«VENDIDA»

3030 Words
CAPITULO 1: «VENDIDA» ═══════ ≪ •KIARA• ≫ ═══════ Mi virginidad está en juego. Muevo mi pie golpeándolo contra el suelo, es la manera más fácil que tengo para calmar el miedo que siento, ya no tengo más uñas para morder, he estado acabando con ellas desde que desperté esta mañana y supe que el día había llegado. Subastaré mi virginidad. Ese estúpido sueño de entregarme al hombre perfecto oficialmente estaba muerto, mi virginidad será entregada en bandeja de plata al hombre que más ofrezca por ella. No me siento para nada orgullosa de lo que estoy haciendo, pero lo he intentado todo. Juro que lo he intentado todo cuánto he podido y aún así no fue suficiente, tuve que llegar a esta horrible situación. Quiero llorar, hacerme bolita en la cama y sollozar hasta que esta pesadilla termine, quiero salir de acá y encontrar otra solución para las deudas. Odio que el dinero lo sea todo en esta vida porque es el dinero el que me tiene en esta posición. Yo... Quería llegar al matrimonio virgen, yo esperaba encontrar a un hombre lo suficientemente bueno para decir «Es él» y a él entregarle mi cuerpo, hacer el amor por primera vez con el hombre que pueda amar. Enamorarme de la persona correcta, ya son cosas que simplemente no pasaran. Y entonces me preguntarán: «¡¿Qué mierda haces ahí si no quieres perder la virginidad?!» Y yo les tengo que responder que no quiero, pero debo hacerlo... Las decisiones que he tomado hasta este momento y también las decisiones que mi familia ha tomado, han hecho que yo esté a pocos minutos de salir por el telón rojo y escuche números ser lanzados a gritos por mi. Cuando mi amiga Ximena me dijo que conocía un lugar en el que subastan mujeres y el p**o es demasiado grande, lo pensé durante un mes, lo pensé muchísimo, hice una lista de pros y contras de subastar mi virginidad llegando a la conclusión de que esa era la única forma en la que yo podía conseguir la cantidad de dinero que necesito con urgencia en tan poco tiempo. Así que cuando Ximena me recordó que las subastas solo eran cada seis meses debido a que era bastante difícil conseguir una mujer virgen por estos lados del suburbio de Soho en Londres —legalmente— y que por ende los pagos eran muy pero muy generosos, terminé aceptando y buscando información sobre la subasta. Así que hoy yo era la única mujer en ser subastada y asquerosamente ha sido un evento bastante promocionado en el bajo mundo, tanto que se ha corrido el rumor de que hay más de trescientos hombres esperando a lanzar su mejor oferta por mi virginidad. Yo espero que alguna de esas ofertas supere al menos las tres mil libras, pues es el dinero que necesito para pagar las deudas. Deuda en todo caso, deuda de mi hermana mayor con un hombre que distribuye la droga del barrio, droga a la que mi hermana es un jodida adicta y es por ello que necesito el dinero, no puedo dejar que ella se pierda como lo hizo mamá. Apenas tengo dieciocho años, nunca en mi vida he probado ningún tipo de droga porque de mi familia, parece ser que yo soy la única que es consciente de la mierda que eso significa, al parecer yo fui la única que vio como mamá se hundía poco a poco por la cocaína y la única que le pidió que no siguiera con ello, pero mis súplicas nunca fueron escuchadas y mamá terminó muriendo por una sobredosis hace más de seis años. Yo no puedo ver a mi hermana morir también. Kora es la única familia que me queda, porque para el día de hoy, no sé en donde está mi papá, ya hace ocho meses que se ha ido y no hemos vuelto a saber de él, tal vez también ha muerto... No lo sé. Es por ello que he sacrificado mi propio cuerpo por mi hermana, aún cuando ella sea una irresponsable adicta, yo quiero que permanezca a mi lado, ella solo fue víctima de las circunstancias, pero tiene tanto para salir adelante, que no quiero que se siga perdiendo más en ese podrido mundo. Odio tener que vender mi virginidad, pero más odio saber que algún día podría perderla de mi vida y quedarme totalmente sola. No quiero verla morir. —Buenas noches damas y