Capítulo 4: «Ni diez dólares»
~Kiara~
—Me odia. —Me quejo.
—No te odia —Damián acaricia mi hombro tratando de consolarme.
—Te lo juro que si, a tu hermano no le agrado ni un poco, prácticamente me escupió el café en la cara —en parte fue mi culpa por dejarlo quemar, pero que tal solo dijera "Que asco" era más que suficiente.
Cómo era de esperar, Damián —el verdadero Damián—, llegó al medio día a la empresa y me invitó a almorzar.
Así que acá estamos, en medio de un restaurante, mientras yo le platico sobre mi trágico primer día de trabajo.
—Christopher suele ignorar mucho a sus asistentes —mira hacia un lado haciendo una mueca —, así que no tienes porqué preocuparte, no te va a despedir ni castigar. Es tu primer día, Kiara, es válido cometer errores.
—Primer día y último —suspiro y muevo mis hombros sintiendo la tensión.
—Bien, si no te sientes cómoda trabajando con mi her...
—No, olvídalo —lo interrumpo —, yo solo me he dejado llevar por el momento, no me voy a rendir tan fácil, te he hecho una promesa y la voy a cumplir, voy a pagarte todo lo que te debo.
—No me debes nada —me dice dándome una cálida sonrisa que me hace suspirar.
—Sé que lo has dicho, pero quiero demostrarte cuan agradecida estoy contigo, realmente tú no sabes el bien que me has hecho.
—Cuando quieras me lo platicas, ahora —mira el Rolex plateado de su mano izquierda —es hora de irnos, Christopher acabará pronto su reunión y tienes que estar ahí.
Intento no hacer una mueca para que Damián no se dé cuenta, pero aún así lo hace y suelta una pequeña risa ronca que hace que mis mejillas se sonrojen.
—Mi hermano no es un ogro.
—De hecho tú me dijiste que si lo era —le recuerdo.
—Pero no literalmente, a veces es un verdadero dolor en el culo y un jodido idiota, pero él si que me debe cosas, le diré que a ti te tiene que tratar como una princesa.
—Oh no, por favor, si ya me odia un poco no quiero que se enoje más cuando le digas eso, quiero ganarme mi trabajo y aunque tú hermano me hace temblar, puedo con él —Damián me mira con sus ojos entrecerrados —, en serio, ya he lidiado con un idiota más grande antes... Podré con tu hermano.
Veo en sus intenciones preguntarme a quien me refiero, pero prefiero hacerle una seña para que pasemos de tema.
—Esta bien, déjame pagar la cuenta y nos vamos —asiento contenta de que él me dé mi espacio y no insista en algo que yo no quiero contar.
Damián es todo un caballero por donde se mire, es bastante bueno y muy agradable, me gustan las conversaciones con él y lo fresco que parece, es muy humilde para tener tanto dinero.
Así mismo, volvemos a la oficina entre plática y plática.
Él me cuenta acerca de lo que se dedica la oficina, es un bufete de abogados, el mejor del país y llevan muchísimos años en el trabajo, toda su familia está relacionada con la abogacía, desde sus abuelos hasta sus primos que apenas están iniciando la universidad.
Me cuenta que solo son ellos dos, que sus padres no tuvieron más hijos y que son divorciados.
—Fue horrible el divorcio porque mamá es profesional en ello así que quería dejar a mi papá en bancarrota, pero papá era el mejor en defensa de derechos humanos y eso fue tremenda pelea de juicios —cuenta él con gracia y yo río.
—Lamento lo de tu padre, parecía un gran hombre.
—Gracias, fue un gran hombre —asiente con la vista fija en el suelo.
—¿Y tu mamá trabaja con ustedes? —pregunto.
