Capítulo 8: «Gemelos Cooper»
~Christopher~
Una hora después veo el Audi de Damián llegar y parquear justo al lado de mi auto que como era de esperarse, sigue de la misma manera.
Estoy de brazos cruzados con la espalda apoyada en una de las columnas, al final los hombres desistieron de lavar el asiento cuando no pudieron reparar el artefacto y cuando ellos se fueron yo quede más enojado que nunca.
Veo como mi hermano baja de su auto y abre la puerta de copiloto y de esta sale Kiara.
«La culpable de toda esta mierda»
Ruedo mis ojos cuando la veo caminar al lado de mi hermano, lo miro entrecerrando mis ojos y niego con la cabeza.
—¿Tenías que traerla? —pregunto sin saludar, Damián frunce el ceño y sé que me está pidiendo con la mirada que no vuelva está situación incómoda delante de ella, pero me vale mierda lo que me pida.
Es culpa de esa niñata que yo esté así, sin follar, con una tensión gigante en mis hombros, lleno de ira y el estrés al mil. Si no se hubiera subido a mi auto todo estaría más que bien.
«Tu la subiste al auto»
Me recuerda mi subconsciente y odio el hecho de que sea cierto, no me obligaron a hacerlo, puedo ser muy hijo de puta cuando se me da la gana, pero hay otras veces donde prefiero hacer las cosas "bien" y justo cuando hoy decido que puedo hacer una buena obra de caridad llevando a esta niña a su casa y salvarla de la lluvia y de una posible enfermedad, todo me da vuelta y el único perjudicado soy yo.
—Interrumpiste nuestra cena —dice Damián palmeando mi hombro al llegar a mi lado —¿Qué ha pasado?
Kiara viste un sencillo vestido n***o, tiene el cabello arreglado en una trenza que cae sobre su hombro derecho y mira a todas partes con las mejillas sonrojadas, excepto a nuestro lado.
—¿Por dónde empiezo? —llevo una mano a mi barbilla rascando un poco mi barba de varios días —. Mi auto tiene los asientos empapados, han robado mi moto, no tengo como ir a ningún lado y tengo que esperar a que venga la policía para hacer la demanda de mi moto.
Paso una mano por mi cabello desesperado y noto que ella tiene los hombros tensos desde que dije lo de mi auto, Damián me mira con los ojos muy abiertos.
—¿Es una broma? ¿Robar la moto? ¡Pero si vives en uno de los lugares más seguros de la ciudad! —exclama levantando las manos al aire.
—Pues ya ves que no, en cualquier lado hay ratas.
Mi ceño está mucho más fruncido que lo normal, odio la gente que daña a los demás para su conveniencia, odio a aquellos que son amigos de lo ajeno y prefieren dañar a otros en vez de conseguir un trabajo digno. Yo no he logrado todo lo que tengo porqué lo he quitado a otras personas, lo he ganado porque lo he trabajado y me duele y odio saber que hay hijos de puta que se aprovechan de los demás en vez de hacer un mínimo esfuerzo por conseguir sus propias cosas de manera limpia.
El mundo se va a acabar mientras sigamos teniendo gente de mierda, es horrible pensar que muchas personas hacen el bien y que realmente de lo único que se hable es de quién hizo el mal.
Soy uno de los mejores abogados del mundo por esa misma razón, porque odio ver como tratan de salirse con las suyas y juegan chueco. Frente a mí nadie queda impune, si fallas, pagas. Así de sencillo.
Es por ello que Kiara no me inspira confianza. ¿Qué hace con mi hermano?
Él le ha dado todo en esta última semana, la compró, le dio casa, le dio trabajo, le dio todo lo que tenía pasando incluso por encima de la empresa y ella con él es toda sonrisas y falsedades que me ponen furioso porque no quiero que mi hermano sufra por culpa de ella.
No conozco sus verdaderas intenciones, pero no me es muy díficil deducirlas, ya saben, tengo ese instinto que me hace saber si una persona es confiable o no y ella está en mi lista negra de personas en las que jamás confiaría.
—Esto es una mierda, ¿Cómo podemos ayudar? —pregunta Damián y yo señalo a su juguete.
—Aleja a esa mujer de acá, no es de su incumbencia lo que suceda en este lugar.
—Eso no pasará, ella se queda —sentencia mi hermano con seriedad y sé que no dará el brazo a torcer, si ha dicho que no es porque no y punto.