caballeros, bienvenidos a esta gran noche… —comenzó a hablar una voz de un hombre dando la bienvenida al lugar, yo aún estaba tras el gran telón. Me repugna la manera en la que me han vestido, como si fuera una puta de burdel barato, llevo puesto un diminuto corsé de cuero n***o que hace que mis pechos se vean mucho más voluptuosos de lo que realmente son, llevo una tanga lo bastante pequeña con un sexy listón, que no deja nada a la imaginación y mi trasero se ve por completo, mis piernas desnudas sobre unos altos tacones color rojo y una diadema que sostiene unas orejas de conejo sobre mi cabeza que termina de hundirme en la humillación, sin contar el hecho de que mi cuerpo está lleno de algún aceite resbaloso que lo hace más brillante y el maquillaje que llevo me hace ver como una mujer de unos treinta años y no como la niña de dieciocho años que realmente tengo. Aún así, tengo que hacer esto. Debo hacer esto por mi hermana. Escucho que el hombre habla sobre mi, sobre mi edad y es asqueroso oír la manera en la que los hombres chiflan, al parecer entre más jóvenes somos, es mejor, cierro mis ojos con fuerza, ese hombre dice tanta basura y los demás responden con algarabía y aplausos que me estremezco y de nuevo pienso en que debe haber algo más por hacer... Siempre hay algo más. Pero realmente lo he intentado todo y este es mi plan Z... He agotado todas mis opciones. A mi corta edad los bancos no me dan ningún crédito porque no tengo la experiencia crediticia ni la edad, los trabajos que consigo son bastantes mediocres porque no tengo un título, ni siquiera he terminado mi bachillerato aún porque desde que mamá murió, yo he tomado el papel de ama de casa y me he dedicado a trabajar desde pequeña para que tengamos algo de comer, aún así es estar sobreviviendo y este horrible país no ayuda a personas como yo. Más que todo Londres que es una ciudad con bastante dinero, es muy costosa para vivir y no puedes salir adelante si no tienes suficiente dinero para hacerlo, personas como yo tenemos que vivir del día a día, pero jamás podemos pensar en lo que haremos en una semana. Sobrevivimos. Veo a un hombre de baja estatura caminar rápidamente hacia mí y empujarme hacia el telón, no me pierdo el hecho de que él me toca más de lo que es debido y de hecho siento sus dedos rozando la parte alta de mi trasero, me nuevo rápidamente hacia un lado y le doy una mirada nada amigable. El telón se abre y yo termino en medio de un escenario con un montón de hombres diciendo vulgaridades, me encojo sobre mi misma y retrocedo. Oh Dios, ¿Realmente está era la única opción opción que tenía? Siento un nudo en mi garganta, no quiero estar acá. Un gran reflector me ilumina, debo entrecerrar los ojos ya que no veo con claridad nada debido a la ceguera que me ha dejado aquel reflector, solo soy consiente de los gritos de los hombres. Hago un máximo esfuerzo y me sorprende al ver la gran cantidad de hombres, sabía que eran muchos, pero verlos ya es algo diferente y eso me intimida... Tal vez trabajando toda mi vida en el restaurante pueda pagar la deuda, aunque me tome toda la vida hacerlo... Diablos, ¿Cómo pagaré la rehabilitación de mi hermana? Mis ojos se llenan de lágrimas, esta definitivamente no es la solución, no lo es, doy varios pasos hacia atrás, cobarde, ya no me siento tan valiente como está mañana cuando dije que está noche mi vida mejoraría, no quiero que lo haga de esta forma. Dos hombres de trajes negros se paran tras de mí, cada uno a un lado diferente logrando que mi huida sea mucho más difícil de lo que creí podría ser. —Firmaste un contrato —me recordó uno de los hombres —. Ya no puedes escapar. Estoy en una maldita cárcel. Es lo que es, esto es una cárcel. Estoy siendo presa de malas decisiones de mi familia, malas decisiones mías y actos premeditados, un mes no fue suficiente para pensarlo, debí haberme tomado más tiempo para poder venir a hacer esto. Es un maldito infierno escuchar a esos hombres clamar por mi cuerpo, gritan tantas obsenidades que me siento bastante incómoda en este