Perséfone se dio un largo baño, se relajaba y trataba de calmar su cuerpo y mente después de aquella jornada de trabajo. Al salir, se puso su pijama, hoy dormiría temprano. Antes de ir a dormir guardó un conjunto extra en su cartera, no sabía que otras cosas le iba a poner hacer Hades y era mejor prevenir.
A la mañana siguiente, ni bien el sol salió, Hades le envió un mensaje de texto a Perséfone.
* Te espero en la entrada de la empresa, se puntual.
Perséfone leyó el mensaje una y otra vez ¿Qué trabajo le pondría? Se preguntó. Se puso de pie y fue a arreglarse, un nuevo conjunto, más uno extras y salió de su departamento en busca de su carro.
Ya todos estaban haciendo sus labores dentro de la empresa, Perséfone estaba prácticamente parada en la entrada por casi dos horas y Hades ni sus luces. De lejos pudo visualizar al que era su coche que iba a toda velocidad, estaba completamente lleno de lodo y el parabrisas tenía insectos y que hablar de las llantas, de ahí salía el peor olor de putrefacción. Se estacionó frente a ella y la salpicó de lodo. Hades salió con una resplandeciente sonrisa del asiento de piloto, tras de él salió Caronto como si nada, como si la muerte fuera su amiga.
- Oh, Perséfone. – dijo Hades con bastante ironía al verla como sacudía sus manos para quitarse el lodo que él le había tirado a propósito. – si llegaste puntual. - ella estiró sus labios como cortesía, pero por dentro estaba hirviendo. – toma mis llaves, quiero que laves mi carro, sobre todo las llantas, creo que hablaste un animal muerto en el camino.
Perséfone quedó boquiabierta, el carro era un completo desastre y él pedía que se lo lavara.
- Pero esto es una barbaridad. – dijo ella en su defensa.
- No he pedido tu opinión, trabajas para mi Perséfone, complace a tu amo. – empezó a caminar y Perséfone meditaba para no gritar. – se me olvidaba, a los asientos no les pasó nada, pero quiero que limpies también por dentro sin derramar líquidos en la tela, es muy fina y no quiero que se dañe, suerte.
Caronto fue a su lado y Hades entró en la empresa. Perséfone pensó que hizo bien en traer dos conjuntos, estaba claro que ese de iba terminar mojada. Tomó una manguera y la conectó a la llave, después comenzó a quitar el lodo con la presión del agua y continuó así hasta las llantas. Con un poco de detergentes y limpiadores empezó a lavar el carro como Hades se lo había ordenado.
Él en su oficina lo observaba todo, Perséfone estaba molesta y no quería soltar su enojo. Le dolía mucho haber ensuciado su carro de esa forma, pero tenía que hacerlo por Perséfone, quien insistía en quedarse. Alcanzó a ver que algunas de sus empleadas que empezaron a burlarse de ella, no podían hacerlo, él era el único que podía molestar a Perséfone, nadie más tenía derechos. Salió de su oficina como un rayo y bajó hasta la planta baja donde estaba Perséfone, su carro y las personas que la apuntaban con sus dedos y risas.
- Yo les p**o para que trabajen para mí y no para que se burlen de mi asistente. – dijo con voz autoritaria y todas las mujeres bajaron sus miradas y fueron a trabajar.
Perséfone lo vio, pero no le agradeció. Era culpa de él que todas ellas se burlaran, dejó de verlo y continuó lavando.
…
- ¿Hay algo más que quiera el amo? – preguntó ella en la oficina, no estaba empapada de agua o lodo como lo quería Hades, Perséfone fue a lavarse y cambiarse antes de ir donde él.
- Eso es todo, puedes retirarte. – dijo disgustado por su plan.
Perséfone asentó su mirada y se fue, mañana era otro día de tantos, tal vez peor que ese, pensó.
Hades la vio alejarse, llevó su mano al rostro por la frustración que crecía en él, la siguiente idea tenía que ser más repugnante, algo que le ahuyentara y saliera corriendo. Dio una leve sonrisa cuando un brillante plan empezó a formarse en su perversa mente.