“Hades estaba sentado al lado de Perséfone a un metro de distancia, no quería que tuviera el mismo final que las flores y la distancia era lo mejor. Ella continuaba con su canto y sonreía al verlo. Todo el alrededor de Hades estaba marchito, ella no tenía problemas en arreglarlo.
Por la mente de Hades pasaban sus palabras, piensa positivo ¿Cómo iba a pensar positivo si él era malvado? Era absurdo, pero más absurdo era estar sentado junto a ella sin razón alguna. Se puso de pie y empezó a caminar, Perséfone al verlo fue tras él.
- ¿Te vas ya? – preguntó ella muy curiosa, apenas había llegado y empezaba a marcharse muy temprano de lo habitual.
- Tengo un reino que gobernar, estar fuera me da asco. – dijo sin parar de caminar.
- Si te da asco aquí a fuera ¿Por qué regresas?
Hades se detuvo al escucharla, era una pregunta que ni él sabía el por qué. Dejó de pensar en eso y continuó con su camino, marchitando todo a su paso.
- Bien, ya no regreses nunca más. – gritó Perséfone y se fue muy molesta.
Caminaba muy rápido, tenía mucha rabia que no se fijó en una grieta en la tierra y fue a caer ahí. Tomada de la rama de un árbol, empezó a gritar, por ayuda.
Hades escuchó que ella gritaba, preocupado por Perséfone comenzó a correr con todas sus fuerzas hasta encontrarla. La tomó de la mano olvidando por completo la idea de tocarla y empezó a subirla desesperado. Perséfone salió de la grieta y fue a caer en los brazos de Hades, ambos respiraban muy rápido, sus corazones estaban alterados.
Perséfone vio el camino por el que Hades había caminado y las flores ya no estaban marchita, y su ridícula idea que la iba a matar, no pasó. Ella todavía continuaba en sus brazos y él no la soltaba.
- Te dije que pensaras positivo. – dijo ella viendo esos ojos negros.
Hades sonrió, la primera vez que lo hacía, la abrazó con más fuerza y besó su frente, tenía en sus fosas nasales el aroma a Perséfone.”
- Ya he terminado, amo Hades. – dijo Perséfone saliendo totalmente mojada y con cara de querer matarlo.
Su camisa de tela color verde era transparente por el agua y su sostén de color n***o se notaba de lejos. Hedes vio eso, se contuvo, se puso de pie y caminó a ver el resultado. Observando todo en su lugar le dijo.
- Lo has hecho muy bien. - al decir eso Caronto llegó con un paquete de comida em sus manos y se la dio a su amo Hades. Él caminó hasta Perséfone y le dio la comida, después le dijo. – ahora come en el baño.
- ¡¿Es un chiste?! – preguntó Perséfone a punto del colapso emocional, su límite de paciencia iba a estallar.
- Para nada, he dicho que limpiaras el baño hasta que alguien pueda comer ahí dentro. Ya cumpliste con la primera tarea y te quedó muy bien, ahora come en el baño que la comida se enfría.
- Per…
- Es media hora para almorzar, hazlo pronto que el tiempo se acaba. – dijo Hades como una orden.
Perséfone se enfureció, pero pudo controlarse, apretó la comida con fuerza y entró en el baño cerrando la puerta muy de golpe. Hades sonrió, dejó de verla y salió de la oficina a comer un poco, tras él fue Caronto.
…
La media hora terminó y Perséfone salió del baño, se alegró por no verlo, pero su alegría fue terminada cuando vio a Hades entrar en la oficina junto al plomero y a una señora de limpieza.
- Arregla las tuberías. – dijo Hades al plomero, luego le dijo a la de limpieza. – limpias el baño.
Perséfone abrió sus ojos, había trabajado en vano, Hades la vio y con todo el cinismo le dijo.
- Perséfone, hiciste un buen trabajo, pero necesito que el baño esté listo. Además, de sacar el aroma a Perséfone que de seguro abras dejado.
- ¡¿Trabaje toda la mañana para que traiga al plomero?! – estaba por estallar y Hades esperaba un renuncio. ¡¿Por que no lo hizo antes que comenzará a repararlo?!
- No te enfades, piensa positivo. – dijo muy sonriente, haciendo que Perséfone se pusiera más roja del coraje.
Perséfone respiró una y otra vez, hasta que pudo calmarse, definitivamente ese hombre quería verla así, pero no le daría el gusto. Primera, porque ella era una persona amable y todas las personas por más estúpidas que sean merecían respeto. Segunda, no podía explicarlo, se sentía atraída por Hades como si fuese un imán y quería saber los motivos.
- Estoy bien, amo Hades. – dijo calmada y Hades eliminó su sonrisa de inmediato. - ¿Me necesita para algo más?
- No, toma el resto del día libre. – respondió y fue a su asiento a pensar.
Perséfone estiró sus labios conteniendo el enojo, dio media vuelta y se fue.
¿En qué había fallado? ¿Por qué no dijo renuncio? Se preguntaba Hades, le tomó algo de tiempo destruir su baño hasta dejarlo irreconocible y ella no se fue. Tenía que hacer nuevas ideas y rápido. Sonrió cuando múltiples ideas llegaron a su cabeza y todas incluían a Perséfone, mojada, llena de lodo, totalmente desarreglada, era una pirámide de ideas que portaba un sin fin. Tomó el teléfono y llamó a Caronto.
- Viejo y anciano Caronto. - dijo Hades en la llamada. - ¿Qué tan lejos está el terreno de la competencia de carros en lodo?