—No pasa nada, yo puedo tomar un taxi e irme —comienza a decir ella y asiento dándole la razón —, tienes que estar con tu hermano y yo acá solo estorbo.
—Exacto.
—No Kiara Anderson, habíamos quedado en algo —dice él y yo aprieto con fuerza el puente de mi nariz.
—Ella se quiere ir, déjala y no seas tan intenso, me das vergüenza.
—Callate o me voy con ella y te dejo solo —amenaza.
—Damián, de verdad estaré bien, otro día podemos salir —miro la manera en la que ella acaricia el brazo de mi hermano y enarco una ceja.
Él se queda como estúpido mirándola fijamente y yo me sorprendo de lo imbécil que puede llegar a ser él, ¿De verdad se deja mangonear tan fácil de una niñata como esa?
Mi hermano está idiota.
—Por favor —vuelve a decir ella mirándolo fijamente.
He de reconocer que justo ahora ella está menos fea que de costumbre y la mirada que le lanza a mi hermano es la típica mirada de loba que ponen cuando quieren algo, ni siquiera puede disimular el papel que tiene, no caigo en su juego y me limito a ver cómo manipula a mi hermano con esos ojos penetrantes.
Si me mirara a mi de esa forma, no tardaría más de treinta segundos en darle la vuelta, ponerla en cuatro y follarla con fuerza apretando su trasero y embistiendola tan fuerte que la haría gritar. No soy de los que se dejan mandar por una mujer, me gusta someter y tener a mis pies, no lo contrario.
—Esta bien —termina por decir mi hermano y yo bufo. Patético —, pero no olvides que mañana pasaré por ti para llevarte a comprar el vestido para la noche y luego iremos a las peluquerías, mamá me ha recomendado varias a las que ella va.
—Te espero entonces mañana —ella le sonríe y se acerca a dejar un beso en la mejilla de él, este sonríe como si ella fuera la mujer más perfecta del mundo y a mi lo único que me provoca son arcadas. —Hasta luego, señor Cooper.
Se despide de mí y emprende camino rápidamente, mi hermano la observa con atención sin despegar sus ojos de su cuerpo y yo... Yo hago lo mismo viendo que realmente tiene un trasero redondo y paradito que podría apretar muy bien con mis manos, creo que encaja perfectamente en ellas.
Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos y miro a Damián cuando él suelta un suspiro al ver que el taxi ya se ha ido con ella..
—Que patético te ves enamorado —le digo provocando que me mire.
—Yo no estoy enamorado —rueda sus ojos y me encara —, Kiara es una chica preciosa, es muy sensible y dulce, pero sabes que mi corazón solo le pertenece a una.
Hago mi boca una línea, sé a lo que se refiere y odio que él siga esperando algo que muy probablemente jamás suceda.
—Tu corazón si, pero tú polla no —me encojo de hombros —, esa mujer debe mamarla bien si la miras de esa forma.
—Aunque no lo creas, Kiara y yo no hemos tenido ese tipo de contacto, la respeto como mujer y jamás la tocaría, ella espera un hombre que la ame y valore y yo no puedo hacer eso justo ahora —hace una mueca —, es una lástima que mi cuerpo no reaccione ante ella porque es una diosa, cualquiera quisiera tenerla en su cama.
—Ummm, no estoy de acuerdo en eso —comento apoyando una pierna en la columna y acomodándome mejor, la espalda me duele —, es torpe, ruidosa, se sonroja por todo y parece que todo le da miedo, viste feo y no es muy linda que digamos, no creo que ningún hombre quiera estar con ella. Se quedará esperando.
—No es nada fea Christopher. Es realmente hermosa.
—No le veo lo hermosa en ninguna parte.
—¿No? —pregunta él haciéndose el ofendido, o tal vez realmente lo está —, tiene unos ojos azules preciosos, una sonrisa muy hermosa con esos gruesos labios rosados, su rubio cabello es tan sedoso y siempre huele como a flores, cuando ríe se le marcan unos pequeños hoyuelos en sus mejillas que la hacen ver muy tierna y aunque apenas tiene dieciocho años, ella tiene un cuerpo de infarto.
Nunca la he visto reír así que no puedo dar fe a lo que él dice.
—Que no sea voluptuosa y plástica como esas mujeres que te tiras cada noche no significa que no sea hermosa, Kiara tiene una belleza única que es muy díficil igualar y esa inocencia que se carga es simplemente la cereza del pastel que la hace mucho más que perfecta.
