Adelaida metía todas sus pertenecías en cajas, las cuales no le importaba meterlas en un gran desorden con tal de irse de ese lugar lo antes posible. Sus lágrimas hacían el esfuerzo por retenerse en sus ojos marrones, pero inevitablemente algunas comenzaban a caer por su rostro. La ropa que poseía en sus manos comenzaron al caer ante el agarre tan débil que ella ejercía, pero no le importo pisarla para tomar las que les falta en el closet.
En ese momento no le importaba llevarse sus cuadros o sus muebles, con el dinero que le había dejado Erik había comprado una cabaña amueblada en un pueblo lejos de la ciudad, en ese sitio nadie la conocía y esperaba no volverse a reencontrar con el hermano de Magnus. Pero aun así no pudo evitar detener sus acciones al pensar en su pareja, ¿acaso debía de dejarle una carta?…
Ella misma se reusó a hacerlo, simplemente no sabría que escribirle, excepto que se encontraba embarazada. Adelaida en ese momento hubiera deseado tener un amigo cercano al que pudiera desahogarse, pero la única persona con quien había hecho eso era con Magnus.
¿Cómo pudo engañarla de esa manera?… Se preguntaba frunciendo su ceño y sintiendo nuevamente el nudo en su garganta, sus ojos observaron la oscuridad de la noche, ya era tarde y no había podido conciliar el sueño ante el miedo que aún sentía por Erik. Adelaida se sentía encarcelada, como si no tuviera escapatoria y la estuvieran vigilando.
Las horas para ella habían pasado con lentitud, ni siquiera había querido comer algo porque no sentía el apetito, simplemente se quería ir. Y era lo que estaba haciendo, la ciudad pasaba ante sus ojos con lentitud, como si quisiera recordarle cada momento vivido con Magnus en aquel lugar, justo al cruzar una calle a la distancia noto la taberna en donde había presenciado todo, pero no le dirigió la mirada. Tampoco quiso ver al mejor amigo de Magnus que se encontraba fuera del establecimiento y el cual la había visto.
(…)
Magnus sentía un gran peso en sus hombros, la gran responsabilidad que tenía lo estaba consumiendo poco a poco, ocasionando que afectara su relación con Adelaida. El noruego sabía que se estaba alejando de ella, al punto de solo verla por un par de minutos en su casa, pero no podía dejar de lado sus otras responsabilidades. La salud de su madre se encontraba delicada, tenía que ayudarla y también visitarla, ya que él era el único familiar que lo hacía.
Por otro lado, también se encontraba la responsabilidad de dirigir una de las mafias más grades del país, la cual su padre Gustaf le iba a heredar en un par de días. Aquello lo tenía un poco nervioso, sabía que al aceptar tendría que soportar las amenazas y recibir aún más enemigos de los que ya tenía, ahora más nada tenía que saber proteger a Adelaida. Magnus llegó a pensar contárselo a su pareja, pero el tema era tan delicado que no encontraba el momento perfecto y tampoco las palabras.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al observar la figura de su padre entrar hacia el patio, noto que este estaba fumando y que se estaba acercando hacia él. Magnus frunció su ceño, no tenía una buena relación con Gustaf para que ambos estuvieron sentados en el mismo lugar. Observo con indiferencia como su padre se sentó a un lado de él, y Magnus estaba dispuesto a levantarse para marcharse a otro lado, pero Gustaf comenzó hablar.
― ¿Sabes?… Toda persona tiene una debilidad, puede ser la familia o una persona en específica, pero ¿Qué tanto pueden sacrificar para protegerla?… ― La conversación que su padre había iniciado le estaba causando un mal augurio a Magnus, el cual frunció su ceño.
Poco a poco su corazón comenzó a latir más rápido, no se encontraba nervioso, pero si a la defensiva. La única persona que sabía que Magnus estaba saliendo con Adelaida era su madre y era porque confiaba en ella con los ojos cerrados, en ese momento llego a pensar que su padre lo había estado vigilado.
― ¿A qué viene esa conversación?… ― Su voz era grave y se podía notar una leve molestia, Gustaf en ese momento no respondió, solo exhalo él fumo del cigarrillo para luego sacar de su saco un par de fotografías, las cuales se esparcieron en la mesa al tirarlas. Magnus en ese momento no se dignó a tomar las fotografías, solo las observo a la distancia y fue en ese momento que frunció aún más su ceño.
