Marcela no estaba muy segura de hacerlo ella, quería ser madre sí, pero, un vientre de alquiler era válido pese a ser impersonal cuando uno tiene la salud para hacerlo por cuenta propia. Se sentía nerviosa ante la idea de tener una vida creciendo dentro de ella y con lo que haba leído sobre embarazos para prepararse emocional y cognitivamente se había convencido de que el embarazo era una trampa mortal y cuando un niño no tiene padre, si la mamá se muere se muere.
Marcela negó con la cabeza frustrada por su incapacidad de dejarse llevar y solo disfruta.
¿Quería un hijo?
Mía estaba por darle uno o al menos por darle opciones para tener un hijo por su cuenta.
Estaba esperando los exámenes para volver a la oficina de la cuñada de Ellis. Cuando iba caminando hacia el lugar se encontró con las dos pelirrojas Pieth Reverso, ella les regaló una sonrisa y un saludo cordial.
— ¿Estás enferma, cariño? —preguntó la madre de Ellis inspeccionándole con la mirada. Marcela negó con la cabeza.
— Un chequeo, nada de qué preocuparse.
— Carpetas rosadas—Dijo Valentina. — ¿Ginecología?
— Hola ¿Qué hacemos todos aquí? — Preguntó Ellis al encontrar a su madre, hermana y socia reunidas en espera del elevador. Él repartió besos sobre las mejillas de las mujeres antes de volver a preguntar lo mismo.
— Un chequeo —Contestó la rubia agobiada.
¡Simplemente no era su día!
La negativa del señor Pieth, Augusto y Laura, Mía estaba por conocerle la chucha y toda la familia Pieth Reverso debía enterarse de que tenía en sus planes cercanos ser madre sola.
— ¿Por qué? — Preguntó la hermana de Ellis la cuál si se lo proponía podría hacer de excelente periodista.
— Planeo ser mamá este año. Mía se ofreció a darme un chequeo, igual prefiero un vientre de alquiler.
— Es maravillosa la experiencia completa—aseveró la señora Pieth que lo decía después de dar a luz y criar a cuatro niños.
— No lo sé, me da cierta...
— Podría ayudarte — Propuso Ellis y ella negó con la cabeza.
— Odiarías la seriedad del pequeño, lo odiarías y entonces tendría dos padres horribles.
Después de aquel comentario Marcela se apoyó en la plataforma y esperó a que se volviera abrir, cuando lo hizo un guapísimo médico se subió con una sonrisa alucinante, de haber estado solos... y con unos años menos y él y ese elevador no hubiesen subido tan rápido.
La mujer se bajó en su piso y esperó sentada su turno para ser atendida.
《¡Qué locura!, ¿un bebé solo para ti?》
Podía parecer increíble, pero sintió unas mariposas en el abdomen y una sensación desconocida en el pecho.
La mujer salió de sus pensamientos cuando una mujer se sentó a su lado, la joven con avanzado estado de embarazo le sonrió y tomó una revista, Marcela le sonrió también y cuando iba a preguntarle por el género del bebé recibió una llamada de la oficina entrar, le pidió a la secretaria de su nuevo médico atrasar su cita porque tenía otros asuntos y rápidamente se dirigió a su oficina, esta vez sin elevador práctico, rápido y cargador de indiscreciones, sino por las escaleras.
Unas modelos decidieron faltar y en lugar de llamar al fotógrafo; la llamaron a ella, Marcela indignada reprendió al encargado de la empresa en ausencia de los dueños y este aceptó la culpa, como a cualquiera a quien su jefe le escupe fuego por la boca le pidió una disculpa antes de retirarse.
Marcela se fue a casa, arregló los últimos detalles y decidió dormir para tener un buen viaje. Ellis había pasado preocupado por Marcela y molesto con su cuñada y el "acuerdo de confidencialidad médica " que había jurado el día que se graduó.
— ¿Está embarazada?—insistió el joven a su cuñada.
— Si fuese cierto... ¿Sería tuyo? — Preguntó su padre.
Podría estar embarazada y perfectamente podía ser suyo, ¡Sí! Todavía seguía sin olvidar la noche de pasión que compartieron unos meses atrás y además de lo bomba que lo pasaron; no usaron condón muchas veces así que era definitivo, si marcela estuviese embarazada era un potencial padre en con un 99% de probabilidades .
— Bien, es tarde — Besó la mejilla de su madre y hermana.
Le dio un abrazo a su padre. El hombre se ofreció a llevarle al aeropuerto y gustoso aceptó. Antes de dormir le envió un mensaje a Marcela.