lugar, quiero huir, pero ya no me es posible, tal vez el huir nunca fue una opción. Mi destino ya estaba firmado con mi propia sangre. Veo con horror como fajos de billetes caen a mis pies, tal vez debería de alegrarme porque por la manera en la que están esos hombre, sé que llegaré a la meta del dinero, pero no me hace ninguna gracia, no cuando sé lo que va a seguir y todo eso me hace sentir asqueada. Yo no soy ninguna prostituta, pero estar parada acá no hacen ninguna diferencia, ni la manera en la que estoy vestida ni la forma en la que caen billetes a mis pies. «Piensa en el dinero, necesitamos el dinero» Trato de pensar solo en el dinero y no en la estupidez que estoy cometiendo, debo recordarme casa poco que es por un bien aunque la pase mal. Quedo sorprendida cuando veo que en el público hay hombre que tienen la cabeza tapada «Arabes» Creí que era solo una subasta nacional y no me imaginé si quiera que podía haber hombres de otro lugar, porque quizás eso significa que debemos salir del país o no sé... Ay dios, odio ser tan impulsiva aún cuando lo pensé. El contrato que había firmado con anterioridad mencionaba que si debía viajar a cualquier lugar en el que viviera el ganador de la subasta, no me había importado, pero porque nunca creí que habrían hombres de otros países. Solo esperaba que pasara un milagro y mi comprador fuera de la ciudad, alejarse ya no esta en mis planes. —Ahora que ya vieron a la chica, comencemos la subasta. Tras aquellas palabras la subasta comenzó a subir y subir, me sorprendió muchísimo ver como cada vez los dígitos eran más, sobrepasando los cuatro números... Yo solo esperaba tres a lo mucho, era lo que necesitaba, pero sube tan rápido que ahora son ocho números Parecía un mercadillo y yo soy la presa que todos esperan comprar, debería de sentirme bien, pagaré las deudas y llevaré a hermana a rehabilitación, ¿Pero a qué costó? Lo sé a la perfección. Alguno de esos asquerosos hombres del público sería el primero en poseer mi cuerpo y ser dueño de mi primera vez y me da tanto asco pensarlo. Levanto la mirada para ahuyentar las lágrimas que estaban a nada de rodar por mis mejillas. Giro la cabeza a un lado para que no me vean las lágrimas que se han escapado de mis ojos, no quiero ser una cobarde, estar acá parada toma mucho valor. Es en ese momento, cuando mis ojos están húmedos y trato de llamarme valiente por lo que estoy haciendo, que veo a lo lejos, en las últimas filas de los hombres al hombre más guapo que jamás he visto en toda mi vida. Sé que sus ojos son de algún color claro, solo que ha está distancia no soy capaz de distinguir bien su color, aún así los veo brillar con claridad, mis labios se entre abren un poco al ver a ese hombre. Es bastante guapo, mucho más que todos los que están ahí. Sus ojos estaban fijos en los míos, él también me miraba y me hacía sentir... En paz, me sentía segura ante esa mirada, sus ojos mostraban amabilidad y mi pecho dio un pequeño brinco cuando él me sonrió. Me ha sonreído. Se nota que es bastante alto aún cuando está sentado casi de últimas, sobresale de todos los demás, sus barbilla sin ningún rastro de barba dejando ver lo marcada y muy perfilada que es, tiene cejas gruesas enmarcando una mirada deslumbrante, cabello n***o y unos labios que desde acá puedo ver cómo gruesos y rosados. He dejado de escuchar lo que dicen en la subasta, no sé en qué número va, pero puedo escuchar que las ofertas siguen Me concentré en mirar a aquel hombre que en medio de tanto caos y miedo que siento, él con sus ojos me infunde paz y tranquilidad; solo puedo mirarlo a él, en medio de tanta oscuridad como si fuera un ángel iluminado por un destello mágico. Lo veo levantar un pequeño cuadro de madera y abrir la boca. —Tres millones de libras —su voz es bastante gruesa e intimidante, jadeo ante el número tan grande que ha ofrecido. ¡Eso es bastante! —Vaya, vaya. La subasta ha subido a un número bastante alto —la pantalla cambio de quinientos mil libras a tres millones en menos de dos segundos —. ¿Alguien ofrece más? La mayoría