¡Que se joda su ropa y Hades!

783 Words
Ella lo esperaba en la oficina, imaginaba que tarea le pondría el día de hoy, ¿Tal vez tan descabellada o al fin la pondría a trabajar como su asistente? No, la primera opción era más razonable, la quería quitar del camino estaba claro, pero Perséfone le iba a dar guerra. Hades llegó, tras de él estaba Caronto con una canasta llena de ropa sucia de su amo. - Perséfone. – dijo Hades muy calmado y tomó una prenda de la canasta, luego dijo. – esta es mi ropa, es muy fina y quiero que la laves a mano, después la planchas y la separas por colores y tamaños. – ¡Increíble! Pensó Perséfone, Hades no tenía fin para torturarla. – No olvides lavar muy bien mi ropa interior, es la más delicada y siempre termina por rascarme el trasero. - Amo Hades. – dijo Perséfone observando la resplandeciente sonrisa del cínico. - esto debería de hacer un personal encargado en su mansión. – Hades sonrió más, ya venía el renuncio. – No me especializo en esto, pero haré mi mejor intento, como lo he hecho con su baño y carro. – Hades no sabía dónde meter su cabeza, la mujer no se iba. - De acuerdo Perséfone, recuerda lavar mis calzoncillos a mano, sobre todo donde va, tú ya sabes. – Hades intentaba desafiar a Perséfone, pero en su lugar hizo que ella se sonroje, tomara la canasta y saliera de inmediato casi corriendo. - La señorita Perséfone niega en irse, amo Hades. – dijo Caronto. – Espero que la siguiente idea la espante. - Así es mi viejo y anciano amigo, la siguiente idea la pondrá con los pelos de puntas. – dijo Hades mientras sonreía. “Después de ese acercamiento que tuvieron, dieron paso a una amistad totalmente romántica para ambos y peligrosa para las dioses y entidades que querían sepáralos. Optaron por tenerlo en secreto ¿El Dios de la muerte tiene una amiga? Sí, si lo tiene y Hades era feliz, tanto que las almas de los condenados dejaron de sufrir menos. - Hades toma esta flor. - dijo Perséfone Hades la vio curioso, que quería demostrar ella, pensó. Levantó la palma de su mano y llamas azules, característico del Dios del inframundo brotaron de sus palmas. - ¿Quiere que mate a una de tus amigas? – preguntó haciéndole entender lo peligroso que era. Perséfone dejó la flor aun lado y arriesgándose, decidió llevar su mano a las llamas de Hades. - Te vas a lastimar. – dijo él en cuanto vio lo que Perséfone se proponía. - Se que no eres capaz. – habló Perséfone y continuó. Hades poco a poco fue apagando sus llamas hasta tener la mano de Perséfone en la suya. – puedes ser el Dios del inframundo, pero no eres capaz de lastimarme, ni yo de enojarme contigo. – dijo sonriente con su voz melodiosa. Hades frunció el ceño, Perséfone tenía razón y él no lo aceptaba. Ella se arrimó a él y Hades decidió abrazarla, ya estaba derrotado ante ella”. … Perséfone tuvo que ir a la lavandería, tomó la canasta llena de ropas y la metió en la lavadora. - Que se joda su ropa y Hades. – dijo enojada y cerró la puerta de golpe. Se sentó en el suelo a esperar, un mechón de su cabello cayó sobre sus ojos y soplando hacia riba pudo quitárselo. Una llamada le entró al celular, era su madre, respiró se dio terapia, su mamá no tenía que saber que ella estaba molesta con su trabajo o peor aún su jefe. - Hola, mamá. – dijo sonriente. - Mi pequeña Perséfone ¿Cómo te trata la gran ciudad? – preguntó contenta de escuchar a su hija. - Increíble, todo es bello. - ¿Y tu nuevo trabajo? ¿Te gusta? - ¡Claro! ¡Es increíble, un sueño hecho realidad! – Perséfone vio que había echado de más detergente y empezó a liberar la espuma, mientras hablaba con mucha calma con su madre. - Me alegro mi niña, tu padre te envía saludos. – Perséfone corría de un lugar a otro liberando las predas y su madre la sintió agitada. - ¿Estas bien? - Sí mamá, sólo que algo ocupada. – la lavadora se estaba inundando por el excepto de agua y ella trataba de apagarla. - ¿Podrías llamarme después? - De acuerdo, te mando muchos besos. – dijo y colgó la llamada. Perséfone sacó la ropa y nuevamente terminó mojada, al parecer todo estaba en su contra. La volvió a meter a la canasta y fue a lavarla a mano muy molesta porque Hades la había vencido.
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