Capitulo 2: El Dolor

1533 Words
Tres días después Aislarme del mundo no es una solución lo sé, pero este dolor no se me pasa. Me he convertido en un hombre agresivo, oscuro, uno al que la rabia lo consume y no puede aceptar el vacío que dejo perder a esa persona por la cual hubiera dado la vida. Deslizo nuevamente la pagina web de la naviera Di Marco y anoto los detalles que encuentro relevantes en las notas de mi celular. Abro otra pestaña en el navegador y busco toda la información que puedo acerca de Mauricio Di Marco hasta que me encuentro con una foto suya junto a una mujer bastante joven. Abro la imagen, la cual me lleva a otra pagina web, y al leer el pie de la foto, me doy cuenta de que acabo de encontrar su punto débil.  “Mauricio Di Marco y su hija Sienna en la gala benéfica del hospital Jackson” 《Sienna Di Marco… ¿conque tienes una hija?》Pienso y de inmediato busco información acerca de ella. Navego por sus r************* observando sus fotos y es realmente hermosa, ojos grises, cabello castaño pasando sus hombros, un rostro angelical, y un cuerpo de pasarela… definitivamente podría ser la perdición de cualquier hombre. Rebusco entre sus fotografías algún indicio de su vida sentimental, pero no hay rastro alguno de que tenga algún novio, amigo con derechos, y mucho menos un esposo. Todas sus fotos son de viajes con sus amigas y eventos a los que asiste con su padre, definitivamente es una niña de papá. Sigo revisando sus publicaciones hasta que me encuentro con unas fotos de ella junto a una mujer muy hermosa que tiene su mismo color de ojos “Hace varios años que me has dejado y continúo extrañándote como el primer día, te amo mamá” —Al menos eras viudo…— Murmuro con rabia y tal vez un poco de alivio al saber que mi hermana no fue su amante.  Observo las fotografías, la información de la empresa e incluso los reportes financieros públicos de esta, para intentar encontrar la manera de llegar a él y hacer que pague por lo que hizo —Tengo que desestabilizarlo…— Me digo en voz alta y sé que la mejor manera de hacer esto es que su empresa pierda dinero para después poder ser su salvación, pero ¿Cómo lo consigo? —Piensa Lucas, piensa…— Murmuro y la alarma de mi celular me regresa a la realidad.                                                                                                                                                                               Alarma:                                                                                                     Reunión con Ramiro Santibáñez-Café Trastevere 《¿Cómo es que me olvide de está reunión?》Me reclamo y la respuesta es simple, hace días que ni siquiera sé en que día vivo. Yo, el hombre responsable, estricto, y empático, se ha convertido en esto… y lo que queda, siento que nunca más regresara ese Lucas Sandonini. Cierro la computadora, me levanto de la silla y me miro frente al espejo para acomodar mi camisa. Abrocho correctamente mi camisa, estiro las mangas, cierro los puños y me coloco la americana que hace juego con mi pantalón gris oscuro. Me aseguro de llevar mi billetera y el celular, y salgo de la habitación.  No hago más que pasar por delante de la puerta del dormitorio de mis padres y escucho a mi madre teniendo otra de sus crisis, esas que se han vuelto constantes en estos últimos días. El llanto y sus gritos se entremezclan mientras que mi padre la intenta tranquilizar sin éxito y tan solo se une a ella en ese llanto que jamás vi en él hasta ahora. Cada minuto que ellos sufren es un minuto que quiero que él sufra… mi odio crece demasiado rápido y me da miedo, pero al mismo tiempo es incontrolable.  Quito las lagrimas que se han escapado de mis ojos y continúo caminando hasta salir de la casa. Me detengo en el umbral de la puerta e intento respirar un poco de aire puro para así sentir algo de paz, pero es inútil, para mi el aire está contaminado. El cielo no azul sino gris, y los arboles no florecen, sino que, todo lo contrario, sus hojas caen como lo hacen en el otoño. Ahora entiendo cuando veía esos documentales acerca de personas que habían cometido un crimen y explicaban que el odio los consumió. No quiero ser uno de esos, pero tampoco quiero que Mauricio siga tan tranquilo transitando por esta vida después de lo que hizo.  