[SERENA]
Es tan solo entrar a la empresa y recibir la más calurosa bienvenida de parte de todos. Me abrazan, me felicitan, y por supuesto comentan acerca de mi notorio embarazo. Realmente aprecio todo este afecto que me están dando, pero a la vez me siento renuente a tanto contacto. —Gracias chicos, prometo que nos pondremos al día con todo, pero ahora debo encargarme de este asunto urgente para que cada uno de ustedes reciba su cheque a fin de mes ¿vale?— Me excuso y me abro camino para ir a mi oficina.
Las cosas no han cambiado nada aquí, la decoración sigue siendo la misma y nadie ha movido ni una sola carpeta de lugar. Es entrar a mi oficina y recordar los buenos momentos que Gael y yo hemos vivido aquí, pero también es recordarle a él y sus visitas las cuales claramente han sido parte de su plan. No he sabido nada de él desde aquel amanecer y si bien es un alivio el que no se haya vuelto a acercar a mí; también me hace enfadar.
Regreso a mi vida como un tornado el cual arrasa todo a su paso y luego se va como si nada hubiese sucedido aquí. Si tan solo él estuviese pagando por haberme violado... al menos sería una especie de alivio para mí, pero no... Él ha desaparecido y con él se ha llevado lo que iba a ser mi vida feliz junto a Gael y nuestros hijos.
La pantalla de mi ordenador me recuerda lo felices que éramos los dos al mostrarme una foto nuestra basándonos en la playa cuando viajamos a Málaga «todo aquello parece estar tan lejos...»
—¿Puedo?— Me interrumpe la voz de Joel y al verle, me sonríe de esa manera especial que lo ha hecho siempre.
Asiento y le sonrió también a pesar de que por dentro estoy destrozada —Hola de nuevo.— Digo y observo lo largo que está su cabello —Vaya que te has dejado el cabello largo.— Comento y ríe.
—Eso sucede cuando tu jefa se va de luna de miel y te deja prácticamente a cargo de todo. No he tenido ni tiempo de ir a la peluquería.— Bromea y luego me mira un poco más serio. —Aunque, para ser una mujer recién casada y en espera de sus primeros dos hijos; no se te ve muy feliz, ¿te sucede algo flaquita?— Me pregunta y realmente comienzo a odiar que me conozca tanto.
—Lo de flaquita con esta barriga... está en discusión, ¿eh?— Rebato intentando cambiar de tema.
—Es circunstancial, no cuenta. — Refuta sin parar de reír, pero luego vuelve a mirarme serio —Ya, en serio... dime que te sucede, tienes los ojos hinchados y rojos ¿has estado llorando?, ¿acaso Gael te está haciendo algo malo? Mira que de ser así tengo el derecho de partirle la cara porque se lo he advertido.— Me dice sin pausa alguna entre una pregunta y otra.
—Eres imposible, ¿Por qué rayos me conoces tanto?— Le reclamo haciéndolo reír.
—Porque te conozco hace muchísimos, pero muchísimos años. Porque nunca te he visto así de decaída, porque no es normal que tu dejes todo lo que tanto trabajo te ha costado construir de la manera que lo has dejado, y porque esas ojeras que traes no las podrías cubrir ni con un kilo de maquillaje...— Se explica de esa manera tan particular que tiene de hacerlo.
—¿Tanto se me nota?— Cuestiono e intento no llorar.
—¿El que? ¿Qué no eres feliz?— me dice.
Asiento —Si...
—Si, ni cuando has descubierto el engaño de Pedro te he visto así.— Dice y es solo escuchar su nombre y comenzar a llorar como si me estuvieran torturando.
—¡Flaquita!— Exclama y lo siguiente que noto es que gira mi silla para verme de frente —Ey...— Dice y me sujeta delicadamente el rostro para que lo mire —Dime, ¿Qué sucede?— Me pregunta alarmado y lo único que se me ocurre hacer es abrazarlo.
Es la primera vez en todas estas semanas que puedo abrazar a alguien sin sentir miedo… —No me sueltes.— Le pido entre lágrimas.
—Shhh... no, no lo haré... tranquila...— me consuela.
El silencio entre los dos me hace entender que necesito contarle a alguien lo que me sucedió. Necesito sacar esto de adentro antes de que me vuelva loca.
—Joel... la noche de la presentación...— Digo entre lágrimas y me aparto un poco para verle a los ojos.
—¿Qué? ¿Qué pasó?— Pregunta entrecerrando sus ojos.
—Él... me dio algo...— Intento explicarme.
—¿Algo? ¿Quién? ¿Pedro?— Indaga.
Asiento. —Una bebida...— Consigo decir entre sollozos —no sé qué sucedió después. Gael nos encontró en nuestra cama... yo no recuerdo... solo desperté, estaba desnuda, y Gael le pegó a él, estaba inconsciente en el suelo...—
—¡¿Ese hijo de puta te ha violado?!— Me pregunta alterado y asiento.
—No lo recuerdo. Solo sé que cuando fui con el doctor a los pocos días; los análisis de sangre arrojaron positivo en una droga que no recuerdo ahora como se llama.— Continuo.
—¿Y los bebés?
—Estuvieron monitoreando el embarazo y afortunadamente están bien.— Explico entre lágrimas.
—¿Gael no ha hecho nada?— Inquiere y niego con la cabeza.
Niego —Gael piensa que lo engañe, no me permite hablar de esa noche.—
—Pero, si ustedes estaban bien el día de su boda...— Expone intentando encontrar una lógica a lo que no lo tiene.
—Es toda una farsa, mi matrimonio es un infierno. Nos hablamos lo necesario, dormimos en cuartos separados, yo no lo resisto cerca, y anoche... creo que me ha sido infiel.— Relato demasiado angustiada.
—¡Ese cabrón me escuchara!— Advierte y niego.
—No lo hagas, es algo entre él y yo... Ni siquiera sé si valga la pena intentarlo. No me escucha, no me ve... no se da cuenta de lo que me sucede, solo piensa que me hago la victima.— Digo y cada vez que explico como me siento; me duele mucho más su actitud. —Solo necesitaba sacarme esto de aquí.— Explico y señalo mi pecho. —No doy más, si no fuera por mis hijos te juro que hubiese cometido una locura— confieso.
—Shhh... ni lo digas.— Me pide y con sus dedos quita las lágrimas de mis mejillas. —Te juro que encontraré al hijo de puta de Pedro y le haré que pague por esto que te ha hecho.... Quiero matarlo.— Comenta —Pero tú...— Continúa y me mira a los ojos —Necesitas ayuda flaquita, no puedes seguir así.— Me alienta, pero niego.
—No... no quiero, sabes que toda la vida de Gael y todos los que estamos a su alrededor estamos muy expuestos, y hasta que no me divorcie de él, no quiero que mis problemas le afecten. No quiero que la prensa diga que tiene una esposa loca, deprimida, o victima de abuso sexual... no podía resistir ese escándalo. Por favor, ayúdame tú, ¿si? Eres el único en el que confio.— Le pido y después de pensárselo un rato; él asiente.
—Vale, pero si sigues mal buscaremos a alguien profesional.—
—Está bien— Accedo.