3. Heridas

1253 Words
[AMBOS] Alguna vez en alguna entrevista había dicho que solo había sido infiel una vez y que la he pasado fatal; bueno en estos momentos estoy volviendo a serlo. La pelirroja de ojos azules que conocí en aquel bar se mueve sobre mí de una manera imposible de no ser admirada. Sus manos están apoyadas sobre mi torso para ayudarse y yo me estoy muriendo de placer. Mis manos van hacia sus pronunciados pechos y bajan hacia su cintura para ayudarle y hago que se mueva al ritmo que yo necesito que lo haga. No hay una pizca de amor entre los dos, pero vaya manera de follar que tiene, tanta que me ha dejado sin aliento. Se deja caer a mi lado y ríe de no sé qué. —¿Por qué ríes?— Cuestiono serio. —Moría por comprobar si eras bueno o no en la cama...— Se justifica. —¿Y?— Indago. —Lo eres, y mucho.— Dice y antes de que pueda rebatir. Ella se sienta en la cama y comienza a recoger mi ropa del suelo para entregármela. —Ahora, debes irte. — Me dice de la nada y a pesar del mal genio que me cargo y de todo lo malo que me sucede; sus palabras me hacen reír. —Menos mal que soy bueno en la cama, si llego a ser malo me echas en la mitad de todo.— Rebato mientras me siento en el borde de la cama y comienzo a vestirme. —Tonto... no es por eso; es que no vivo sola y no quiero que mi hermano te vea aquí. Imagínate el escándalo que sería. Además, no creas que no sé qué estás casado ¿Por qué haces esto? ¿Acaso tu esposa no te da lo que necesitas? — Me cuestiona. —No tengo ganas de hablar de eso, es mejor que mantengamos las cosas así y ni tú te metas en mi vida; ni yo en la tuya. — Sentencio mientras cierro el pantalón. Ella me sonríe mientras se coloca un albornoz de seda y camina hacia mí –Me parece genial, ¿eso quiere decir que nos volveremos a ver? — Cuestiona sonriente. Me pongo de pie, me coloco la camiseta y encojo mis hombros —Puede ser, pero no te hagas ilusiones, ¿vale?— Advierto. —¿Por qué lo dices?— Me pregunta sin dejar de mirarme a los ojos. —Aunque no lo creas, amo a mi esposa más de lo que debería... que esté aquí contigo no significa que no la ame. — Intento explicarme, pero si yo mismo no consigo entenderme; ¿Cómo lo hará alguien más? Está parada frente a mí sin dejar de mirarme a los ojos, acaricia mi mejilla y se sonríe —No te preguntare nada. A decir verdad, lo único que me interesa de ti es tenerte en mi cama, si me dices que lo volveremos a repetir por mi todo está muy claro.— Me dice con su voz asesina. —Ten por seguro que volveremos a repetir. — Sentencio y me despido de ella con un corto beso para luego salir de su habitación y acto seguido de su piso. *** Al día siguiente: 25 de septiembre, 2018 [SERENA] El portazo de anoche fue mucho más tarde de lo usual; cuatro de la madrugada. No quiero ni imaginarme dónde ha estado, y mucho menos con quien. No quiero pensar en que no solo me trata como lo hace, sino que también me es infiel, aunque ¿se puede ser infiel en un matrimonio que solo es un pedazo de papel? Termino de prepararme el desayuno y coloco todo en una bandeja para salir a desayunar al jardín. Afuera es un día precioso, el verano está llegando a su fin y debo aprovechar estos últimos días de sol para por lo menos sonreír a causa de algo bonito ya que el invierno se acerca y con ello también los días grises y lluviosos al igual que como me siento por dentro. Me siento en la mesa que está frente a la piscina e intento relajarme mientras tomo mi té y saboreo los croissants de chocolate que me he comprado ayer en la panadería de la esquina. Al parecer mi momento de paz no durará mucho ya que Joel vuelve a insistir por teléfono. Ya resignada por su insistencia contesto. —Hola Joel. — Digo sin ánimo alguno. —¡Hasta que por fin me contestas Serena!— Exclama del otro lado de la línea. —Le he dicho a Ana que no estaría a cargo de la oficina, que solo haría lo justo y necesario para que ustedes pudieran seguir trabajando. — Explico. —Vale, te entiendo que estés recién casada y que quieras estar con Gael todos los días, pero ¿recuerdas la licitación para la campaña publicitaria de la marca de maquillaje que has enviado antes de tu boda?—Comenta. —Si, ¿qué hay con eso? — Pregunto confundida. —¡Que la has ganado!— expresa feliz—,mañana debes firmar el contrato, necesitamos que vengas aquí para poder preparar todo.— Me explica y debo admitir que esto no me lo esperaba. —Joel, es que...—hablo en voz tenue. —Es que nada flaquita, ven a la oficina ya mismo. Esta es una oportunidad que no puedes desperdiciar por nada del mundo, ¿te trae tu marido o voy por ti?— Cuestiona. —Conduciré yo, estaré allí en una hora.— Accedo finalmente y es que en realidad no quiero que la gente que tanto ha confiado se vea defraudada por mi culpa. —Te espero.— Dice y termina la llamada. [...] Termino de vestirme para ir a la oficina, y recojo mi bolso para irme. Al salir de mi habitación me encuentro con él caminando en pantalón corto de pijama y sin camiseta por el pasillo. —Hola.— Me dice frío. —Hola. — Me limito a responder y sigo mi camino pasando por su lado y al notar el chupón que lleva en su cuello; cierro mis ojos intentando que no me afecte. —¿Dónde vas?— Me pregunta firme. —A trabajar— respondo en el mismo tono frío. —Creí que no ibas más a tu oficina.— Intercede. —Debo ir, ganamos una licitación y no puedo dejar a mis empleados en la nada.— Explico y sigo caminando. —Vale, ¿y la cita con el obstetra? — Me pregunta. —Vaya, pero si te acuerdas de eso.— Comento de manera sarcástica. —Sabes perfectamente que mis hijos son lo único que me importa.— —Está bien, es mejor que sea así, de esa manera la mujer que ha dejado esa marca en tu cuello no sufrirá. Dile que cuando nuestros hijos nazcan tú y yo nos divorciaremos; de esa manera ella podrá tener esperanzas de que tú te cases con ella.— Me limito a responder y sin más sigo caminando por el pasillo hasta llegar a la escalera a pesar de que por dentro siento que me están cortando en dos. «No llores Serena... No le dejes verte así.» Me repito una y otra vez, pero es salir de la casa y subirme al auto para que mis lágrimas se transformen en un mar. «¿Por qué lo sigues queriendo después de todo lo que te ha hecho? ¿Por qué?»
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