Sacudo todos estos pensamientos de mi cabeza por tan solo un instante, y me subo a mi auto. Me coloco mis lentes de sol, abrocho el cinturón de seguridad y arranco como si estuviese yo solo en esta ciudad. Las calles pasan de prisa a mi alrededor y si bien debería intentar no cometer una locura, por momentos siento este gran deseo de morirme yo también, pero sé que eso tan solo significaría enterrar a mis padres en vida, no les puedo hacer eso.    Disminuyo un poco la velocidad, y a medida que me voy acercando a la calle donde está el café donde he quedado de encontrarme con Ramiro, lo hago un poco más hasta que encuentro un sitio donde estacionar el auto y así lo hago. Apago el motor, me desabrocho el cinturón, abro la puerta y bajo del auto sin mirar si venía alguien o no.  —Guarda prima di aprire la porta! — (¡Mira antes de abrir la puerta!) me grita una voz femenina y de inmediato me quito mis lentes de sol y la miro fijamente. —Scusami, non ti ho visto— (Discúlpame, no te vi) Le digo sin prestarle mucha atención, pero de repente ella me toma del mentón y hace que la mire a esos ojos miel que tiene.   —Ti perdono tutto— (Te perdono todo) susurra y sin responder a su comentario, muevo mi cara para que me suelte y simplemente continúo caminando rumbo al café. Al llegar a la puerta, abro y escuchando comentarios que no me interesan por parte de algunas mujeres, camino en busca de Ramiro hasta que lo veo en una de las mesas del fondo —Lucas, que bueno verte nuevamente— Me saluda mientras que se pone de pie para saludarme con un abrazo —Siento mucho lo de Lucia— Murmura —Hubiese ido al funeral, pero llegue anoche, discúlpame— Se excusa cuando nos soltamos y hago un breve gesto como diciéndole que todo esta bien.  —No te preocupes, sé que puedo contar contigo. Además, todo paso tan rápido que no tuvimos tiempo de nada— Explico. —Me imagino, yo no lo podía creer— Comenta cuando ya nos vamos sentando a la mesa y una vez que la camarera se acerca a nosotros, pedimos unos cafés y algo dulce para comer. —Así es, pero sabes que, necesito por un momento hablar de otra cosa, me estoy volviendo loco— Le pido y sé que además de un colega increíble para los negocios, él también es una especie de amigo con quien puedo contar —¿Cómo van tus negocios? — Indago tratando de distraerme.   —Como quieras… los negocios, pues ahí van, tengo una oportunidad increíble para asociarme con una de las navieras más grandes de Estados Unidos, pero estoy sin liquidez, no puedo comprar las acciones, ni invertir en los proyectos que me ofrecen—Me cuenta y sus palabras me llaman la atención. —¿Con que naviera? — Averiguo mientras que la camarera deja los pequeños platos con los bocadillos dulces que hemos ordenado. —Di Marco— Responde y mis cinco sentidos se ponen en alerta inmediatamente. —¿Conoces a Mauricio Di Marco? — Inquiero y él me mira con dudas. —No te diré que somos mejores amigos, pero si, lo conozco, ¿Por qué? — Cuestiona bastante confundido y sé que debo parecer un loco, pero es que Ramiro puede ser mi llave de acceso al mundo de ese hijo de puta que tanto daño le hizo a mi hermana. Me acomodo un poco mejor en la silla y miro fijamente a Ramiro —Tú quieres separarte de los negocios de tu familia, ¿cierto? — Le pregunto. —Claro, tú mejor que nadie lo sabes, pero tampoco quiero irme sin dinero— Me explica y esto es una obviedad. Sonrió de lado y puedo notar en su rostro que no entiende nada de lo que digo —Te voy a ofrecer el negocio de tu vida, te voy a dar una suma de dinero que ni en tres vidas podrás juntar de una manera normal, pero tengo una serie de reglas que debes cumplir y un inmenso favor que me tienes que hacer— Explico y me mira entrecerrando sus ojos. —Si no es nada ilegal, te escucho— Responde firme. —Nada ilegal, te lo prometo— Afirmo. —Te escucho entonces— Habla mientras que las dos tazas de café ya están sobre la mesa y por dentro sonrió triunfal al darme cuenta de que la vida me está poniendo frente a mi un camino para justicia.
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