de los hombres en el lugar comenzaba a abuchear al hombre que había levantado el cartel, unos gritaban que él no tenía esa cantidad de dinero para ofrecer mientras otros se levantaban ofuscados y se iban de lugar. —Por favor mantener la calma, si nadie más ofrece una oferta mejor, la chica será de veintiuno —numero que llevaba el hombre que había ofrecido los tres millones y en el que me había fijado gran parte de la subasta. Veo como aquel hombre se levanta y comienza a caminar hacia el escenario, a su lado dos hombres grandes le abren el camino. Pronto sube al escenario y me mira con profundidad, sus ojos son azules, me sonreí con una ternura que siento a mis rodillas temblar. —¿Su nombre? —preguntó el de la tarima. —Damián Cooper —su voz gruesa resonó por toda la sala, yo temblé en mi sitio, a su lado. Una voz bastante imponente. —Señor Cooper, si no hay ningún hombre que ofrezca un numero mayor a su cifra, usted será el comprador de esa belleza que esta allá parada —me señaló como si fuera un trofeo, bajé la mirada muerta de la vergüenza y humillación. —No veo que estén ofreciendo más —comentó Damián con voz burlona mirando a los árabes —. Si querían una mujer como ella, haber traído un poco mas de dinero. Se burló y eso me hizo sonreír un poco. —¡Serás imbécil! —gritó uno de ellos —, solamente estamos esperando que admitas que no tienes esa cantidad de dinero para seguir con la verdadera subasta. —¡Tres millones a la una, tres millones a las dos, VENDIDA! —Damián sonrió con suficiencia a los demás hombres. Cuando escuché la palabra «Vendida», por mi cuerpo pasó una ráfaga de viento frío, mis rodillas de volvieron aún más inestables que antes y tuve miedo de irme abajo delante de todas esas personas. Estaba hecho. Mi virginidad ha sido vendida por tres millones de libras a Damián Cooper. Él caminó hasta llegar a mi lado, no lo vi a los ojos, pero si vi sus zapatos acercarse cada vez a mi y luego sentí como un abrigo grande y grueso era colocado sobre mis hombros, eso hizo que levantara la mirada encontrándome con dos lunas, un color bastante hermoso que quedaba a la perfección con el rostro de Damián. Mi cuerpo agradeció el contacto de tela caliente y cerré el abrigo para sentir mi cuerpo resguardado. —Hola. —Ho..Hola —. Tartamudeo como la mujer que soy ahora, un poco tonta y llena de nervios. Damián es demasiado guapo, sexy y al parecer muy millonario pues no ha escatimado en pagar tres millones por mi, aún así no puedo dejarme cegar por la obviedad, me ha comprado y tiene derecho de quitar mi virginidad, por muy guapo que sea sigue suponiendo un sabor amargo en mi boca. No importa si es guapo o feo, es el dueño de mi virginidad y me la quitará aún cuando no hay amor de por medio, amor que es lo único que he esperado toda mi vida. —Vamos —me dijo poniendo una de sus grandes manos en mi espalda baja, no me tocó más allá de mi espalda, no como el imbécil que me llevó al escenario y por primera vez en la noche agradecí un acto de caballerosidad como ese. Empecé a caminar s su lado, con pasos cortos e inseguros debido a los altos tacones, no falta decir que yo jamás en mi vida había usado unos tacones de esa magnitud y bastante me había costado mantenerme de pie, ahora caminar era simplemente una odisea. No sé a qué lugar nos estamos dirigiendo, solo sé que a parte de nosotros, van cinco hombres atrás cuidando la espalda de Damián y delante van otros dos. La mano de él sigue contra mi cuerpo y puedo sentir el calor que su mano puede transmitir a mi cuerpo aún tras la gruesa tela del abrigo. Me dejó guiar por unos cuantos minutos, no puedo decir nada, prácticamente soy una sumisa y debo dejarme tragar como una esclava s****l hasta que él me quite la virginidad y yo pueda salir con el dinero. Hay un nudo gigante en mi garganta que no se va. La luz de la luna me pega directo en el rostro y la miro, hay luna llena y es tan hermosa y resplandeciente que la miro con anhelo y suspiro con melancolía. «Que ganas tengo de ser tu»
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