—Y luego dices que no estás enamorado —me burlo, ruedas sus ojos.
—Hombre, daría lo que fuera por arrancar a Lina de mi corazón y amar a una mujer como Kiara, créeme que daría todo lo que tengo porqué eso sucediera.
Suspira y yo lo evalúo.
Mi hermano es guapo, claramente debe serlo si tiene mi jodido rostro, es un poco idiota a veces porque tiene buenos sentimientos y peca por inocente, pero no me gusta ver esa mirada triste que se carga cuando habla de ella. La espera con tantas ganas que me provoca sacudirlo con fuerza y gritarle que no volverá, se ha ido lejos y tal vez para siempre.
—Sabes que estás esperando algo que jamás pasará, ¿Verdad? —pregunto con cautela, no quiero que se ponga a llorar porque no sabría que hacer, no me va eso de consolar a las personas por muy hermano mío que sea.
—Yo sé que volverá —dice y muerdo mi lengua para no soltarle insultos por estúpido.
—-Hablas de esa asistente como si ella fuera lo mejor del mundo, tal vez por primera vez deberías de cerrar esa puerta y darle oportunidad a otras mujeres, hacerte a la idea de que no volverá, se ha ido hermano, llevas cinco años buscándola, si no te ha dado una señal de vida es porque no quiere saber de ti —Baja la cabeza mirando hacia el suelo y tiene el ceño fruncido y la cara apretada como si realmente estuviera aguantando las ganas de llorar, respiro hondo para calmarme un poco, realmente no quiero verlo llorar —. Ella tal vez ya tiene su propia familia y tú aún sigues esperando por ella...
—Va a volver —me mira con los ojos llenos de lágrimas y sé que es momento de dejar el tema por zanjado, al menos por hoy.
Odio que sea tan terco, es algo que nos caracteriza mucho a los Cooper, pero su terquedad con esa mujer fantasma es la peor de todas.
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La policía llegó quince minutos después con la orden para ver las cámaras de seguridad, ellos disponen de tres agentes que se quedan a cargo de investigar quién ha sido el ladrón que se ha llevado lo que me pertenece mientras yo dejo mis documentos con ellos mostrando que es mi propiedad, hago las respectivas denuncias y luego subo al auto de Damián para ir a su casa. No me quedaré un día más en este lugar y mañana a primera hora llamaré para que un camión de mudanza venga por mis cosas, es hora de buscar un nuevo lugar.
Damián vive en una casa campestre a las afueras de la ciudad, bastante cercana a casa de Papá, ahora que él no está, ese propiedad ha pasado a ser de ambos, mi hermano y yo decidimos que la dejaríamos tal cual estaba, de vez en cuando vamos a darle una vuelta y ver que todo marche bien, solo la habitan los empleados. Volver a ese lugar en el que pasamos la mayor parte de nuestra vida al lado de nuestro padre y sus buenas historias nunca es fácil.
Perderlo a él fue perderme a mi mismo, era mi mejor amigo, mi mentor y el saber que ya no está sigue doliendo.
Voy directo al mini bar que tiene Damián y me sirvo un vaso de whisky, le sirvo otra a él y ambos bebemos sin decir ni una palabra, el silencio nunca es incomodo cuando estamos juntos, creo que nuestra conexión de gemelos sigue tan fuerte como cuando éramos pequeños y aún cuando a veces —la mayoría de la veces de hecho—, tenemos nuestras disputas, siempre seguiremos siendo nosotros, los gemelos Cooper.
—Mamá me contó que Kiara tuvo que decirle que estabas muerto porque así se lo había ordenado —suelta una pequeña carcajada y me es imposible no sonreír al recordar eso.
—Nuestra mamá sigue igual de comunicativa, ¿Eh? —Damián golpea mi brazo porque sabe que solo adorné la palabra y realmente quiero decir que mamá es muy chismosa.
—Le pareció cómica la situación y dice que tiene muchas ganas de conocer a Kiara —bebe un trago más largo.
—A ver si ella también nota que te mueres por mi asistente —lo veo rodar los ojos.
—Nah, me lo hubiera dicho ya.
Se encoje de hombros y continuamos hablando como hace tanto tiempo no lo hacíamos, me agradan estos momentos con él, aunque claramente no se lo voy a hacer saber.
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