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–Por favor, quiere decirle a Madame D'Arcy que la Señorita Davina Brantforde está aquí. La empleada dudó una vez más. Luego, como si se sintiera impresionada por la firmeza de Davina, se alejó hacia el otro extremo del establecimiento. La tienda no era excesivamente grande. La empleada salió por una puerta y Davina miró a su alrededor. Tal vez había esperado ver muchos vestidos, mas sólo había dos. Uno de ellos era de noche y tenía un polisón muy amplio, aun cuando el escote era muy bajo. El otro se trataba de un vestido para el día que a ella le hubiera encantado tener. La vendedora regresó y le dijo con un tono mucho más amable: –¿Madame, quiere seguirme, por favor? Davina señaló una silla y le dijo a Amy: –Espera aquí, Amy. Estoy segura de que la Señorita Lucy te querrá ver más ta