—No, ella trabaja para el estado, es jueza —explica. —Muchos de los casos terminan en su corte y es la mejor en ello, siempre es muy imparcial, a Christopher no le gusta presentar sus casos en el juzgado de mamá porque sabe que ella no reparará en si es su hijo o no, ella solo tomara en cuenta las pruebas y eso está muy bien, pero al principio a Christopher no le gustaba nada aquello y tuvieron varios roces por ello —se encoge de hombros —, ahora él sigue odiando ir a las cortes de mamá porque ella luego le llama la atención si hace algo mal, nunca lo hace déjame dejarte eso claro, pero él siempre cree que cometerá algún error.
Voy comprendiendo un poco como funciona su familia y me agrada lo que escucho, parece una familia que tiene diferencias como cualquier otra, pero muy unida a fin de cuentas y que se dediquen a lo mismo puede ser tanto bueno como malo dependiendo del contexto, me imagino una discusión de ellos, ha de ser horrible con todos creyendo tener la razón.
—¿Y tu a qué te dedicas en todo esto? —pregunto porque ya me ha contado que su mamá es juez, su papá fue especialista en derechos humanos, sé que Christopher es penal porque lo leí en varios documentos, pero no sé nada de Damián.
—Yo soy docente.
—¿Docente? —entramos por las puertas de la empresa, lo veo sonreír.
—Si, yo no me especialice en nada como mi familia, yo hice una licenciatura y ahora soy maestro de la escuela de abogados.
—¡Vaya, eso es genial! —exclamo.
—Yo no sabía que los profesores ganaban tan bien —comento y llevo una mano a mi boca dándome cuenta de mi imprudencia.
—No te preocupes, no has preguntado nada malo —me tranquiliza —, pero si, al ser profesor universitario la paga es mejor y aparte, también llevo algunos casos que no requieran de alguna especialidad como de aquellos que roban y así y soy uno de los socios mayoristas del bufete, mi cuenta bancaria está agradecida con todo mi esfuerzo.
—Y yo también.
Él ríe divertido y escuchamos a alguien carraspear su garganta delante de nosotros, giro mi cara un poco y me doy cuenta de que Christopher Cooper está frente a nosotros con los brazos cruzados sobre su pecho, tiene el ceño fruncido y me mira con rabia.
Me enderezó cual soldado bajo una orden y siento mis mejillas sonrojadas.
—Señor Cooper —saludo con la voz temblorosa, él me mira unos tres segundos e ignora mi saludo antes de mirar a su hermano.
—Tengo que hablar contigo ahora.
~Christopher~
—Estudiaré el caso, los veré mañana para darles mi respuesta.
—Gracias señor Cooper, estaremos esperando su llamada.
La pantalla se pone en n***o cuando terminó la videollamada con el botón que hay bajo el escritorio, ha sido una reunión que me ha llevado más tiempo del que creí y mi humor cada vez estaba peor.
Antes de aceptar algún caso, me gusta hablar con los clientes para saber si me dicen totalmente la verdad, mi padre le llamaba "instinto" yo tan solo le llamo ser un buen abogado, no puedo representar un caso si no puedo confiar en que mi cliente me este diciendo la verdad, así mismo como ellos no pueden confiar en mí si no me conoces por completo. Profesionalmente claro esto, pero al fin y al cabo papá tenía razón, la intuición es algo con la que debemos trabajar, es algo que como buenos abogados debemos tener.
A lo largo de mis años trabajando como abogado, he podido aprender a distinguir en la mirada de las personas sus emociones, sé cuándo mienten, cuando tienen miedo, cuando dicen la verdad y mi favorito: Sé cuándo están excitadas aún cuando lo están negando, pero este último solo lo uso en las noches cuando voy a algún bar y quiero llevarme a la cama a alguna de las chicas que haya en ese momento a mi alrededor.
En particular estos últimos clientes, son una pareja de ancianos dueños de un restaurante de comida rápida, contrataron un contador que les ha jugado chueco y ahora ellos están demandados por lavado de dinero, es mi deber trabajar con ellos para demostrar la inocencia de ellos y culpar al obvio autor de los ellos.