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Esperó respuesta pero la mujer ya estaba profundamente dormida, lo cual no le tomaba mucho durante los últimos días. Bastante inusual porque solía tomar pastillas para dormir, Marcela pensó que la tristeza hacía que las pastillas funcionaran, obviamente, en efecto retardado.
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El miércoles por la mañana Ellis estaba camino al aeropuerto cuando decidió llamar a su socia para saber dónde le esperaba, que no le hubiese respondido los mensajes no le molestaba tanto como el que no le hubiese llamado para torturarlo, la mujer contestó agitada y le confesó que se había quedado dormida con un tono de vos lleno de pánico.
— ¿Paso por ti?—preguntó Ellis.
Le hizo una seña a su padre para que se desviara y poder ver darle un vistazo al imbécil con el cuál se había acostado para quedar tan agitada y que se le pasaran las horas, Marcela simplemente no comete esos errores , es de esas personas que están trashojas antes en el aeropuerto por si pasa algo cuando te subes tiene todo tipo de soluciones para tus problemas con los viajes de avión desde medicamentos terminados en ¨Pam¨ que te noquean al instante hasta tapones de oído para evitar los ronquidos de los demás. o o que fuese que estuviese sintiendo.
Cuando Marcela terminó de arreglarse se encontró con Patrick esperándole en su oficina, su hermano tan inapropiado como siempre le llenó de besos y le dio un abrazo, le encantaba saber que estaba a salvo, en la cuidad y en una pieza, tiene uno de esos trabajos que ponen a sufrir a todos los que están a su alrededor y ella no podía evitar sentirse aliviada por verle pero mortificada por no poder pasar más tiempo con él. Le dio un beso y un abrazo y se despegó al ver el auto del padre de Ellis. Ellis salió del auto molesto y dio un saludo frío y descortés a su hermano, algo que no es común, Marcela vio a su socio sorprendida.
—Me encantaría quedar más tiempo contigo, puedes subir y descansar si. quieres —Marcela le dio un beso a su hermano y él le abrazó con una sonrisa sincera. —Apenas regrese te llamo y quedamos de nuevo.
Patrick suele trabajar como agente especial encubierto y habían pasado meses sin contacto, muy poca gente sabía que Marcela tenía un hermano por el bien tanto de la joven como del hombre, sin embargo, el secreto no hacía que la mujer no adorase a su hermano y él a ella con más locura.
—Ve tranquila—respondió su hermano mayor y dio un último beso en su mejilla con demasiado ruido lo cual hizo a su hermano reír y termino de enfurecer a su celoso socio.
—Hablé con el piloto, tenemos veinte minutos extra— Interrumpió Ellis. — No los desperdiciemos.
Patrick le dio un beso en la mejilla a su amiga y se despidió para finalmente irse.La mujer subió al auto, agradeció a Alessandro por la paciencia y haber pasado por ella, el hombre le dedicó una sonrisa amable y Ellis abrió su bocota, por supuesto, con un tono bastante celoso.
— ¿Por qué estás tarde?
— Me quedé dormida — Ellis negó con la cabeza sabía que se necesitaba bastante placer para dejar a la mujer noqueada.
— ¿Te ejercitaste antes de dormir o hiciste algo irregular? — Su padre le volvió a ver de mala manera.
— No.
— ¿Nada?
—¿Quieres preguntar algo en concreto? —preguntó de vuelta Marcela, quién con facilidad se cansó de las indirectas de Ellis. El joven se quedó en silencio para luego soltar su siguiente pregunta:
— ¿Quién es él?
— Un amigo.
— Yo soy tu amigo.
— Eres mi socio — Aclaró.
— Ah, entonces basta con ser cualquiera para... — Alessandro pegó un frenazo y golpeó el hombro de su hijo.
— ¡¿Para qué?! — Le retó furiosa Marcela, porque con perfección sabía lo que quería preguntar y de lo que le acusaba. — ¡Eres increíble! — musitó y se llevó una mano a la frente.
Ellis le observó desde el retrovisor y después de unos minutos cerró los ojos. ¿Qué había estado a punto de hacer? ¿Por qué? ¿Celos? ¿Rabia? Lo único que sabía era que no planeaba seguir ocultando sus sentimientos. Su padre estacionó y cerró con seguro la puerta para evitar que se salieran.
— Tú tienes que bajarle a tus celos y tú aceptar lo que sientes. Ahora, feliz viaje— Les bajó las maletas y con un ademán de la mano se despidió de ambos.
Ellis intentó tomar la maleta de su socia, pero la mujer se negó y el viaje iniciaba... Opuesto a lo planeado. Al llegar al hotel les tocaba en la habitación presidencial puesto que así estaba establecido previamente; solían compartir sin problema cada vez que a hacían viajes juntos, utilizaban la misma habitación y en esta ocasión a ninguno le molestó; ella porque no planeaba hablarle y él por qué quería enmendar su error.
