Capítulo 02: Parte 02…

1181 Words
Magnus no podía describir con claridad como era que se sentía, no había podido ver a Adelaida desde la última vez que le dejo unos regalos. Había intentado comunicarse con ella en varias ocasiones, pero nada funcionaba, ella simplemente no le respondía. Las llamadas parecían que no tuviera cobertura, los mensajes que intensamente le mandaba tampoco los llegaba a tan siquiera leerlos. El mafioso durante aquellos días que no había podido visitarla se encontraba resolviendo los papeles de su matrimonio con Eyra, los cuales tuvo que llamar a un abogado porque había leído uno de sus documentos en dónde Eyra se quedaría con una gran cantidad de dinero junto con propiedades si se llegaban a divorciar. Gustaf había peleado con su primogénito al querer cambiar los documentos, pero al final llegaron a un acuerdo en secreto. Ahora había un nuevo jefe en la mafia Nyhus y todos le tenían un gran respecto a Magnus, que con los años se había ganado la lealtad de muchas personas y favores pendientes de personas importantes. Pero aun así sentía un mal presentimiento que lo había estado persiguiendo desde que había visto a su novia, su mente le hacía recordar el rostro de su pareja aquel día, sentía que algo no se encontraba bien con ella. Pero él estaba seguro de que Adelaida se lo contaría… Ella confiaba en él… De sus labios soltó un suspiro nostálgico al recordar que aún no le había contado su secreto, los ojos azules de Magnus observaron cómo su mejor amigo terminaba de hablar con un vendedor de sustancias ilegales en su territorio, por lo que cuando subió a la camioneta de piloto, Magnus no quería irse a la mansión. — Llévame al edificio de Adelaida… — Bar no había menciona nada, pero asiente con su cabeza comenzando a conducir hasta la dirección de aquella mujer. Desde que Magnus se había casado con Eyra no había aceptado portar el anillo de matrimonio, él se había prometido que solo tendría un anillo si se casaba con Adelaida. Los minutos habían pasado y por fin había llegado a dónde vivía su pareja, esta vez había hecho una parada antes para comprar las flores favoritas de Adelaida. Bard sabía a la perfección que tenía que quedarse en la camioneta por cualquier cosa, además que había notado el desánimo en su mejor amigo al no ver a aquella mujer. Ante los ojos de Bard aquella pareja era tal para cual, aunque en el fondo le desagradaba que Magnus mantuviera a Adelaida en una burbuja llena de mentiras. El mafioso soltó un suspiro entrando al edificio, el lugar se encontraba un poco solitario, pero no le tomo importancia, sabía que a Adelaida le gustaba de esa manera. De forma impaciente espero que el ascensor llegará al piso marcado, Magnus movía de manera inconsciente su pierna, sus manos llenas de tatuajes acomodaban a cada rato el ramo de flores, Magnus quería suavizar un poco su ansiedad. Cuando sus ojos azules observaron la puerta del apartamento de su pareja inconscientemente sonrió, en su mente ya se encontraba la imagen de Adelaida preparando su merienda mientras veía su serie favorita. Magnus sabía cada detalle de ella, se lo había guardado en su mente como el mayor de los tesoros. Una de las manos del noruego pulsa el botón del timbre, a sus oídos llegó el sonido del interruptor y con solos unos pocos segundos Magnus frunció su ceño, nadie le respondió. Nuevamente, volvió a pulsar el timbre y por alguna razón sintió un mal presentimiento, aquel hombre volvió a esperar unos segundos, pero nadie llegó. Magnus había intentado escuchar algún otro sonido en el apartamento, pero todo estaba en silencio, de su bolsillo saco un juego de llaves del apartamento, esto no lo sabía Adelaida. Él solo entraba en el apartamento cuando era requerido y dejaba todo ordenado, sin ningún rastro. Lo primero que observó el mafioso fue un completo desorden en el apartamento de su pareja, sus ojos se abrieron de sorpresa y su corazón latía desesperadamente al solo pensar en lo peor. Los jarrones con flores y plantas que cuidaba Adelaida estaban esparcidos en el suelo, algunos cuadros de fotografías y pinturas también lo estaban. En ese momento lo único que paso por la mente de Magnus fue la amenaza que Gustaf le había dicho, él creía que esto era acto de su padre. Magnus tiró al suelo las flores y saco la pistola que portaba en su espalda baja, escondida entre su vestimenta, sus pasos se volvieron rápidos mientras revisaba cada zona del apartamento buscando alguna pista, Magnus estaba a la defensiva por si volvían a entrar al apartamento o seguían allí, aunque esto lo dudaba, ya que no escuchaba nada. Cuando llegó a la habitación donde dormía Adelaida, encontró algunas ropas tiradas, pero el closet estaba vacío. Magnus guardó el arma y comenzó a buscar las pertenencias más importantes que tenía su pareja, pero entre más buscaba no encontraba nada. Por su mente paso la posibilidad de que quizás su pareja había recibido una amenaza y se haya largado, pero también la otra posibilidad era que se la habían llevado con sus cosas. Una angustia comenzó a crecer dentro de Magnus, sus puños se cerraron con fuerza al solo pensar que Adelaida no se encontraba bien. Por su mente ya pasaban miles de pensamientos sobre cómo hacer hablar a su padre si había sido el quién se llevó a Adelaida, Magnus salió de allí corriendo, no sin antes haber cerrado la puerta para que nadie se metiera. Cuando llegó a la camioneta, Bard lo miro con cierta confusión ante la agresividad con la que había entrado, por la mente del mejor amigo del líder no pasaba algo coherente para que estuviera con esa actitud. Sabía que Adelaida en vez de hacerlo enojar lo calmaba, ella le daba paz a Magnus. — ¡Llévame con Gustaf!… — Grito con enojo mientras marcaba al número de Adelaida con la esperanza de que respondiera y que le dijera que todo era un malentendido, Bard comenzó a conducir mientras veía de reojo a Magnus. — ¿Qué sucedió?… — Pregunto Bard con cierta inseguridad en su voz, podía escuchar como su amigo soltaba gruñidos de frustración al darse cuenta de que las llamadas y mensajes no servirían se nada. — ¡Adelaida no está en el apartamento!… — Bard frunció su ceño aún sin comprender, Magnus nota aquello por lo que se intenta tranquilizar. — No me abrió la puerta, entre y todo estaba hecho un desorden. Todo estaba tirado al suelo y su ropa no estaba, sus otras pertenencias tampoco. — Magnus tenía una respiración agitada, intentando mantener su mente fría para pensar mejor, pero no podía. El solo pensar que Adelaida pudo haberle ocurrido algo, le dolía. Magnus sentía que había sido su culpa y sabía que tenía que haberle colocado protección hacía mucho tiempo, pero no lo veía necesario al darse cuenta de que nadie sabía de ella. — Voy a matar a ese hijo de puta… — Susurra con rabia mirando la carretera.
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