REVELACION
Es la denominación que se le da al acto de revelar, de volver claro y comprensible alguna cosa por medio de una comunicación. La revelación de una persona a otra persona coincide con el acto de darse a conocer.
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Luka
— Tienes que parar — Escucho la voz de Rozo — ¡Para ahora! ¡Maldita sea! ¿Te has visto la cara? Tienes ojeras, imagino que tienes la cabeza a punto de estallar ¿Has comido? — Tengo una pista interesante, necesito solo unas pocas horas y estoy seguro de que
lograré dar con el enlace de la persona que desea llevarse a Jean.
El médico me dijo que yo mismo me estoy haciendo esto, personas con la misma enfermedad que tengo, tienen una vida funcional y siguen al lado de sus familias sin mayores dificultades; según él, me estoy sometiendo a demasiada presión, lo que está aumentado la intensidad de los síntomas y la frecuencia de estos.
— Tienes a varias personas trabajando sobre esta pista, estoy seguro, son personas tan buenas como tú, ellos van a encontrar a quien está haciendo esto — Rozo camina desesperado, estoy en el palacete cerca de París, la pista viene de esta ciudad.
— Tienes que volver, desde que Gia te vio casi desplomarte frente a ella, no ha podido estar tranquila, no entiendo tu puto concepto del amor ¡Recupera a tu familia! — Sé que ninguno lo comprende y en este momento empiezo a dudar hasta de mí mismo y de lo que hago.
— ¿Y si me vuelvo como mi padre? — He un poco de hablado de mi pasado con Rozo, nada de detalles.
No es fácil crecer de la forma en que lo hice yo, con una persona que parece un desconocido cada día, pero que sabes que es tu padre, con un hombre que maltrata a su esposa hasta casi matarla y golpea a su hijo hasta romperle las costillas, solamente porque la intensidad del dolor lo volvió casi un inhumano.
— Por eso la dejaste ¿Verdad? ¡Mierda! Tú no eres como tu padre — Rozo se sienta frente a mí y retira uno de los computadores portátiles de los cuatro que tengo sobre un gran escritorio — Eres un protector y tu padre era un maltratador, no hay punto de comparación — Recuerdo a mi padre, los primeros años de mi vida y todo lo que mi madre sufrió.
— No tienes ni la menor idea de lo que vivimos con él — El dolor de cabeza empieza a disminuir y no siento ningún tipo de entumecimiento en mi mano derecha que he estado utilizando sin cesar desde anoche.
— Cuéntame — Observo a Rozo, nadie, ni siquiera Jérémie conoció esta parte oscura de mi vida, el dolor, el hambre, la violencia.
— Mis padres se casaron muy jóvenes, mi madre no lo amaba, estaba enamorada de un joven del pueblo en el que vivía, pero él no cumplía con los estándares de la familia de mi madre, en realidad, con los estándares de su hermano mayor — Cierro los ojos e intento concentrarme y olvidar la pista que estaba siguiendo, envío un rápido mensaje a uno de mis colaboradores, ellos continuaran investigando.
Rozo se levanta, aleja un computador y deja en su lugar dos vasos con licor, tomo de un solo trago el mío, los recuerdos son bastante dolorosos.
— Mi padre tenía un trabajo aquí en Bélgica y mi madre tuvo que dejar su país, a su familia y a su amado, durante los primeros años de mi vida, todo era normal, mi madre toleraba a mi padre y se comportaba como una mujer griega normal, o eso creo yo — Empiezo a sentirme estresado, mi corazón palpita con fuerza, no quiero seguir, pero sé que Rozo va a comprender — La primera vez que mi padre sufrió una fuerte migraña lo incapacitaron durante dos días, luego empezó a tenerlas más seguido, no tengo la menor idea de lo que sucedía, mi madre nunca me lo contó y yo estaba muy pequeño. El hecho es que se empezó a volver violento, tomaba medicamentos y de un momento a otro dejó de ser el padre que yo conocía para convertirse en nuestra peor pesadilla, no podíamos hablar o tan solo susurrar en casa, las ventanas mantenían cerradas y yo no tenía derecho a jugar o reír como un niño normal.
— Era como si vivieran en una prisión — Me dice Rozo.
