15. La Cena (1)

1019 Words
[GAEL] «¿Puedes olvidar lo que viste?» Su pregunta ha dado vueltas en mi cabeza durante todo el día, y la verdad es que me encantaría tener una respuesta definitiva para eso, pero lamentablemente las cosas no son tan fáciles «¿puedo elegir que recordar y que no? ¿Puedo decirle a mi cabeza que se olvide de todo sin temor a que un día me juegue una mala jugada?» Desempaño el espejo que esta frente al lavamanos y observo al hombre con cara de cansancio y mirada confundida que hay frente a mí —¿Qué dices tú? ¿Podrás? – Me pregunto a mí mismo. —¡Gael, date prisa necesito usar el baño!— Me pide mi esposa del otro lado de la puerta, y sin más recojo la ropa sucia del suelo y salgo del baño. Nuestras miradas se cruzan por un instante, pero el vestido de manga tres cuartos, color n***o que lleva puesto le queda precioso haciendo que me distraiga completamente. Por su parte me mira rápidamente y luego me esquiva. —Te hubieses vestido, ¿no? — Se queja y entra al baño cerrando la puerta detrás de ella. «¿Esto es un avance? ¿no?» Sonrió y desamarro la toalla que llevaba amarrada en mi cintura para comenzar a vestirme antes de que ella salga del baño. Me coloco mi pantalón n***o favorito, una camiseta color azul con cuello en V, y me siento en el borde de la cama para colocarme los calcetines y zapatos. —¿Ya estás listo?— La escucho preguntarme mientras sale del baño. Al levantar mi mirada y verla, me doy cuenta de que está bastante pálida. —¿Te sientes bien?— Cuestiono preocupado y asiente. —Solo se me ha bajado la presión un poco, pero ahora que coma algo se me pasara. — Explica mientras busca su móvil y bolso. Me doy prisa para terminar de vestirme y una vez que ya tengo mi móvil y meto la cartera en el bolsillo de mi pantalón; la alcanzo en la puerta de la habitación. —Vayamos entonces. — Digo abriéndole la puerta para que salga primero. —¿Ya sabes dónde iremos a cenar?— Me pregunta cuando ya he salido de la habitación también para que comencemos a caminar hacia el elevador. —Sí, te llevare a uno de mis restaurantes favoritos de aquí. La vista es maravillosa.— Confieso mientras llamo al elevador. —¿La has llevado a ella también?— Cuestiona de la nada y estoy muy confundido «¿de quién habla?» —¿A quién te refieres?— Indago mirándola a esos ojos que siguen siendo una perdición para mi vida. Subimos al elevador y una vez que presiono el botón para ir al lobby la miro —Sabrina. — Me dice finalmente haciéndome sonreír. —¿Cómo crees? Eso ha sido hace más de ocho años atrás.— Explico. —¿Y qué? De seguro la han pasado muy bien, ¿no? — Cuestiona y estoy tomando esta escena celos como algo muy positivo. —Era un joven muy inmaduro que solo buscaba divertirse, pero no ha pasado más que eso...— Confieso y la miro mientras que en mi mente hay un debate intenso entre preguntarle o no. —¿Puedo preguntar acerca de Edrien?— Cuestiono con un hilo de voz. Ambos guardamos silencio mientras que las puertas del elevador se abren y bajamos del mismo para atravesar el lobby. Salimos hasta llegar al área de valet donde nos espera el transporte privado que hemos contratado para estos días y cuidadosamente la ayudo a subir al auto para luego subirme a su lado. Rápidamente le doy la dirección al chofer y luego me le quedo mirando como esperando una respuesta. —Fue antes de...— Intenta decir, pero no termina la frase. —No tienes que nombrarlo.— Le aliento. —Había comenzado hace muy poco con mi empresa y vine a hacer un trabajo aquí y me tocó trabajar con él. Iniciamos algo sin compromiso como lo que tú y yo teníamos, pero finalizo cuando nos dimos cuenta de que no llegaríamos a ningún lado y ya... eso es todo.— Me explica sin rodeos. —Pero, le sigues gustando.— Comento de manera relajada. —Así como tú le sigues gustando a Sabrina.— Rebate de inmediato haciéndome reír. —Touche.— Digo y sonríe haciéndome sentir que algo puede llegar a estar cambiando entre los dos. —Nunca quieras ganarme en un argumento. — Advierte animada. —Lo sé...— Afirmo y me la quedo mirando —¿Has pensado lo que te he propuesto?— Pregunto sin rodeos. Me mira fijamente —Me encantaría decirte que descubriésemos todo juntos, pero para querer hacer algo así, tendría que confiar en ti nuevamente, y por ahora...— Intenta decir. —No confías en mi...— Termino de decir un poco triste. —Lamentablemente no. Has roto mi confianza en ti de muchas maneras diferentes y no es algo que simplemente vaya a quedar igual fingiendo pegar sus piezas rotas.— —¿Entonces? ¿Qué hacemos? Tu dime y yo te sigo. — Propongo y debo admitir que cada una de sus palabras duele más que aquella vez que me corte con un cristal roto jugando en casa cuando era pequeño. Ella se queda pensando por un instante —Comenzar de cero. Podemos ser los padres de estos dos niños, podemos ser amigos, y luego ver si se puede llegar a reconstruir algo más.— Propone. —Tu propuesta, tus tiempos, y tus reglas. Yo te seguiré porque realmente sigo amándote a pesar de que me he equivocado en el camino. — Admito. El silencio se hace interminable. No sé si eso signifique un sí, o un no... Solo sé que sus ojos verdes me miran fijamente. —Nous sommes arrivés— Anuncia el chofer cuando aparca frente a la entrada del restaurante. —Merci.— Me limito a responderle y sé que esta conversación continuara durante la cena.
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