Capítulo 8: ¡29 de febrero de NUNCA JAMAS!

1866 Words
*********************** El vuelo resulto largo y tedioso, pero solo porque, durante todo el trayecto, se regodeo en la culpa y los remordimientos por lo que le había hecho a Denise, su hermana y egoístamente agradeció que vivieran tan lejos una de la otra, así no tendría que verla todos los días a la cara y sentirse mal por traicionarla justo la noche antes de su boda. Si algún día se enteraba, Denise no la perdonaría nunca y ella no podía culparla, ni siquiera tenía derecho a solicitar su perdón. Sus padres la llamaron justo cuando bajaba del avión en el AIFA, querían verla con urgencia, pero no respondió a sus llamadas y termino apagando el teléfono. Fue directo a su hotel preferido en la CDMX, porque ni loca se quedaría en la casa de sus padres. Al día siguiente se presentaría en la oficina de Leonel Ferrer para averiguar que se le ofrecía. Después regresaría a su departamento en Querétaro y retomaría su vida. La empresa de publicidad para la cual diseñaba le había solicitado unos bocetos, así que, se enfocaría en su trabajo y se olvidaría para siempre de Jonathan Deveraux. Al día siguiente en la oficina de su padre, no solo encontró a su madre, si no también al Sr. Rodrigo Fayad y a la Sra. Raquel Müller, los padres de Iván Fayad Müller; su exnovio. Y supo, en cuanto entro a la oficina, que eso no sería nada bueno para ella. —Pasa, Diana y siéntate junto a tu madre. Le dijo su padre en su tono autoritario de siempre. Diana miro a su madre que le extendía los brazos, pero en su rostro solo podía apreciar el alivio, cuando debería apreciar algún vestigio de amor maternal. Sí, por fin encontraron la manera de quitarse el peso de la responsabilidad que se traducía en la preocupación obligada por una hija soltera de 24 años, la cual solo les daba dolores de cabeza debido a su rebeldía. Tomo asiento, pero al otro extremo del sillón de tres plazas donde Camilla Farjat se encontraba sentada. —Los Señores Fayad y su hijo Iván, están aquí para pedir tu mano en matrimonio. El cual ya hemos aceptado, porque, estamos al tanto del tipo de… “relaciones”, que han mantenido durante su noviazgo y creemos que ya es tiempo de formalizar las relaciones que unen a las dos familias. Diana palideció al escuchar las contundentes declaraciones que había hecho Leonel Ferrer y fulmino con la mirada a Iván, quien le sonreía con descaro. Se levanto repentinamente sorprendiendo a todos, no podía soportar que se tomaran decisiones en su nombre y que pensaran que ella acataría sus órdenes sin objetar nada. —Lo siento, padre, pero no voy a casarme con Iván. Camila se levantó y sujeto a su hija por la muñeca, mientras le preguntaba entre dientes si se había vuelto loca. Trato de soltarse, pero su madre la tenía bien sujeta y al mismo tiempo, le estaba enterrando las uñas en la piel. Diana hizo una mueca dolorosa mientras seguía intentando soltarse. —¿Qué está pasando aquí, Leonel? Creí que todo estaba arreglado y que solo estábamos aquí para acordar la fecha del matrimonio —pregunto Rodrigo Fayad visiblemente contrariado porque, jamás se imaginó que la propuesta de su hijo fuera tan tajantemente rechazada. —Bueno, Rodrigo… eso habría que preguntárselo a Iván, fue él quien declaro con mucha seguridad, que mi hija estaba loca por él —le molesto el tono con que Rodrigo se atrevió a dirigirse a él y no era un hombre que permitiera que alguien le levantara la voz y pudiera quedarse tan tranquilo. Rodrigo Fayad palideció ante las ofensivas palabras de Leonel Ferrer, pero fue incapaz de encararlo, porque, si bien era cierto que los Fayad eran ricos y poderosos, también era verdad que no podían compararse con los Ferrer. Eran los Fayad quienes saldrían más beneficiados de esa unión. Así que, Leonel estaba bastante dispuesto a sacarle provecho a su superioridad social. Entonces Rodrigo le exigió a su hijo una explicación. —¿Iván? —su padre lo cuestiono ante todos los ahí reunidos. No le gustaba esa clase de atención sobre él y sabía que estaría en clara desventaja, si a Diana se le ocurría abrir la boca con respecto a lo que sucedió en su departamento con la Urdaneta. —Yo se lo diré, Sr. Fayad. —Di… Diana ni se inmuto cuando Iván pronuncio el diminutivo que siempre usaba con ella. No quería casarse con él y no estaba dispuesta a permitir que la obligaran. —¡Habla, niña! ¿Porque estas provocando todo este escándalo? No seas caprichosa y acepta lo que tu padre te ordena. —No soy caprichosa. Mi renuncia a aceptar el matrimonio con su hijo, se debe a la deslealtad. Antes de viajar a Londres… lo encontré en mi departamento, en la cama con otra mujer. Diana espero a ver las caras estupefacta de todos, incluso imagino como todos miraban a su exnovio con indignación y enojo, que la madre de él, le reclamaría y que su propia madre la tomaría en brazos tratando de consolarla y que ambos padres le gritarían al mismo tiempo. Pero después de unos minutos, comprendió que no había sucedido nada y que todos la miraban interrogantes, como esperando que dijera algo más