Sentía mis pulsaciones a mil, quería vomitar y que decir del dolor que sentía en mi pecho. Definitivamente Marcos había calado profundo y eso era lo que más me enojaba en este momento. Después de verle con esa mujer pensé que era una broma, pero no. Yo era la broma para Marcos de seguro. Por eso pensó ir más despacio — Maldito Scott—seque la lágrima que rodó por mi mejilla y mire el lindo día en Central Park. Muchos disfrutaban de sus actividades mientras yo estaba inmersa en mi propia tristeza, pensar que solo subí a su oficina con la intención de hablar de mis sentimientos—Estúpida— dije en voz baja. Escuche mi móvil sonar por millonésima vez y al ver el número de Marcos en la pantalla lo apague. Había recibido llamadas de mis amigas preocupadas por la forma que me fui, les contesté di