Capítulo 9: «La fiesta» primera parte.
~Cristopher~
—¡Levanta, levanta!
Doy un manotazo al aire al escuchar la voz de mi hermano.
—Calla —apoyo una almohada sobre mi rostro y doy media vuelta en la cama para seguir durmiendo. La cabeza me palpita recordándome la noche pasada y la cantidad de alcohol que ingerí al lado de él recordando los años pasados.
—¡Christopher te necesito levantado ahora! —exclama él y lo ignoro olímpicamente.
Lo escucho remover cosas por la habitación de invitados en la que me encuentro, abre la puerta y sale dejándome dormir por fin lo cual agradezco.
Sé que no debí celebrar tan rápido cuando la puerta nuevamente se abre y un balde de agua cae sobre mi.
—¡MIERDAAAA!
Me levanto sobre el colchón asustado, desconcentrado y empapado.
—¡¿Qué mierda te pasa?! —Miro a Damián que me mira con una extraña sonrisa desde el suelo, en una de sus manos sostiene el balde con el que me ha mojado.
No responde a mi pregunta, sigue sonriendo tal cual e incluso más que antes, parece que su rostro se fuera a partir por la mitad si sigue sonriendo de esa forma.
—¿Porqué estás sonriendo como imbécil?
—La vieron —murmura despacio, inclinó mi cabeza a un lado sacudiendo mi oído para retirar el agua que entro a mi oído y no logro escucharlo bien.
—¿Qué dijiste? Tengo el oído taponado por tu culpa —él ignora mi queja y se acerca a mi subiendo a la cama y tomándome de los hombros mojados.
—¡La vieron, la vieron! —exclama sacudiéndome.
—¿A quién?
De inmediato se me pasa la rubia por la cabeza, no puedo creer que sea la primera mujer en la que piense al despertar. Qué pesadilla.
—Sabes a quien, la vieron en la frontera.
Abro ligeramente mis labios para decirle algo, pero no me sale nada, él vuelve a sacudirme y yo retiró sus manos de mis hombros.
—¿Estás seguro de que era ella? —pregunto sin salir de mi sorpresa.
Solo ayer estaba diciéndole que quizás nunca volvería y ahora me levanta para decirme eso.
—No estoy del todo seguro, por eso debo viajar ya mismo y encontrarla —explica él, asiento lentamente con mi cabeza hasta que cuadro los engranajes de mi cabeza.
—Es el cumpleaños de mamá —digo.
—Ya lo sé, volveré en la noche... Con ella —sus ojos brillan emocionados.
—Bueno, corre por ella, pero no llegues tarde, no quiero lidiar con el cariño de mamá yo solo —Damián rueda sus ojos, pero continúa sonriendo.
—Volveré temprano, lo prometo —levanta su mano haciendo juramento —, pero necesito que me ayudes en algo.
Ruedo mis ojos y cruzo mis brazos.
—¿Ahora que quieres?
—Kiara me está esperando y...
—No —lo interrumpo de inmediato bajandome de la cama y caminando al baño para buscar una toalla.
—¡Por favor! Nunca te pido nada y ahora necesito que me ayudes —viene corriendo detrás de mí y por el espejo puedo ver qué mira el reloj de su muñeca.
—No voy a ir por esa niñata —digo mientras tomo un nuevo cepillo de dientes del cabinete y comienzo a cepillar mis dientes.
—Solo necesito que la ayudes a escoger un lindo vestido, que se vea más hermosa que nunca, mamá quiere conocerla y no quiero que piense nada malo de ella. Tu mejor que nadie sabe cómo hacer que una mujer se sienta hermosa, cómprale lo más costoso, llévala a un buen spa y deja que se relaje, no la irrites ni trates mal.
—No he dicho que te haría ese favor, de hecho estoy bastante seguro en que no haré nada de eso, no la soporto, no voy a hacer el papel de niñera.
—En todo caso sería de sugar Daddy —dice entre risas, ruedo mis ojos.
Nuevamente mira su reloj y me mira con los ojos suplicantes.
—Te está esperando en el centro comercial del norte y...
—Damián no iré...
—Solo este favor, solo hoy y ya, prometo nunca más pedirte nada.
La desesperación en su mirada me hace cerrar los ojos con fuerza y soltar un gran suspiro porque sé que aceptaré algo que probablemente me hará arrepentir muchísimo.
—Solo por hoy.
Palmea mi hombro dándome una gran sonrisa.
—¡Eres mi hermano favorito! —grita antes de salir corriendo sin dejarme refutar lo obvio: Soy su único hermano. —¡Usa mi auto y mi tarjeta! ¡Dale lo mejor, ella lo merece!
