[GAEL]
Otra noche en la que acomodo los almohadones del sofá para intentar descansar, aunque sé que será muy difícil. La conversación que hemos tenido sigue dando vueltas en mi mente y ni hablar de su confesión por intentarlo también.
La puerta del baño se abre e inevitablemente miro hacia allí. Verla salir tan solo en su camisón color rosa pálido de seda me hace tener que respirar profundo. —Que tengas una bonita noche. — Me limito a decir a pesar de que quisiera decirle lo bella que se ve, y me acuesto en el sofá cubriéndome con la manta extra que hemos pedido.
Estoy intentando acomodar mi cabeza en el almohadón, cuando escucho su voz —Gael, ¿quieres dormir aquí conmigo? — Me pregunta de la nada y sin poder evitarlo la miro totalmente sorprendido.
—¿Qué?— Pregunto con un hilo de voz.
—Es una cama relativamente grande...— Explica haciéndome sonreír.
—¿Podrás soportar el tenerme cerca?— Cuestiono bajito.
«No lo arruines Gael»
—No lo sé, pero creo que debería intentarlo. — Responde con muchísimas dudas.
Sé que aún estamos a cientos de años luz de ser algo como lo que fuimos, pero quiero creer que la única manera de acortar esa distancia es acercándonos lo más que podamos.
—Lo intentaremos, si no puedes; vuelvo al sofá, ¿vale? — Propongo y asiente.
«Dios, dame fuerzas para no desearla como lo hago y arruinarlo todo.» Pido una y otra vez mientras me levanto del sofá.
La veo meterse entre las sábanas y mirarme con muchísimas dudas mientras yo me acerco para hacer lo mismo a su lado. El corazón me late a mil por hora y es ver sus ojazos verdes más de cerca me recuerda uno de los tantos motivos por los cuales caí rendido a sus pies. — ¿Segura? — Pregunto antes de meterme entre las sábanas. Ella asiente lentamente y con eso tomo valor para continuar.
Nos acomodamos cada uno a su lado de la cama, pero mirándonos el uno al otro mientras abrazamos nuestras respectivas almohadas. Decimos muchísimas cosas sin pronunciar si quiera una palabra. Me mata el silencio porque no sé si por su parte es una consecuencia del miedo o es que simplemente no sabe que decir.
—¿Puedo confesarte algo?— Pregunto con un hilo de voz.
—Claro...—
—Nunca he pensado que fue un error embarazarte. Mucho menos es un error el que tú seas la madre de mis hijos; lo siento... te he lastimado y no sé qué hacer para borrar lo que he dicho.— Admito.
Su mirada refleja tristeza, inseguridad, y sobre todo miedo —Cada palabra que me has dicho, cada mirada de desprecio que me has dado, y cada discusión que hemos tenido; me ha dolido como no tienes idea Gael. Te necesitaba y tú no estuviste... Sé que ahora quieres estar, pero no sé cómo permitirte que te acerques a mí. — Confiesa bajito.
—Ya lo estás haciendo al permitirme estar en esta cama junto a ti. Es un avance, ¿no crees? — Cuestiono en un susurro.
—Estoy haciendo un esfuerzo sobre humano por no pedirte que te bajes... quiero ser capaz de perdonar y de curar todo este dolor, quiero hacerlo por ellos. — Explica llevando una de sus manos sobre nuestros hijos.
—¿Qué puedo hacer por ti?— Le pregunto lleno de dudas.
—¿Puedes recordarme como era la Serena de la cual te enamoraste? Estoy intentando hallarme, pero se me está haciendo muy difícil; por momentos siento que me he perdido por completo.— Expresa.
—Claro que puedo. — Digo sonriente. —Serena Hausser es la mujer más hermosa que he conocido en mi vida. Es hija de Sergio, un hombre argentino y de Carla, una mujer colombiana. Serena nació en Miami, pero se mudó a Madrid a los 18 años... Es una mujer soñadora, decidida, inteligente, y muy divertida. Ella me llevo a mi piso después de una noche de copas ya que mi amigo no pudo hacerlo... y bueno, vi sus fotos en i********: y caí rendido antes sus ojos verdes, su cabello castaño, esas curvas definidas que invitan a ser recorridas, y esa piel caramelo que tanto me gusta. Esa mujer y yo vivimos aventuras increíbles a pesar del miedo que teníamos y bueno... una noche cometí el error de decirle que regresaría con mi exnovia y dejamos de vernos por un tiempo. — Explico y sonrió —La vida se encargó de ponernos frente a frente y volví a caer en sus encantos. Los meses pasaron y Serena me dio la noticia más increíble del mundo a pocas semanas de casarnos... Hoy la tengo frente a mi como mi esposa y como la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida, pero este hombre ha sido muy idiota para no defenderla cuando tuvo que hacerlo y no escucharla cuando ella me gritaba por favor que lo hiciera. Daría lo que fuese por tomar las agujas del reloj y detenerlas en la noche de tu ultimo cumpleaños y así hacer las cosas diferentes contigo.— Termino de decir.
Puedo ver como las lágrimas caen de sus ojos y daría todo porque no llorase... ¿Cómo lo hago?
Mi mente es un caos de preguntas sin respuestas, pero es su repentino acercamiento el que me sorprende y me deja sin palabras cuando se abraza a mí y apoya su rostro sobre mi pecho. —Cuanto daría por poder olvidarlo todo. — Dice bajito y simplemente se queda allí en silencio sobre mi pecho.
—¿El conocerme? ¿Eso quieres olvidar?— Cuestiono confundido.
—No... sin ti no existirían ellos.— Responde acariciando a nuestros bebes –Solo quisiera olvidar todo lo ocurrido aquella noche y sus consecuencias.— Se explica.
—Yo también quisiera... pero lo único que puedo ofrecerte ahora; es abrazarte, así como no lo hice cuando debía hacerlo.— Le digo abrazándola aún más fuerte e intentando que su piel no rechace el contacto con la mía.
—No me sueltes por favor...— Me pide bajito y bosteza.
—No lo hare, tu descansa... cuidare tus sueños, ¿sí?— Digo y el sentirle así es algo que creí que no volvería a suceder.
«¿Será este el inicio de una nueva oportunidad?»