18. A Pesar de Todo

1669 Words
[SERENA] Al día siguiente: 13 de octubre El abrir mis ojos y verme abrazándole y durmiendo sobre su pecho es algo que creí imposible, ya que pensaba que sería incapaz de soportar su cercanía, pero para mi sorpresa e incluso hasta descansado como no lo hacía hace mucho tiempo. Lo miro desde aquí y los miles de recuerdos que tengo con él se pasean por mi mente tal y como si fuesen escenas de películas que voy recordando de a poco. Lo escucho respirar, siento su pecho subiendo y bajando con el ritmo de su respiración y vuelvo a sentir aquella calma que me generaba despertar con él. —Buen día. — Me dice tomándome por sorpresa y va abriendo sus ojos lentamente mientras se adapta a la luz del sol que entra por la ventana. —Buen día. — Respondo sin moverme. —¿Cómo has dormido?— Cuestiona y casi como si sus movimientos fuesen fríamente calculados; él lleva sus manos a mi cabello y con un poco de dudas lo acaricia delicadamente. —Mejor de lo que creí que dormiría. Cora y Valentín no me han pateado durante la noche. — Explico y sonríe. —¿Crees que se deba a que sus padres han dormido juntos nuevamente?— Pregunta con algo de dudas. —Puede ser, no lo sé...— «Olvidaba lo mucho que me gustaba su voz ronca al despertar...» Estoy enredada en mis propios sentimientos y no sé ni siquiera cómo reaccionar —¿Pido el desayuno a la habitación o tienes prisa?— Propone. —Pídelo... Joel prepara todo junto a Edrien; puedo llegar un poco más tarde. — Explico y sin más, él extiende su brazo para tomar el menú del servicio a la habitación y me lo pasa. —Vale, elige lo que gustes... Iré al baño un momento, ¿sí? — Se explica para que me levante de él. —Ya regreso. — Termina de decir y para mi sorpresa deposita un beso en mi frente que me deja nerviosa. Intento concentrarme en el menú del desayuno, pero el verle levantarse de la cama con ese pantalón de pijama que marca absolutamente todo no me lo hace fácil. Lo miro disimuladamente y hago un esfuerzo sobrehumano porque su cuerpo traicionándole a esta hora de la mañana no me haga querer salir huyendo por miedo a que no pueda controlarse. No puedo seguir mintiéndome a mí misma; a pesar de los miles de errores que ha cometido en estos meses; sigo absolutamente enamorada de él, pero de ahí a poder estar con él nuevamente no sé qué tan simple sea. No me siento preparada para avanzar a algo más con él sin que la sombra de lo sucedido aquella noche me persiga. Tampoco sé si pueda olvidar por completo su infidelidad... Me duele. Me quema el pecho de pensarlo con otra mujer... Intento no llorar, pero no puedo... las lágrimas salen por si solas de mis ojos sin que pueda evitarlo. Mi pecho se mueve muy rápido a medida que intento detener mi llanto, pero parece empeorar. Me siento en la cama con la única esperanza de calmarme, pero no puedo... «¿Qué es esto?» Me falta el aire... —¡Gael!— Exclamo desesperada. Siento que me ahogo. —Serena... Amor...— Lo escucho decirme mientras se sube a la cama —¡¿Qué sucede?! Llamare a un doctor ya mismo. — Me dice desesperado mientras toma mi rostro entre sus manos y hace que lo mire. —No... no quiero más doctores...— Consigo decir. —Esto no está en discusión. — Rebate e intenta agarrar el teléfono, pero lo detengo. —No, no llames. — Insisto intentando tranquilizarme. —Pero dime, ¿Qué te duele? ¿Qué sientes? — Me pregunta alarmado. —Me duele aquí. — Explico llevando mi mano sobre mi pecho del lado izquierdo donde está el corazón —Siento que no puedo respirar...— — ¿Qué fue lo que sucedió? — —Estaba pensando en nosotros... intentaba entender cómo me sentía e inevitablemente pensé en ti con esa mujer... Me duele...— Confieso y apenas puedo mirarlo. —Cuéntame quien es... dime porque...— Le pido y sé que puedo ser masoquista, pero necesito que lo hablemos. —¿De verdad quieres hablar de eso? Serena, yo no quiero que nos lastimemos más...— Me dice intentando secar las lágrimas que caen por mis mejillas. —Necesitamos hablarlo... necesitamos cerrar capítulos por más dolorosos que sean. — Explico. Él se sienta frente a mi sobre la cama y resopla —Hablémoslo entonces— Accede y esquiva mi mirada —¿Qué quieres que te cuente exactamente?— Pregunta y lo miro. —Lo que sucedió y por qué... ¿te enamoraste de ella?— Pregunto obteniendo su atención. —Claro que no me enamore de ella...