La mujer que estaba en las fotos tenía un gran parecido a su pareja, Magnus con impaciencia tomo todas las fotografías para detallarlas mejor y su presentimiento había sido cierto. Su padre sabía de Adelaida, y no solo lo estaba vigilando a él, sino a ella. Le habían tirado una foto en su trabajo, en su casa, saliendo de compras y la taberna a donde siempre la llevaba.
Habían seguido cada paso de ella y Magnus no se había dado cuenta, las fotografías se comenzaron a arrugar ante la presión que el noruego ejercía en su mano. Su rostro indiferente había cambiado por completo, ahora Gustaf podía notar el gran enojo que su hijo estaba sintiendo, Magnus se levantó con brusquedad ocasionando que la silla detrás de él cayera al suelo.
― ¡Como te atrevas a tocarla, te mataré!… ― Gustaf por dentro sentía un poco de miedo de su propio hijo, sabía que su comportamiento podía llegar hacer agresivo. La voz de Magnus había sonado imponente y también había llamado la atención de Erik, que presenciaba la escena escondido en uno de los muros.
― Nunca llegue a pensar que tu debilidad fuera esa mujer, siempre creía que sería el dinero o el poder… Pero ya veo que eso no te interesa en lo absoluto. ― Gustaf se estaba tomando la conversación con mucha calma, aquellas fotografías no las había mandado a tirar él, había sido Erik quien le dijo que Magnus estaba dispuesto a sacrificar la herencia familiar por esa mujer.
― Yo no soy como tú. ― Suelta con rabia mientras aprieta sus puños listo para tirarse encima de Gustaf.
― Eres peor que yo, Magnus… Pero no lo quieres aceptar, crees que enamorándote podrás calmar tu infierno, pero no será así. Vivirás en este martirio por el resto de tu vida, y si en verdad la amas vas a sacrificarte para protegerla. ― La mandíbula de Magnus se tensó, su respiración se estaba agitando al escuchar las palabras de su padre. ― Puedes tener mi palabra que no le haré nada a esa mujer, pero a cambio tendrás que casarte con Eyra y así heredaras la mafia.
― ¿Y si no acepto casarme con Eyra?… ― Magnus conocía a esa mujer y la odiaba con toda su alma, Eyra era una persona mentirosa, hipócrita y que solo quería estar con él por el poder, además que Magnus sabía que Erik se la estaba cogiendo a escondidas de ambas familias.
― No es si quieres o no, Magnus… Es que debes de hacerlo por ella, la mafia de Isak ha estado vigilando nuestros pasos desde hace meses y estoy seguro de que saben de ella. Pero la dejarán en paz cuando vean que no te interesa y te hayas casado con Eyra. ― Magnus desvió su mirada molesto, sabía que en cierta parte lo que estaba diciendo su padre era cierto, había colocado a Adelaida en el punto de mira para sus enemigos.
― Acepto… ― Pronuncia en su pequeño susurro que fue escuchado por su padre, el cual asiente sin decir más nada. Gustaf se levanta del asiento dispuesto a irse de allí, pero Magnus lo detuvo tomando su brazo con cierta fuerza. ― ¿Cómo supiste de ella?… ― Pregunta el noruego con cierta curiosidad, por otro lado, Erik se había puesto nervioso al escuchar la pregunta de su hermano y esperaba que su padre no le mencionara que había sido él.
― En realidad no he sido yo quien te estuvo vigilando, ha sido una rata que está muy cerca de ti, deberías de cuidarte, Magnus… ― Gustaf se fue de allí dejando a solas a su primogénito, el cual soltó un suspiro. Ahora Magnus tenía que terminar con Adelaida para protegerla, aunque en el fondo no quería apartarla de su lado, quería que ella aun estuviera para el cómo siempre lo había hecho.
El noruego lleno de tatuajes hasta llego a pensar que sería el momento indicado de confesarle a Adelaida su verdadera vida, quizás si le llegaba a explicar todo con detalle podría hacer que lo esperara por un par de meses para luego divorciarse y casarse con ella. Los planes de Magnus estaban revueltos, él solo estaba buscando el mejor plan en donde no tuviera que terminar con la persona que más amaba. Pero en todos esos planes sabía que Adelaida quedaría destrozada ante el engaño y haberla colocado en una situación peligrosa, Magnus de verdad la amaba.