Y al fin habíamos llegado. El viaje en la patrulla me pareció eteno, puede que por la magnitud de mis pensamientos que lograban agobiarme más de lo que era mi intención. Tenía ganas de verla, de hablar, de arrastrarme hasta sus pies y suplicar por su perdón, pero eso ya lo había hecho. Y no sirvió de nada. Pensé que no querría escucharme, pero sí lo hizo, aunque no me perdonó. ¿Qué esperaba de ella? Luego de todo lo que ya sabía, lo que ambos sabíamos. Intentaba ponerme en su lugar y comprender que la decisión correcta era poner distancia entre los dos, darle tiempo a que las cosas salieran de su cabeza, pero ¡necesitaba verla! Decirle lo estúpido que fui e implorar para que no hiciera nada si estaba embarazada. No es como que lo estuviera, la última vez que fue al hospital no est