Una confirmación

1209 Words
En la noche París Gabriel Mañana tal vez sea la última oportunidad de saber si alguna vez yo signifique algo para Patricia porque debo retornar a Barcelona, es así que termino de ordenar mi equipaje hasta que soy interrumpido por sonido del teléfono de la habitación, dejo aun lado todo para saber quién me llama. –Buenos noches Señor Diaz, la señorita que siempre lo visita está aquí, quiere verlo– me expresa el empleado del hotel. –Buenos noches por favor dígale que me espere, enseguida bajo– le contesto. Dejo todo lo que estoy haciendo un tanto confundido por su visita a estas avanzadas horas de la noche, sin embargo, salgo a toda prisa mientras intento calmar mis nervios.  –Hola Patricia ¿Estás bien? ¿Qué te paso? – le pregunto apenas la veo con una cara de tristeza. –Hola Gabriel, lamento molestarte a estas horas, pero necesitaba despejar mi mente, hablar con un amigo– me explica entre lágrimas. –Patricia tranquila ¿Quieres ir por un café? Para que me cuentes que te sucede– le propongo. –Gabriel mejor no, solo necesito que estés a mi lado ¿puede ser? –Vamos a mi habitación, allí estarás más cómoda– le propongo. Enseguida subimos por el ascensor mientras que no puedo preocuparme por ella ¿Qué puedo haberle pasado? ¿Por qué vino a mí? son un sinnúmero de hipótesis que tengo, aunque no me atrevo a preguntarle nada y así caminamos hasta la puerta de mi habitación. –Por favor disculpa el desorden, estaba arreglando mi valija. –No tienes que disculparte, yo soy la que debo hacerlo por molestarte, es que no tenía a donde ir– me dice rompiendo en llanto. –Patricia por favor no llores, no tengo idea que te sucede, pero si puedo ayudarte puedes contar conmigo para lo que necesites– le afirmo. –Gabriel solo necesito un lugar para dormir esta noche y saber que estoy segura– me explica. –Tranquila, aquí estarás segura, yo te protegeré– le digo mientras la abrazo.  Ella solo se deja cuidar, siento como me abraza como un animal herido, que necesita sentirse seguro, tras un rato le propongo que intente descansar en la cama mientras que yo lo hare en el sillón que hay en la habitación. –Gabriel no me sueltes, quédate a mi lado– me pide. –Patricia estoy aquí, descansa– le afirmo sentándome a su lado para abrazarla. El resto de la noche solo la sentía temblar, asustada hasta que se quedó dormida y de nuevo solo tengo preguntas sin responder, a pesar de lo absurda de la situación no puedo evitar sentir que tengo una oportunidad con ella. A la mañana siguiente Me despierto desenredándome de ella, me quedo un minuto contemplándola y decido darme una ducha para después tal vez ir por algo de comer. Salgo de la ducha con una toalla alrededor de la cintura cuando noto que sea despertado. –Hola Patricia, lo siento pensé que seguías durmiendo– le digo apenado por estar semidesnudo. –Gabriel no tienes que disculparte, yo debería hacerlo por la noche que te hice pasar, lo siento– me asegura. –Patricia ……todos estos días me di cuenta de algo. –Gabriel me debo ir, adiós– me dice levantándose de la cama para irse. –Patricia espera– le digo alcanzándole a sujetar su brazo. Me atrevo a mirarla buscando algo que me diga que no le soy indiferente, me acerco a sus labios, la besó de una manera que me quema por dentro, ella despierta todo mi ser de una forma que nunca nadie lo hizo, nuestros besos se van tornando ardientes, la pego a mi para que sienta todo lo que desata en mí, mis manos buscan la manera de desnudarla en medio de esta locura que estamos viviendo,  me detengo a recorrerla con mirada un segundo, ella es mucho más bella de lo que podía imaginar, pero Patricia no se queda atrás y retira la toalla para dejarme desnudo viendo como mi m*****o esta rígido por lo excitado que me encuentro, la atraigo a mi boca para besarla con pasión, mientras la voy guiando hasta la cama donde se acomoda en medio sin dejar de besarnos, abandono su boca para recorrer todo su cuerpo en medio de gemidos, que me enloquecen más hasta llegar al sur de su intimidad donde me detengo para perderme en el sabor de su v****a, sus gemidos se han convertidos en gritos donde me pide que me detenga, pero solo lo hago para penetrarla con movimientos calculados donde no puedo calmar este fuego, una vez más miro su expresión y decido aumentar mis embestidas convirtiéndolas en salvajes hasta que siento que es el final, salgo de ella extasiado de placer para pegarla a mí y abrazarla. Estoy en las nubes por todo lo sucedido, todo lo que podía imaginar con ella no fue nada comparado con lo que acabo de vivir, en realidad me siento feliz de tenerla en mis brazos, la amo es la verdad. No tengo idea del tiempo que llevamos así solo quiero seguir así con Patricia, hasta que me interrumpe su voz. –Gabriel debo irme, es un poco tarde– me explica intentando zafarse de mí. –Patricia no te vayas, quédate por favor y hablemos– le pido. –No puedo Gabriel… ¿Cuándo regresas a Barcelona? –Mañana, pero Patricia en serio necesito que hablemos. –Gabriel dejemos las cosas así, no es necesario que hablemos. –Yo necesito hacerlo, tú no eres otra mujer que está de paso en mi vida, significas mucho más para mí de lo que te puedas imaginar. –Gabriel ¿Por qué me dices estas palabras? No lo hagas, no continúes por favor. –Tengo que hacerlo, Patricia yo te amo desde que éramos solo unos chicos, para mí no ha cambiado nada, puedo decir que es mucho más fuerte lo que siento por ti ahora y después de lo que acaba de suceder lo tengo claro. –¿Por qué nunca me lo dijiste? ¿Por qué te apareces y revuelves todo? ¿Por qué? ¡Maldición! – me reclama entre lágrimas. –Porque ahora ya no puedo callar esto que siento por ti, mi ser entero me grita que no te deje escapar de nuevo, te amo y si tú necesitas tiempo yo te lo daré, solo dame una oportunidad de demostrártelo. –Gabriel, tú tienes una vida en Barcelona, no la abandones por mí, no lo hagas– me pide. –Patricia ¿Qué soy para ti? ¿Por qué te acostaste conmigo? no creo que seas una mujer de aventuras. –No te debo ninguna explicación, olvídame– me explica mientras se viste –Solo te pido que me contestes ¡Hazlo! –Adiós Gabriel espero que tengas un buen viaje. –Me amas ¿verdad? Me quedo esperando que me conteste y solo la veo irse sin saber que pensar, todo me deja desconcertado no sé qué fue realmente lo que acaba de suceder, pero su silencio me da una esperanza de que ella tal vez pueda sentir algo por mí.
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