El camino hasta casa fue un calvario, no pude dejar de pensar en todo lo que ha estado sucediendo, hasta hace un año, éramos muy felices y de un momento a otro, todo empezó a desmoronarse.
Esta mañana que me vi con Rita en el colegio, me prometió preguntarle a Bastien hoy y he pasado todo el día en un completo estrés, sin poder concentrarme en mis estudios.
— Hola Rita ¿Has logrado hablar con Bastien? — Espero que le haya dicho algo.
— Lo siento, nunca lo había visto tan hermético y cerrado como cuando le pregunté por lo que le pasaba a Luka, creo que debes ir a verlo y exigirle que te diga la verdad — No lo he buscado ni una sola vez desde que me dejó y no quiero que piense que pedirle el divorcio es una forma de chantaje para que vuelva — Ve a verlo, yo recupero a los niños con los escoltas — Dudo un poco sobre qué hacer, pero no es la primera vez que una de nosotras recoge a los niños de la otra, pero antes no estábamos en esta situación.
— Vale, ¿Sabes dónde vive? — Miro la hora, tal vez esté en su oficina — Iré a su oficina, gracias por recuperar a los niños y deséame suerte.
Salgo de la Universidad y conduzco hasta la oficina de Luka, hace mucho tiempo que no vengo a este lugar, espero que me permitan entrar.
— Señora Meyers, que gusto que nos visite ¿Cómo está? — Le contesto rápidamente, no quiero perder el valor.
— ¿El señor Meyers se encuentra? — Podría decir mi esposo, todavía estamos casados, pero ahora no me siento con derecho a hacerlo.
— Lo siento, señora Mayers, no puedo interrumpirlo — Asiento y me despido, sabía que no sería fácil, ya no soy la esposa que podía entrar en cualquier momento.
Sin embargo, tengo derecho a saber lo que sucede, no solo con mi hijo, sino también con Luka, sigue siendo mi esposo.
Retrocedo tomando desprevenida a la secretaria y corro hacia su despacho, abro la puerta intempestivamente y me encuentro a Luka con Bastien, Thomas y Rozo ¡Esto es un mal presagio! La habitación no está muy iluminada, lo que es algo muy extraño.
— ¡Gia! ¿Qué haces aquí? — La voz de Luka, como siempre lo ha hecho, me estremece por completo, solo que suena extraña.
— Necesito hablar contigo ¡Ahora! — Todos me miran, pero ninguno se mueve del lugar, luego observan a Luka que se ve diferente, cierra los ojos — ¡Salgan todos! — Grito, pero ninguno se mueve, esto es desesperante — ¿Qué diablos pasa? ¿Una esposa no tiene derecho a hablar con su esposo? A menos que hayas firmado los papeles de divorcio que creo que no lo has hecho, así que, ¡Lárguense! — Bastien se acerca a mí.
— No grites por favor, déjame llevarte a casa — Bastien me habla con calma, como si yo fuera una niña pequeña.
— Ahora todos hacen lo que el señor Perverso quiere ¡No grites que detesto los gritos! — Empujo a Bastien — Pues yo he detestado durante meses que mi marido se haya largado sin darme una mínima explicación ¿Y es que alguien ha intentado explicarme o le importa? ¡Nadie! — Camino hacia Luka que tiene una mano sobre el escritorio y con la otra se la masajea suavemente — Vas a decirme la verdad ¿Qué diablos está pasando Luka?
Rozo me toma con fuerza del brazo, e intenta alejarme de Luka.
— Gia, no lo hagas más difícil, te llevo a casa — Me giro y empujo a Rozo, juro que me estoy enloqueciendo.
— No, no Necesito que nadie me lleve a casa, necesito hablar con mi marido, necesito acabar con esta puta angustia, necesito respuestas — Me giro hacia Luka — Te necesito a ti, maldita sea — Veo como Luka se pone de pie y camina lentamente hacia mí, Rozo me deja libre y siento como Luka se acerca a mi lado, toma con una mano mi cara y me besa con mucha delicadeza, para luego abrazarme y susurrarme al oído.
— Lo siento, tesoro — Rozo me toma con fuerza de la cintura y empieza a sacarme del despacho.
— No, no voy a irme hasta obtener una respuesta, Luka — Empujo y golpeo con las manos y pies a Rozo — Suéltame Rozo — Me giro con fuerza y Rozo es obligado a inclinarse, de perfil, puedo ver a Thomas y a Bastian sosteniendo a Luka que empieza a caer, como si hubiese perdido la fuerza — ¡Luka! — Grito, antes de que Rozo me saque de la habitación y cierre la puerta con fuerza.
Me lleva por el pasillo y espera a que el ascensor se abra, me hace entrar y me deja libre.
— Eres un imbécil ¿Qué diablos pasó ahí? — Rozo me mira compasivamente.
— Lo siento, Gia. Es mejor que te quedes fuera de esto — Me llevo la mano a la cara, siento las lágrimas y como la compresa de emociones retenidas durante todos estos meses se desborda por completo y no puedo parar de llorar, me siento en el suelo del ascensor que se ha detenido, imagino que Rozo lo ha hecho. Él se inclina frente a mí, y me abraza — Lo siento de verdad, Gia — Vuelve a repetir.
— ¿Qué tiene? ¿Qué le pasa? — continúa abrazándome, pero no me responde — Por favor Rozo, dime que tiene — Suspiro, intentando controlar mi llanto.
— No puedo decirte nada, Gia, él lo decidió así y aunque no estoy de acuerdo, es mi amigo y respeto su decisión – Me contesta con calma.
— ¿Va a morir? — Pregunto con el corazón adolorido.
— Todos vamos a hacerlo algún día, ¿No? — Su respuesta me parte en mil pedazos el corazón — Él va a estar bien, Gia. Solo dale tiempo — Desde que Luka se fue, me imaginé mil cosas, pero nunca pensé que podría estar enfermo ¿Es que me dejó por eso?