— Era peor, no podía tener amigos, mi madre tampoco y pasaba mi vida como si fuera un fantasma, nos pedía siempre que no gritáramos cuando estábamos hablando normalmente y al final, gritaba era él quien gritaba por todo, gritaba cuando se enojaba, para atemorizar, gritaba de dolor, cuando era muy intensos y empezó a golpear a mi madre — Hago una pausa, recuerdo muy poco, los gritos, los golpes, el dolor — En dos ocasiones me envió al hospital, en la última me fracturó una costilla e intervino la policía porque no le creyeron a mi madre que me había resbalado en la ducha — Sacar todo esto me hace sentir extraño, mucho, no logro identificar lo que siento, habitualmente busco proteger, es muy revelador cuando te encuentras en el lado de la persona vulnerada, desprotegida.
— ¿Y entonces tu madre se divorció? — Rozo escucha atentamente.
— No sé cómo hizo mi padre, pero logró quitarse de encima a la policía. Mi madre intentó, divorciarse y fue peor. Mi padre tenía nacionalidad belga, mi madre todavía no y él la amenazó con quedarse con mi custodia, nos encerró de nuevo, pero esta vez fue peor, no volví a la escuela y siguió golpeándonos y gritando, era como si cada vez que su dolor era más intenso, él se volviera más cruel
— Y a pesar de que no lo digo, mi temor a herir a mi familia es inmenso.
—¿Y el señor Meyers?
— ¿Era el único amigo cercano de mi padre, no tengo muy clara la historia, pero mi padre biológico finalmente fue denunciado, por otro delito, relacionado con el manejo de activos — Rozo Sonríe — No fui yo, era realmente pequeño para algo así — Pero me hubiese gustado ser quien lo denunciaba — Se escapó y nos dejó encerrados, sin comida, durante dos semanas hasta que Jean se inquietó por no saber nada de mi padre, mi de nosotros y fue a nuestra casa — Rozo toma un trago — Antes de irse, mi padre me había golpeado tan fuerte que estuve algunas horas inconscientes, mi madre grito tanto que se irritó la garganta, pero estábamos alejados de todo y nadie la escuchó, cuando Jean se dio cuenta de lo que pasaba y nos sacó de ese lugar, me llevó directamente al hospital y le quitaron mi custodia a mi padre. Desde ese momento él dejó de existir para mí — Bajo la mirada y me levanto de la silla.
— Me estás mintiendo, Controlas todo y si fuiste capaz de destruirlo, no ibas a perderle la pista. — Me vuelvo a mirarlo y frunzo el ceño — Recuerdo al primer hombre que dejaste en la ruina, no tenía ninguna relación con Nathan, nunca entendí por qué lo hiciste, pero sabía que el hombre era un avaro y una persona cruel, así que no cuestioné tus motivos — Me giro hacia Rozo, mis manos comienzan a temblar — El gran Philipho Makris, un hombre que pasó de ser un ejecutivo a crear en la ciudad un pequeño paraíso para unos y un infierno para otros — Aprieto mi mandíbula y cierro con fuerza mi mano contra el vaso de licor.
— Y que me heredó una puta enfermedad que me debilita y descontrola — Le digo.
— Recuerdo que Makris perdió todo y sus socios y enemigo se fueron en su contra, lo último que supe es que volvió a Grecia completamente humillado — Detesto a ese hombre, mi madre me dice que se debe respetar a los padres, pero no respetas o amas a alguien que maltrato casi hasta matar a tu madre, y que os aisló por completo y te generó tantas heridas físicas como emocionales.
— ¿Sabes algo más de él? — Lo miro y niego con la cabeza, no quiero seguir ahondando en el tema y Rozo lo ha comprendido
Cada que intento concentrarme en lo que está pasando con Jean el dolor se vuelve más intenso, sin embargo, estoy seguro de que algo se me escapa, tengo que concentrarme.
— No vas a hacerle daño a tu familia, vuelve con ellos Luka, estoy seguro de que no eres igual que tu padre — El impulso de volver con ellos todos días es inmenso, pero el temor de hacerles daño me detiene, cuando estoy mal, todo se vuelve insoportable.
— No comprendes, cuando estoy mal, todo me molesta, es complicado controlar mis impulsos, me irrito con facilidad — Lo miro a los ojos — Tengo miedo de perder el control y volverme violento como mi padre, paranoico, desquiciado — Cierro los ojos y aprieto la mandíbula — por eso los dejé — Escucho una fuerte exclamación y Rozo y yo nos giramos para ver a una Gia completamente pálida, con los ojos inundados en lágrimas.
— Rozo, puedes dejarnos solos, ¿por favor? — Él asiente, inclina la cabeza frente a Gia y sale de la habitación.