Ingresaron a la habitación y él le dejó la cama más grande, se cambió y le dio espacio para que descansara, pensó que leería o escribiría porque eso era común en ella más después de la placentera dormida que se echó en el avión, con ronquidos incluidos y todo el espectáculo.
Cuando fue a verle estaba de la misma manera, dormida en medio de la cama, él se deshizo de sus zapatos puso una alarma, se acurrucó contra el cuerpo de la chica, ella buscó su calor corporal y ambos cedieron paso al descanso, abrazados. Ellis esbozó una sonrisa porque de alguna manera sintió que aquello era señal del fin de una guerra innecesaria. ¿Por qué hacer la guerra si podemos hacer el amor? El joven aspiró un poco del olor de Marcela y ella dejó que sus brazos le envolvieran, aquello realmente se sentía bien.
Dos horas más tarde Marcela se removió por el peso del cuerpo de Ellis, le acarició el brazo con ternura, tenía sentimientos hacia él pero simplemente no era parte de su plan de vida y menos de su plan de contingencia, el chico pegó sus labios contra la mejilla de la mujer antes de susurrar en su oído:
— Marce, estoy celoso. Solo quiero que me ames y nunca he querido amar ni ser amado hasta ahora. ¿Podrías sólo aceptar que me amas? Porque he hecho miles de anuncios publicitarios que dicen: 《Amo a Marcela》
— No seas patético, eres un niño. Yo no quiero nada contigo.
El joven se posó hábilmente sobre ella y le miró a los ojos.
—Miénteme a la cara, pero bésame sin tocarme.
La mujer le miró a los ojos durante unos minutos y abrió la boca para mentir, Ellis rápidamente le silencio y ella no tardó en responderé el beso con fuerza, pasaron varios minutos besándose con fervor y pasión. Como si sus labios fuesen lo único que importaba. Al separarse Ellis le dio una sonrisa arrogante puesto que Marcela no se había resistido mucho a tocarle o devolverle el beso.
— Te amo—Dijo Ellis como si del saludo de buenos días se tratase, ella le miró molesta antes de asentir.
— Bien, me amas.
— Bien. ¿Quieres ser mi novia?
— No, sólo quítate de encima —Dicho eso… corrió al baño y vomitó el pedazo de fruta que se había comido durante el vuelo, Ellis le sostuvo el cabello y ella a regañadientes le agradeció después de enjuagarse, la cargó hasta la cama.
— Ellis, no hagas drama. Pídeme un té, es colitis o indigestión.
— Seguro te la he provocado.
— No te creas tan importante —Dijo y él sonrió mientras pedía el té.
Unas horas más tarde seguía vomitando cada cosa que comía por lo que Ellis fue en representación de los dos a la reunión y ella se quedó en la cama, la diarrea y la temperatura se hicieron presentes, a demás de un constante mareo que no le dejaba ni sentarse.
— Marcela, vine con algo de cenar.
— No quiero, estoy muriendo — Ellis camino hasta la habitación y se encontró con Marcela botando vomito de nuevo.
Le sostuvo el cabello y le ayudó ayuda lavar sus dientes mientras prácticamente se caía. El joven le llevó de vuelta a la cama, Marcela le miró apenada por todos los asquerosos residuos que había visto y olido, además, por el gesto tan cariñosos de quedarse a su lado. Se sintió feliz, porque solo una persona que la amaba podía aguantar todo eso.
— Voy a llamar al médico.
— No, mañana se me pasa — Ellis le tocó la frente y negó con la cabeza.
— Tómate la sopa; langosta, cangrejo y camarones.
— Ellis, estoy enferma — Le recordó y se acostó sobre la cama. — Solo quiero no vomitar.
Tras pasar una terrible noche con malestar, náuseas, vómitos y sudor Ellis llamó al médico del hotel. El hombre llegó a hacer la visita, palpó un poco el vientre de Marcela, preguntó por sus deposiciones, luego le tomó los signos, el hombre les dio una corta sonrisa y comentó que había un virus afectando en la zona, podía ser el agua o algún alimento. El hombre les dijo que necesitaba una buena hidratación hasta que el vómito se detuviera, le puso un suero por vía intravenosa, luego le pidió que reposara y cuando el suero se acabase regresaría.
Marcela creía que el médico se había equivocado porque no haba consumido ningún alimento local cuando sus síntomas iniciaron, pero la solución que le había ingresado atravesando de su vena la hacía sentir mucho mejoras que disfrutó de que su malestar disminuyera y a provecho para dormir un poco.