—Aquí vamos… — me digo a mí misma en voz baja, emocionada de estar en casa otra vez. —Mamá, ¿por qué has hecho eso? — tiro de su brazo mientras ella nos guía a la oficina de papá. —¿Qué cosa, hija? — me mira como si en verdad no comprendiera y yo no sé si es tonta o se hace. —Se supone que dijimos que sería una fiesta íntima, que sería algo privado y ya has invitado a Alejandro — me cruzo de brazos mientras nos detenemos frente a la puerta de cristal. —Oh, ¿no te gustaría que él fuera? Es un chico tan agradable y casi de tu edad, que pensé que te agradaría su compañía. Además, es casi de la familia, si los Lombardi son muy cercanos a nosotros… Aunque, si quieres puedo decirle que se cancela. El rubor que me llega a las mejillas me delata. Por supuesto que me gustaría que fuera, es más