Había pasado poco más de un mes y se sentía totalmente desesperada por volver a tener relaciones con su esposo, pero John se había negado rotundamente y le dijo que mínimo tenían que esperar dos semanas más. En todo ese tiempo, nunca contesto las llamadas y mensajes de Diana, aun no era capaz de… >>bueno, jamás la perdonaría obviamente¡Hola, De! ¿Como estas? —su voz sonaba sincera, aunque ella misma pudo notar el dejo de tristeza que acompaño sus palabras.
—Bueno… bien… yo, estuve algo enferma, pero… ahora ya me siento mucho mejor.
—¡Denise! No… yo… ¿Cómo que estuviste enferma y nunca me llamaste?
—Perdóname, es que… fue una situación muy delicada y la verdad es que… yo solo podía pensar en pasar por este trago amargo con John. Él ha sido maravilloso conmigo, todo este tiempo me ha consentido y mimado. Nunca se apartó de mi lado y no tenía cabeza para nada ni para nadie más que no fuera yo, su esposa, la mujer de su vida.
—Si, me imagino, De. Estoy tan feliz por ti, eres una excelente persona y una gran mujer, te mereces un hombre como él, más que cualquier otra mujer.
—Bueno, pero… cuéntame… ¿Cómo estas tu?
—Yo… yo… estoy bien. De hecho, me.. me voy a casar, ¿sabes?
—¡Di! —grito exultante, esa noticia era mil veces mejor de lo que podría haber esperado— No puedo creerlo, es estupendo. Dime que será con Iván Fayad… ¡Ay, no, pero que cosas digo! Por supuesto que es Iván, es el hombre del que estabas tan enamorada y recuerdo que decías amarlo mucho.
Denise había levantado la voz deliberadamente porque, justo en ese momento, John entro a la habitación y escucho perfectamente que Diana se iba a casar. Diana se sorprendió mucho al escuchar su jubilosa declaración porque, no recordaba haberle hablado con tanto detalle sobre Iván, a excepción de que era su novio. Luego recordó que tenía que especificarle que no habría recepción.
—¡Oye, De! Perdóname, sé que alguna vez prometimos que cuando nos casáramos haríamos una enorme fiesta y que, cada una sería la dama de honor de la otra, pero, no me voy a casar por la iglesia y solo haremos una pequeña y discreta recepción en la casa de los padres de Iván. Solo asistirá la familia más allegada y de mi parte, pues solo mis padres porque mis abuelos no… no pueden asistir.
—¡Oh, Di! ¡Que pena! Me habría gustado tanto estar ahí, a tu lado, viendo cómo se cumplen tus sueños, igual que tu estuviste a mi lado. Sin embargo, te comprendo, sé que debes tener tus razones. Pero sé que serás muy feliz, no hay nada en este mundo, tan maravilloso, como el casarte con el hombre que amas. ¿Y cuándo será la boda?
—Dentro de un mes…
—Ok. Entonces… no dejes de mantenerme informada y si cambias de opinión y quieres que vaya, lo haré. Lo sabes, ¿cierto?
—Lo sé, De. Gracias por tus buenos deseos. ¡Te quiero! Cuídate mucho y no me dejes de lado si ocurre algo. Sabes que yo también estaré ahí para ti.
—Claro que sí, Di. Adiós.
Jonathan salió de habitación en cuanto comprendió que la llamada iba a finalizar y Denise estaba impaciente por contarle hasta el último detalle con los cuales pensaba adornar, la escueta información que Diana le había dado. Espero solo un poco para no dejar que su impaciencia fuera evidente, pero solo pudo soportar 5 minutos, después salió de la habitación, bajo de prisa la escalera y entro en el comedor, segura de que John ya estaba sentado a la mesa esperando que diera la orden para servir la cena. Pero no estaba ahí, fue a la cocina, luego al salón, luego a la sala de televisión, miro hacia el jardín y finalmente, se dirigió hacia la biblioteca y el estudio, pero nada, no pudo encontrarlo y sentía que las ganas por contarle todo la devoraban por dentro. Subió la escalera, reviso algunas habitaciones sin éxito. Al bajar de nuevo y sin poder resistirse más, le pregunto a una de las empleadas si había visto al Sr. Deveraux. La chica le informo que el Sr. Deveraux había salido de nuevo, sin avisarle a nadie a donde iba.
Denise tuvo que controlarse para no ponerse en evidencia delante de los empleados, le dio educadamente las gracias y luego, sin esperar más, regreso por el pasillo y subió de prisa la escalera. Había dejado el teléfono en la habitación, seguramente John la había llamado para informarle que saldría de nuevo. En efecto, en cuanto tomo el teléfono, los mensajes llegaron. Se disculpaba porque tuvo que salir así, de improviso, lamento el no haber podido hablar con ella directamente y le pedía que no se preocupara, que todo estaba bien, solo era una situación que se presentó de último minuto en la oficina.
Maldijo entre dientes, era una vil mentira, lo sabía. Lo que sucedía es que le había afectado mucho el futuro matrimonio de Diana, estaba segura. Y deseo, rogó e imploro, que el tiempo pasara de prisa para que esa mosquita muerta, finalmente se casara para que ella pudiera tener algo de paz y tranquilidad. Era la única manera en que podría relajarse lo suficiente para concentrarse en su próximo embarazo y lograr llevarlo a término para que finalmente ese bebé, terminara de afianzar su matrimonio con Jonathan Deveraux.
Jonathan termino en un bar donde se encontró con Jared y unos amigos. Le pidieron que se uniera al grupo, pero declinó la invitación y se quedo en una mesa algo alejada de ellos. Su hermano se sentó cómodamente en una silla, era obvio que John necesitaba hablar con alguien y quizás podría dedicarle unos minutos antes de que la chica que esperaba llegara.
—¡Anda, suéltalo ya! ¿Cuál es el problema con tu esposa y tu matrimonio?
—¿Porque piensas que tengo problemas con Denise?
—Porque sé muy bien que el trabajo no es lo que te tiene así.
—Diana se casó hoy…
—¿Y? Algún día tendría que pasar, ¿no?
—Esa es tu forma de ayudarme…
—No quiero ayudarte —le sonrió socarronamente—. Ni que fuera tu psicólogo.
—Entonces lárgate y déjame en paz.
—¡Tranquilo, John! ¿Porque, al contrario de estar aquí lamentándote, no haces algo?
—¿A qué te refieres?
—¿Quieres gritarle a los cuatro vientos que la amas? Pues hazlo, las palabras se las lleva el viento y mujeres como Diana prefieren los hechos.
—¿Y Deni?
—Deni estará mejor sin ti. Aunque ella crea que su mundo se acabó, eso sería mejor a que la condenes a vivir atada a un hombre que no la ama.
—Tal vez tengas razón… debería buscar a Diana antes de que cometa el mismo error que yo.
—Pues entonces… ¡Vamos!
Jared regreso al bar, una vez que dejo a su hermano sano y salvo en un vuelo comercial hacia México. Y ya estaba esperándolo, la afortunada chica que pasaría esa noche f0llando en su departamento y por un segundo, antes de dedicarle toda su atención, la imagen dulce e inocente de su cuñada cruzo por su mente. Movió la cabeza para obligarse a borrar esa imagen mental y solo había dos cosas que le ayudarían con eso, el sex0 casual y el alcohol.