Durante toda la mañana estuve comiéndome las uñas de los nervios. Tomé la revista y la volví mirar por centésima vez para asegurarme que no se me veía el rostro. ¡Dios! esto es una condena. Marcos me había escrito para tranquilizarme, pero desde que Natasha me había prestado la revista no pude dejar de sentirme nerviosa —Veo que te gusto la revista — dijo Amatista entrando a el salón fotográfico donde estábamos probando algunas prendas de joyería para el catálogo —Solo es cotilleo — dije restándole importancia —¡Venga! que el jefe está como quiere — intervino esta vez Natasha mientras se unía a la conversación —Siempre tan guapo ¡quien pudiera desvestirlo! — dijo haciendo un gesto con su boca simulando morderle que molestarle me hizo reír —No sabía que te gustara Marcos —Amatista le