” Tan solo las palabras se repitieron en su cabeza, porque lo que sus labios hicieron fue otra cosa. “Es m