Así que aunque no lo dije acabando la reunión, si que me haré cargo de su caso. Odio que las personas se quieran pasar de listas engañando a quienes les han tendido la mano, ¿Porqué existe gente tan mierda en esta vida? Solo son dos viejitos que quieren tener un sustento para luego dejarlo como herencia y les clavan el cuchillo por la espalda, duele, me da rabia e impotencia y haré lo que esté a mi alcance para que no los culpen de algo que ellos no cometieron.
Mientras camino a paso rápido a mi oficina, se me atraviesa la contadora de la empresa y la miro con odio, ella levanta las manos al ver mi expresión.
—Waoooo, veo que no estás de buen humor —dice rodando sus ojos.
—¿Qué quieres? —la miro de arriba abajo, es muy raro verla con ropa cuando solamente anoche la tenía desnuda en mi auto.
—¿Porqué estás borde conmigo? —hago un gesto con mi mano restándole importancia.
—No es nada, ¿Qué necesitas?
A veces me adentro tanto en los casos que en mi realidad siento que también me sucediera lo mismo, pero ella ha estado trabajando para nosotros por un buen rato, no es como el contador de esa pobre pareja.
Comienzo a caminar y debo mirar de reojo porque no escucho sus pasos tras de mí, ella si me está siguiendo y agradezco que me conozca y sepa cuánto odio que hagan ruido al caminar, no como esa niñata de esta mañana que veo que no está en su lugar de trabajo.
—Damián ha sacado tres millones de libras del dinero de la empresa —abro mis ojos deteniéndome en seco.
—¡¿Cómo?! —pregunto en un rugido —¿Me estas jodiendo?
—Sabes que jamás bromearía con algo como esto Christopher —entrecierro mis ojos, así que se corrige —señor Cooper, su hermano ha usado la tarjeta de la empresa y ha retirado en el bando el viernes esa gran cantidad, apenas hasta hoy el banco pudo reportar aquello y me ha dado imágenes de la cámara en donde claramente se ve que es Damián.
—Ese idiota —aprieto el puente de mi nariz.
¿Tres millones de libras? ¡¿Acaso cree que esto es un puto banco o qué?!
—¿En qué los ha usado? —ella se encoge de hombros con una mueca en sus ojos.
No lo sabe y me dice la verdad, puedo verlo.
—Hablaré con él cuando llegue, sé que tenía que estar acá para medio día.
Y vaya que recuerdo muy bien quien me lo ha dicho.
—Si me necesita para algo más estaré en mi despacho —no la miro mientras se va, ya he quedado con otra mujer para hoy, así que no me interesa lo que me quiera proponer.
Espero al menos media hora por mi hermano, hasta que lo veo entrar hablando con la nueva secretaria, ruedo mis ojos fastidiado con su presencia y los escucho reír hacer ruido mientras más se acercan, están tan ensimismados en su conversación que no han notado que yo estoy frente a ellos así que aclaro mi garganta para hacerme notar.
Ella... No sé su nombre, se pone de todos los colores mientras Damián me mira con fastidio. Ignoro a la rubia y prácticamente encierro a mi supuesto hermano en mi oficina, lo lanzo contra la silla con rabia.
—¡¿Se puede saber porqué mierda sacaste tres millones?! —no me importa si mis gritos se escuchan por todo el lugar, solo necesito una explicación de su parte..
—Fue un préstamo.
—¡Y una mierda! —grito tomándolo del cuello de su camisa y levantadolo un poco de su lugar, como es de esperar él no tiene ninguna expresión en su rostro, él no me tiene miedo —¡Explícame de una jodida vez que putas tienes en la cabeza para robarte tres millones!
—No me he robado nada —él se zafa de mi agarre y organiza su camisa —, ya te lo dije, ha sido un préstamo momentáneo, lo devolveré pronto.
—¿Pronto cuando? —bufo —¿Cuándo tengas más de cinco alumnos? ¡¿Cuando lleves casos más importantes que esa mierda que haces?!
—Pronto —dice tranquilamente y me detiene cuando nuevamente intento lanzarme contra él.
En ese momento entra la secretaria y nos mira con sorpresa.
—No pasa nada Kiara —le dice Damián.
