CAPÍTULO 2: «EL TRATO»
═══════ ≪ •Kiara• ≫ ═══════
Veo que hay una limosina color blanco a un lado de la calle, hay un hombre de traje azul parado a un lado de la puerta y hace una inclinación de cabeza al ver a Damián.
—Buenas noches señor Cooper, todo está listo para partir.
—Gracias Richard, esperaremos a Julio y nos vamos —habló Damián.
—Como usted ordene, señor Cooper.
—Entra, por favor —pidió amablemente.
Entré a la limusina con su ayuda y me senté en uno de los cómodos sillones de cuero color naranja oscuro. Observo todo a mi alrededor, él debe de tener millones de los millones si puede darse el lujo de pagar tres millones por una mujer y costearse una limusina como esta, espero que los diamantes que estoy viendo en los bordes de un bar sean imitación y realmente no sean reales o este auto costará más que mi vida entera.
Y por lo visto mi sola virginidad ya cuesta demasiado.
Aprieto el abrigo contra mi pecho con fuerza, como lo es normalmente, el clima está frío y aunque adentro del auto hay calefacción, él no llevar más que ropa interior hace que tenga demasiado frío, por lo cual trato inútilmente de darme mucho más calor.
Damián se ha quedado afuera, puedo verlo teclear con rapidez en el teléfono y luego entra y se sienta frente a mí.
Tragó saliva con fuerza, no puedo sostener la mirada con él por más de dos segundos, siento mi rostro muy sonrojado, puedo sentir como él me observa con detenimiento, siento su mirada penetrarme el cuerpo por completo y lo confirmo cuando lo veo observarme el rostro, pero nuevamente solo bajo la mirada incapaz de sostenerle la mirada. Es como si él estuviera memorizando mi rostro y quiero decirle que normalmente no me veo así, que soy más joven de lo que aparento.
—¿Cómo te llamas? —pregunta él rompiendo el cómodo silencio que había dentro de la limosina.
—Kiara, señor. Kiara Anderson. —mi voz es baja y nuevamente tartamudeo un poco.
—Kiara, muy lindo nombre, queda perfecto con tu bello rostro—sonreí un poco, una sonrisa de medio lado que espero y haya salido bien y no sea solo una mueca.
—Gracias.
—¿Por qué tienes miedo? —pregunta y yo me remuevo inquieta en el asiento, ¿Miedo? Yo tengo más que miedo, estoy que me orino del pavor que siento en este momento y al parecer estoy reflejando ese miedo.
Paso las palmas de mis manos por la tela del abrigo secando un poco el sudor que ha aparecido en ellas debido a los nervios.
—No es fácil estar en esta situación, señor — respondo con sinceridad, es algo raro, pero él me mira de una forma en la que yo siento que puedo hablar con la verdad y no sentirme cohibida —, no sé que debo hacer.
—¿Hacer de qué?
—Ya sabe… —muerdo un poco el interior de mi mejilla con nerviosismo y de nuevo me muevo en la silla ante su atenta mirada—, usted acaba de comprar mi virginidad, tiene que reclamar su premio, pero yo no sé que es lo que debo hacer.
—Yo no he comprado tu virginidad, Kiara —. Sus ojos azules me ven con fijeza, yo le sostengo la mirada tanto como puedo esperando que me dé una explicación de lo que ha dicho.
Tengo miedo de haberme vendido por completo a él, no quiero ser una esclava s****l para toda la vida, era solo una vez y ya... Dios... ¿Habré leído acaso mal el contrato?
—He comprado tu libertad. —dice al fin y no puedo comprender, mi rostro debe demostrar la confusión que siento porque él sonríe un poco.
—¿Cómo? —pregunto, no he entendido nada.
¿A qué se refiere con mi libertad? ¿Me ha comprado para mantenerme cautiva?
En ese momento la puerta se abrió y un hombre de traje blanco y gafas oscuras entró al carro sentándose al lado de Damián.
—Acá esta su dinero, señorita. Es la parte que le corresponde por la venta.
Veo como un maletín es acercado a mi lado y ambos me miran expectantes a que lo tome y revise el contenido, mis manos agarran con fuerza el maletín, es de cuero n***o, y pesa bastante, dudo un poco al abrirlo, pero cuando lo hago, jadeo al ver la cantidad impresionante de billetes que hay allí adentro y comienzo a llorar como una niña pequeña.
Podré llevar a mi hermana a rehabilitación y pagar su deuda, la podré sacar de ese infierno. Acaricio los billetes, sigo sin creer que delante de mí tengo tanto dinero, ahora debo pagar a Damián dándole mi virginidad.
—Esos hombres no se creían que había pagado de verdad, estaban esperando que reanudaran la subasta —comentó a Damián quien sonrió.
—Me satisface haberles callado la boca —golpeó el hombro de Julio mientras reía —. Mañana nos vemos, gracias por tu ayuda.
—Lo que sea por el jefe.
Julio salió de la limosina dejándonos de nuevo solos. Yo no podía apartar la mirada del dinero, lo que tengo entre mis manos es la solución a todos mis problemas y a los de mi hermana, quiero ponerme a llorar aquí mismo.
—¿Qué harás con el dinero? —Pregunta Damián sacándome de mis pensamientos de felicidad, ver a mi hermana sana es lo que más me pasa por la cabeza.
—Pagar deudas —respondí con una pequeña sonrisa en mi rostro — Y también ayudaré a mi hermana para su rehabilitación.