Ruedo mis ojos de nuevo y salgo rumbo a su habitación a buscar ropa, no he traído nada mío anoche, pero somos prácticamente la misma persona así que me da igual usar su ropa, sé que no le molestará y tenemos el mismo estilo.
El problema está en que no he traído ropa interior limpia y no soy tan puerco como para usar la misma, rebusco por sus cajones encontrando varios que aún tienen la marquilla de etiqueta y tomó uno de color n***o que yo compraría.
Mi iPhone está lleno de mensajes con indicaciones de Damián, Kiara no sabe que seré yo el que llegue en su reemplazo y ya me estoy imaginando la cara que podrá cuando me vea a mi y no a mi hermano.
Damián Cooper: ¡Comportate! Ella te tiene miedo y piensa que la odies, no le amargues su día, ayer no fue nada bueno.
Ya sé que ayer no fue nada bueno, a la final es más perjudicado fui yo.
Con resaca y un constante dolor palpitante en mi cabeza, salgo de la casa de mi hermano y tomó su auto.
Llego al lugar en el que me especificó que ella iba a estar y no tardó mucho en encontrarla, lleva un vestido de flores que le acentúa la cintura y unas sandalias color azul cielo, su cabello rubio ondea con el viento y muchos hombres la miran descaradamente en los lugares que no deberían. Paso por el lado de un hombre calvo y gordo que la está mirando con mucha atención y golpeó mi hombro con el suyo, me mira furioso y lo reparo de arriba hacia abajo, tiene una erección nada disimulada, pero en la cual se nota que lo tiene pequeño.
—¡¿Se te perdió algo?! —me grita y lo ignoro yendo por Kiara.
Pongo mi mano en su cintura y la atraigo hacia mí pecho dándole un beso en la frente, el hombre nos ve juntos y tiene la desencia de sonrojarse e irse. Idiota.
—No deberías de estar vestida así —le digo y aunque sé que no importa que ropa use porque los abusadores están en todos lados, no quiero que nadie más la vea de esa forma.
Ni a ella ni a nadie quiero decir.
Siento como se tensa bajo mi toque y me alejo un poco, ella me mira con los ojos muy abiertos y luego ve hacia los lados.
No le dijo.
Maldita sea, Damián no le dijo que yo tenía que estar a cambio de él y la cara de Kiara me deja ver cuan sorprendida está por mi recién aparición.
—Ehhh... Ehhh, ¿Señor Cooper? —pregunta entrecerrando un poco sus ojos.
No es muy díficil reconocernos a mi hermano y a mi, pero sé que a quienes no nos conocen mucho, se les hace muy díficil encontrar alguna diferencia, pero ella sabe que no soy Damián, ha estado bastante tiempo con él como para poder llegar a una sola conclusión.
—Te estaban comiendo con los ojos y pudieron haber intentado algo más, la próxima vez que esperes a alguien hazlo en un lugar seguro —le digo y la veo morderse el labio inferior con mucha fuerza.
Mis ojos caen en ese lugar y me es inevitable no fijarme en que Damián tenía razón, son rosados, gruesos y juro que se verían muy bien en mi...
—Te vas a hacer daño —termino diciendo.
—¿Damián tardará en llegar? —pregunta reconfirmando lo que ya sabía, él no le dijo nada.
—No vendrá, tuvo que salir de urgencia y volverá hasta la noche, me ha pedido que este contigo en todo el día —comento rascando mi barbilla y me doy cuenta de que mi mano derecha sigue contra su cintura.
Me alejo y ella parece volver a respirar con tranquilidad.
—Oh, no se hubiera molestado, si él no podía venir yo podría hacer lo que necesitaba sola, si quiere puede irse, sé que tiene cosas que hacer y yo...
—No es negociable lastimosamente, Damián me mataría si se entera de que te dejé sola —ruedo mis ojos y ella mira hacia un lado pareciendo incómoda.
Puedo irme, pero no sé porque he dicho que no.
—Me da pena con usted, es mi jefe y no quiero aburrirlo, ya sabe que solo debo buscar un lindo vestido y peinado para esta noche.
—Tienes suerte porque yo soy el mejor dando mi opinión —le digo mientras comienzo a caminar, miro sobre mi hombro y ella sigue en el mismo lugar. —Vamos, no tengo todo el día.
Ella comienza a caminar siguiendo mis pasos y como parece no saber qué diablos hacer, yo la dirijo a las tiendas que sé que tienen vestidos buenos y cualquiera se puede acomodar en ella. Entro a la primera tienda "BelaRose" es una muy exclusiva de este lugar y sus precios son exhorbitantes, hacen más que todo vestidos a medida, pero como ya no hay tiempo de eso, podremos mirar alguno que le quede bien.