—Yo... Eh... Todos están escuchando su discusión y yo... —ella se nota muy nerviosa y mira a Damián con los ojos llenos de lágrimas y él se acerca para abrazarla, le dice algo al oído y ella asiente saliendo de la oficina dejándonos nuevamente solos.
—¿En ella? —pregunto moderando mi tono de voz mientras lo miro con incredulidad.
—¿Qué?
—¿Gastaste tres millones comprándola a ella? —pregunto sin poder creer que mi hermano sea tan idiota.
—Yo no he comprado a nadie, Kiara es...
—No intentes callarme la puta boca Damián, la compraste —vuelvo a decir y él me mira fijamente, aunque intente no hacer ningún gesto para que yo lo lea, puedo ver en sus ojos que yo tengo toda la razón —¡j***r, pero que imbécil!
—¡No es lo que tú crees! —exclama.
—¿No? Dime de qué burdel sacaste a esa puta porque déjame decirte algo ¡Te han estafado! —abro mis ojos mientras le grito, él me mira con rabia y me empuja del pecho. —Te han dado a la mujer más frígida, fea y virgen del lugar, ¿Estas feliz? Tres millones de libras a la basura. Bravo hermanito, cuando yo creía que no podías ser más idiota, vas y lo superas. Eres un estúpido.
—No sabes nada —me calla con el rostro rojo, solo pasa cuando hay algo que realmente lo irrita —, no es como tú crees y nunca hables así de ella, ¿Entendido? Devolveré el dinero esta misma semana.
—Eso, vete a cambiarla que no sirve para una mierda, tráeme una mejor.
—No se irá de acá —responde con furia sorprendiéndome —Kiara se queda trabajando acá gustes o no y nunca más la trataras de puta, ¿Lo retiene tu cabeza?
—Esa mujer no sabe hacer nada bien, si has pagado por algo pide al menos algo de buena calidad —ruedo mis ojos fastidiado con la actitud de mi hermano —, llega a enamorarte de una mujer como ella y serás el hazmerreír de toda la familia.
—Me tiene sin cuidado, Kiara se queda es mi última palabra —me mira a los ojos y sonríe petulante —, espero que nunca llegues a tragarte tus palabras.
Sale de mi oficina dejándome más enojado que antes.
¿p**o por una puta? Es una puta virgen al fin y al cabo, a menos que...
¡¿Ha comprado su virginidad?!
Salgo de mi oficina y busco a mi hermano con rapidez, él estaba a punto de salir, corro hacia él y le doy un puñetazo frente a todo el mundo, cae al suelo y me mira con rabia.
—¡¿Qué mierda te pasa?! —me grita, lo tomo del cuello y lo acerco a mi rostro para que nadie escuche lo que le voy a decir.
—¿Compraste su virginidad? —le pregunto, me mira sin comprender a que viene mi pregunta. —¡Responde!
—¿Para que quieres saber? —me responde con una pregunta y mis dedos pican por ahorcarlo por imbécil.
—Respondeme Damián, no tengo paciencia.
—Era una subasta... Ella necesitaba el dinero, yo solo la ayudé.
—¡Eres una mierda! Sabes cómo son esos lugares, ¿Qué pasaría si se enteran que el dinero procede de acá?
—Nadie lo sabrá.
—Eso espero o te juro que tendremos problemas —lo suelto y cierro mis manos en puño —, si tantas ganas tenías de una virgen, la hubieras buscando en otro lugar.
—No seas idiota, no la he tocado y no la voy a tocar, Kiara no merece eso, solo necesitaba ayuda.
—Blah, blah, blah, me tiene sin cuidado la vida de esa mujer, solo espero que no nos caiga nadie acá por tu imprudencia o te saldrá más caro el tener a una mujer como ella acá.
Suelto a mi hermano y me doy la vuelta para ir a mi oficina, Kiara corre por mi lado para ir hacia Damián y no puedo evitar mirarla de reojo.
¿Tres millones por ella?
Yo no hubiera dado ni diez dólares