—¿Y qué más harás? ¿Comprar una casa? ¿Un carro? ¿Joyas? ¿Viajar en primera clase? —preguntó con rapidez mirándome con una sonrisa, miré el dinero y lo conté por encima con rapidez, por supuesto que a mí solo en tocaba una pequeña parte de lo que ha ofrecido el comprador, lo demás se lo quedan los organizadores del "evento"
—No, para nada —dije sacudiendo mi cabeza —, este dinero me alcanza justo para pagar la rehabilitación de mi hermana y las deudas que ella tiene con... Bueno, solo eso —hago una mueca —, creo que sí me alcanza para pagar unos meses de renta en un buen lugar, es más que suficiente para lo que necesito.
Veo que la sonrisa de Damián desaparece poco a poco mientras ese gesto va cambiando a un entrecejo fruncido.
—Pero ese es mucho dinero, seguro te alcanza para algo más. —Dice.
—Es muchísimo dinero, lo sé, pero lass deudas son bastante altas, esto es suficiente, yo no estaba esperando tanto dinero, créame.
—¿Tienes trabajo? —negué rápidamente, tenía un empleo en un buen restaurante, pero llegó un nuevo administrador que pedía experiencia y un cartón de bachiller, fui botada el mismo dia. —¿Familia?
—Tengo a mi hermana, pero esta perdida en las drogas y en la mala vida, le ayudaré a salir de eso, por eso era por lo que necesitaba el dinero.
No mencioné a mi papá porque no tengo ni idea de dónde está y tampoco sé si está vivo o no, mi hermana es la única familia que me queda a mi lado, siempre huye a los mismos lugares para colocarse así que no me es muy díficil buscarla.
Él sigue mirándome con incredulidad, como si todo lo que yo le estuviera diciendo fuera mentira, pero es demasiado real, no tengo porque mentirle, menos a él que parece tener el poder se sacarme las palabras con su amabilidad.
Él toma mis manos entre las suyas, veo el contraste tan gracioso que hace, sus manos son bastante grandes, muy diferentes a las mías que son menudas y pequeñas.
—Kiara, tienes un hermoso corazón —, me dice de repente y me sonrojo mirando al suelo de la limusina —. Tienes en tus manos una pequeña fortuna y tú solo piensas en ayudar a tu hermana, ¿Sabes que la mayoría desearía tener ese dinero e irse a gastarlo rápidamente?
Me encojo de hombros.
—Mi hermana es lo único que me queda y no quiero perderla —él sonríe con ternura y yo le devuelvo la sonrisa con las mejillas mucho más sonrojadas que antes.
—Ve a ayudar a tu hermana, Kiara. Espero que pronto estén bien ambas —. Asiento con una sonrisa hacia él, por supuesto que correré directa a ayudar a mi hermana, pero...
—Aun no me ha dicho cuando… —dije con vergüenza no pudiendo continuar, él levanta una ceja con confusión —. Ya sabe, cuando usted cobrará...
—Ya te lo dije, Kiara. No he pagado por tu virginidad sino por tu libertad. —Me sonríe con una ternura que me es imposible no sentir mis rodillas temblar mientras él me observa de esa manera —No voy a cobrar nada, eso no era lo que yo quería.
Es como si hubiera golpeado mi corazón, no sé cómo sentirme al respecto, él ha pagado tres millones de libras solo para... ¿Nada? Nada para él me refiero, porque para mí, me ha dado el mundo entero y la solución a mis malas decisiones, aún así, cierro el maletín de golpe.
—Entonces no puedo aceptar este dinero, no quiero quedar debiendo más de lo que ya debemos.
—No quedas debiendo nada, ese dinero es tuyo.
—No puedo…
—Lo necesitas —, me interrumpe, hago una mueca porque claro, eso es muy cierto, necesito ese dinero con urgencia —. No puedes negarte a mi ayuda.
El uso de este dinero que tengo sobre mis piernas es muy necesario, por supuesto que lo necesito, pero no quiero acortarlo así porque si, Damián ha sido un ángel que ha llegado a mi vida tan de repente que no puedo simplemente agradecerle y marcharme.
—Con una condición —le digo —. Apenas yo consiga la forma de pagarle, le devolveré todo el dinero.
—Kiara no hay…
—Por favor —lo interrumpo esta vez —. Esa es mi condición, apenas yo consiga trabajo comenzaré a juntar ese dinero. Por favor, es muchísimo, no sé cómo voy a hacerlo porque una subasta fue lo más fácil que encontré, pero le prometo que de una u otra forma le devolveré todo esto —señalo el maletín —y no importa cuánto tiempo me tarde en ello.
—Hagamos algo —comenta él mientras siento como soy estudiada por su mirada —, puedes trabajar para mí. Tengo una empresa, puedes trabajar en alguna de las vacantes.
Ni siquiera tengo que pensarlo dos veces.
—Por supuesto.
Por primera vez en la noche sonrió, una sonrisa de felicidad porque he conseguido un buen trato, he conseguido el dinero para mi hermana, he conseguido un trabajo y he conseguido un ángel de la guarda. ¿Cómo negarme? Es imposible.
Damián Cooper acaba de mejorar mi vida con sus palabras y acciones y yo le estaré eternamente agradecida, si quiere que trabaje para él, lo haré y de esa forma le devolveré el favor que me he hecho comprándome en la subasta.
¡Jesús!
No he perdido mi virginidad, sigo siendo la misma niña virgen que era esta mañana, algún día podré entregarme al hombre de mi vida, al amor que el destino tenga preparado para mí.
Tal vez muchos crean que la virginidad es solo una cosa social, pero para mí si significa algo y siento un alivio en mi corazón al saber que no he perdido nada, es más he ganado.
Esta noche la ganadora he sido yo.