Entro y de inmediato una joven vestida con un traje color azul y el cabello bien pegado a su cuero cabelludo se acerca a saludarme.
—Buen día caballero, bienvenido. ¿En qué puedo colaborarle?
—Buen día, buscamos un vestido de gala para noche —la mujer enarca una ceja al verme señalando a la nada pues al darme vuelta Kiara no está.
¡Dios! ¡¿Ahora qué se hizo?!
Salgo y la encuentro a unos metros de distancia caminando de espalda.
—¿Se puede saber que estás haciendo? —pregunto tomándola del codo.
Ella mira el letrero del lugar y me mira.
—Es un lugar muy costoso, no tengo ese dinero para pagar ni un par de medias ahí —dice con las mejillas muy rojas.
Suelto su brazo y me cruzo de brazos.
—Damián me ha dado su tarjeta, no tienes que pagar nada —ella comienza a negar rápidamente con su cabeza.
—Él sabe que no le volveré a aceptar nada más, ya le debo mucho.
«Tres millones de libras»
Lo recuerdo a la perfección y la única razón por la que ya no me afecta es porque Damián ha saldado la deuda del "préstamo" y ese dinero ya no me compete a mi.
—Puedo ir a H&M, ver las zona de rebajas de Zara o incluso a Stradivarius, creo que eso sí puedo permitirmelo y los vestidos de ahí son muy hermosos —comenta con una pequeña sonrisa.
—¿Estas consciente de que irás a una fiesta de élite? —enarco una ceja mientras hago la pregunta. —No puedes llegar con vestido de H&M cuando habrán personas que lo mínimo que tendrán puesto es algo de diseñador exclusivo.
—Ya lo sé, pero no puedo permitirme algo tan costoso y ya no quiero seguir molestando a Damián, no me importa que me critiquen el vestido, a fin de cuentas solo soy una asistente, no pueden esperar más de mi.
Me molesta su conformismo, no puede simplemente rebajarse a una simple asistente, es lo que es, pero también mamá se ha empeñado en que sea su invitada de honor y en el fondo siento que también quiere ver la manera en que ella encaje con Damián, es la forma en la que mi madre quiere ser cupido y yo hoy estoy dispuesto a que mamá la vea como un buen prospecto para mi hermano si de esa forma el olvida a la mujer que para este momento puede que o este nuevamente huyendo de él o dándole una bofetada. Una de dos.
—Bien, va por mi cuenta, entremos —la tomo de la mano y la arrastró hasta el almacén, escucho sus quejas, pero no me importa.
Al llegar a la entrada de este, la señorita que antes muy amable me ofreció ayuda, ahora la mira de pies a cabeza despectivamente.
La mano de Kiara está muy fría bajo mi tacto y parece temblar cuando choca contra mi cuerpo y se gana una peor mirada de esa mujer.
—¿Pagará ella o usted señor? —miro a Kiara y noto como muerde el interior de su mejilla mirando a la mujer con bastante rabia, incluso a mi me ha molestado esa pregunta.
—Ella es la del dinero —respondo yo sorprendiéndonos a ambos.
—Oh, en ese caso bienvenidos —posa una falsa sonrisa y nos invita a entrar, la mano de Kiara tira de mi brazo y me mira con ojos suplicantes.
—¿Qué pasa? —le pregunto.
—Por favor vamos a otro lugar, esto es incómodo y humillante —murmura y siento que está demasiado tensa.
—Acá hay vestidos que...
—Por favor.
La mujer sigue mirándola despectivamente y decido voltear las cartas del asunto.
—Tienes razón, esta tienda parece como de mala calidad y tú mereces comprar en lo más exclusivo —Kiara me mira fijamente sin saber porque rayos estoy diciendo eso y yo también me lo pregunto —, no vale la pena desperdiciar tu fortuna en este lugar.
—No señor, acá...
—Hasta nunca.
Doy la vuelta y me llevó a Kiara entrelazando nuestras manos, a unos cuantos pasos ella suelta una pequeña carcajada y me ve con los ojos brillantes.
—Gracias, no me gusta fingir nada, pero no mentire al decir que no me gustó ver la cara de esa mujer, fue épica.
Sonrió de lado mientras suelto también una pequeña risa, veo que si tiene unos pequeños hoyuelos en sus mejillas que la hacen ver adorable.
¿Adorable? Dios, ¿Qué me pasa?
—Lamento que te haya mirado como la mierda.
—No es la primera vez —dice rápidamente —, lo que me molesta es que haya sido delante de usted —dice mientras se sonroja con fuerza. —No quería que usted se sintiera incómodo por estar conmigo.
Me quedo en silencio, me ha sorprendido eso, creí que sentía vergüenza por entrar así, pero al parecer me he equivocado.