— Es lo primero que me dice —En cuanto a lo que sucedió...después aquella primera cena entre los dos después de que regrese de viaje fue cuando sucedió todo. Tú te sentiste mal, te acompañé al baño y te vi allí frente al váter con ese vestido... sé que no es excusa, pero estaba en una guerra queriendo odiarte, pero a la vez deseándote tanto que me quemaba. Hui a mi cuarto y recordé que una mujer que había conocido una noche de copas en un bar me había dado su tarjeta diciéndome que la llamase si me sentía solo.— —¿Cómo se llama?— Interrumpo intentando no llorar más. —Pamela, pero eso no es importante. La cuestión es que la llame pensando que si tu habías sido capaz de ser infiel no veía porque yo no...— Explica y ahora es él quien llora —¡ Lo siento!— Exclama y apenas me mira. —¿Qué sucedió después?— Insisto. —Como todo un imbécil fui a su piso y el resto ya lo debes imaginar...— Responde. —¿Te gusto? ¿Qué sentiste después? ¿Se han vuelto a ver? — Pregunto y es que necesito saberlo. Él me mira —Fue solo sexo sin ningún tipo de sentimientos. Sentí que te había pagado con la misma moneda, pero a la vez sabía que te amaba y se lo dije a ella... y no, no nos hemos vuelto a ver. Fue solo una vez y me fui. No sé qué más decirte. — —¿Te has cuidado? O...— Intento decir, pero me calla llevando sus dedos sobre mis labios. —Por supuesto que lo hice, estaba muy enfadado contigo, tenía sed de venganza, pero así todo; jamás hubiese sido lo suficientemente imbécil para cometer la estupidez de dejar a otra mujer embarazada o mucho menos de contagiarme de algo...— Me dice y sus dedos abandonan mis labios. —¿Has sentido el impulso o deseo por verla y estar con ella nuevamente?— Pregunto con muchísimo miedo. —No. Sé que he cometido un gran error al haberte sido infiel, pero jamás he dejado de amarte a pesar de todo.— Me dice mirándome fijamente. —¿Y si no puedo?— Pregunto bajito. —¿Qué cosa?— —Estar nuevamente contigo... no sé... tengo miedo de que a pesar de que sienta esto aquí dentro que me grita que quiero que volvamos a ser los mismos, mis miedos no me dejen. — Explico cómo puedo. —Shhh...— Dice y me calla nuevamente —No nos adelantemos, apenas estamos intentando sanar las heridas; ni siquiera somos capaces de entender si quedara alguna cicatriz o no...— —Lo sé, pero también sé que eres hombre y que no puedo pedirte castidad... y a la vez, me dolería mucho saberte de otra nuevamente. Siento que me ahogo con solo pensarlo. — Confieso. Él me mira, sonríe, y acomoda mi cabello con delicadeza —¿Eso quiere decir que aún me amas?— Me pregunta bajito. Lo miro, encojo mis hombros —Soy muy imbécil por seguir amándote, pero si, a pesar de todo lo sigo haciendo... con mis miedos, con mis malos recuerdos, pero también los buenos... no es fácil borrar lo sucedido en más de un año y medio...— Confieso. —Claro que no ¿entonces? ¿Qué hacemos? ¿Caminamos de la mano y vemos hasta donde somos capaces de llegar juntos? — Propone. —¿A mis tiempos?— —A tus tiempos.— Accede. —¿Con mis reglas?— —Con tus reglas.— Sonrió —¿Podrás aguantarte las ganas?— Pregunto nerviosa. Me mira y sonríe —¿Lo dices por lo de hace un rato?— Pregunta pícaramente. —¡Gael!— Le regaño. —¿Qué? Solo he preguntado, pero, respondiendo a tu pregunta; si... me aguantare y no hablo de las ganas, hablo de deseo, de amor, de todo eso que solo tú me haces sentir.— Me responde finalmente. Extiendo mi mano intentando cerrar el trato, pero su cara lo dice todo —¿No aceptas?— Pregunto con dudas. —Aceptar, acepto todo... pero con un apretón de manos no creo que deba cerrarse un trato entre esposos, ¿no?— —¡Has dicho a mis tiempos!— Le regaño. —¿Un beso en la mejilla?— Propone bajito. Sonrió ante su propuesta, pero decido aceptar y me acerco a él para plantar un beso en su mejilla. Esta cercanía provoca nervios, miedo, y hasta palpitaciones en mi... pero debo intentarlo. Es él ahora quien se acerca a mí y deposita un beso en mi mejilla haciéndome sonreír —Nunca más te volveré a fallar... te lo juro por mis hijos que son lo más hermoso que tenemos. — Me susurra al oído y se vuelve a sentar como estaba antes —Entonces... ¿pedimos el desayuno o qué?— Propone. —Por favor.— Suplico y le paso la carta para que sepa lo que quiero.
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