grave o contundente en contra de su exnovio. Incluso miro a Iván que cambio su expresión de gravedad por una de obvio alivio. —¿Eso es todo, niña? —Raquel Müller la miro casi con desprecio y Diana no podía entender lo que paso. —¿Qué esperaban? Me fue infiel durante nuestro noviazgo y no conforme con eso, lo hizo en mi departamento, en mi cama y con mi peor enemiga. —¡Pero que tonta eres, Diana! —pronuncio su madre con un tono despectivo— ¿De que sirvieron todos esos años de educación inglesa? Si no aprendiste nada. —¿De-de que estás hablando? —No estaban casados. El muchacho tiene derecho a gozar de su soltería. Después del matrimonio ya es diferente. —Y no crees, mamá… ¿Qué si me fue infiel antes, lo hará igual después de casarnos? Se supone que me amaba. Si amas a las personas no serías capaz de lastimarlas, ¿o sí? —Eso no importa, Diana —su padre termino con la enojosa conversación— No tenían un compromiso formal, pero ahora sí. Quiero terminar con esto ya, así que, elije la fecha. —Ok —mmmmmm— ¿Qué les parece el 29 de febrero de Nunca Jamás? ¿No es una linda fecha? Los cuatro adultos no apreciaron su humor, pero Iván esbozo una bonita sonrisa, era guapo y muy simpático, tenía lo suyo, pero… era un gran idiota. Lamentaba mucho que se estuviera aferrando a ella, podrían haber sido buenos amigos. Cuando sintió las uñas de su madre, enterrarse aun más en su muñeca, recordó que todavía la tenía agarrada y comprobó que no le había hecho nada de gracia su chiste. —Deja de hacerte la graciosa, Diana. ¡Vas a casarte si o si, con Iván Fayad! —No fue un chiste, Camilla —las uñas volvieron a enterrarse en su piel y soltó un gemido doloroso. Su madre iba a replicar algo, pero Iván se acercó y tomo su muñeca. —Quizás, esto debemos arreglarlo entre nosotros —Camilla soltó la muñeca de su hija y dejo que la sacara de la oficina. Una vez afuera, le pido a Diana que no dijera nada y que solo consintiera en acompañarlo. Bajaron hasta la cafetería del edificio y ocuparon una mesa apartada, cerca del rincón entre la pared revestida de madera y las pequeñas jardineras que decoraban las ventanas del lugar y pidió dos capuchinos. —¿Sabes? Se que fui un imbécil, pero… hasta que no paso eso yo… no me di cuenta de que, en verdad me enamore de ti —Diana iba a replicar, pero levanto la mano para que lo dejara hablar—. En serio te extrañe, mucho. Y estoy dispuesto a cambiar si tú me das otra oportunidad. —Créeme que lo hubiese hecho si… si no me hubiera pasado lo que me paso en Londres. —¿Qué podría ser tan significativo? —Conocí a alguien. El chico de la cafetería llego con su orden y Diana aprovecho la pausa para secar algunas lagrimas furtivas que escaparon a su control. Era un gran reto, no habían pasado más de 48 horas y ella estaba ahí, delante de su ex novio, a punto de confesarle que se acostó con un completo extraño en Londres y que después descubrió que la había engañado y se había burlado de ella. —¿De verdad? —Diana asintió, pero no dijo nada. Ahora que le prestaba más atención, se dio cuenta de que se veia diferente—. Entonces… ¿es una relación a larga distancia? ¿Te vas a mudar o…? —No. Nada de eso, voy a continuar con mi vida, pero… sola. —No-no comprendo. Si conociste a alguien… —No funcionara. —¿Por la distancia? —Acaba de casarse. —Diana, no tienes ninguna oportunidad con él. —Lo sé, Iván. Se muy bien que el abismo entre nosotros es mucho más grande que el océano que nos separa geográficamente. Pero… necesito recuperarme de esta decepción, yo… no tengo cabeza para pensar en un compromiso, ni organizar una boda. —¿Quieres tiempo? Yo te lo daré… todo el que necesites. —No quiero comprometerme… —Tus padres no te dejaran vivir en paz, Di. Ni a mí los míos, pero… podemos hacerles creer que estamos comprometidos y nos dejaran en paz. Podemos decirles que vamos a retomar nuestro noviazgo y que en tres meses fijaremos la fecha de la boda. Y si tú, en ese tiempo… sigues opinando lo mismo, inventaremos algo para romper el compromiso. —¿Por qué me ayudas, Iván? —Te debo una, ¿cierto? Acostarme con la Urdaneta en tu cama fue… me comporte como un gran gil¡p0llas. Ahora me doy cuenta de que era un patán y que en serio, no sé cómo es que andabas conmigo. —Eso me suena más a sentimiento de culpa que a un enamoramiento genuino. —Puede ser, a mí también me servirá este tiempo para reflexionar sobre lo que siento por ti. —Está bien, lo haremos. Les diremos eso, para que nos dejen en paz. —Ok. ¿Queres regresar a la oficina o se los informamos por teléfono? —¿Se puede? —Bueno, no pueden obligarnos, además… es lo único que les importaba. Iván les dio la noticia a los padres por teléfono, no les agrado nada la idea, pero aceptaron. Después llevo a Diana hasta Querétaro. Ambos tenían amigos en común allá y la constructora de su padre tenía una filial. Incluso Diana se sorprendió gratamente porque le dijo que comenzaría a ejercer su carrera de arquitecto, cuando antes solo le había importado dedicarse a divertirse y despilfarrar el dinero de su padre.
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