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Diana estaba parada en el umbral de la puerta, ni un solo músculo en su rostro se movía, incluso parecía petrificada, si no fuera porque, sus dedos estaban completamente blancos por la fuerza con que se sujetaba al marco de la puerta o por los ojos desorbitados. No podía apartar la mirada de las tres pruebas de embarazo que coloco sobre la encimera del baño, pero tampoco se atrevía a mirar. Durante un mes tuvo la sospecha y decidió ignorarla, pensando en que tal vez, se estaba sugestionando. Fue muy irresponsable y, aunque no era una justificación valida, lo único que podía alegar en su defensa, era que… Jonathan Deveraux fue, por mucho, la peor droga que había consumido en su vida. Le había embotado los sentidos a tal grado que se evadió de la realidad por horas. Durante ese tiempo, no fue capaz de pensar en otra cosa que no fuera hacer el amor con él.
Y ahora, no quedaba de otra que afrontar las consecuencias. Sus padres iban a poner el grito en el cielo, sin embargo, lo peor sería que comenzarían a presionar para que fijaran la fecha de la boda, pensando que el padre era Iván, exigirían que fuera pronto. Pero no podía obligar a Iván para que aceptara casarse con ella si estaba embarazada de otro hombre. Tenía que decírselo y entre los dos, idear un plan para terminar con el compromiso y de paso, evitar que los padres de ambos siguieran empeñados en obligarlos a casarse.
Se acerco y sin corroborar lo que ya sabía, tomo las pruebas y las boto al cesto de basura. Llamo a Iván a la constructora, la comunicaron de inmediato porque, el compromiso ya se había hecho público y como su prometida, tenía ciertos privilegios. Aunque el compromiso seguía siendo solo para aparentar, ellos dos no habían pasado de ser muy buenos amigos, de hecho. Cuando le comento que tenían que hablar de algo importante, no puso objeciones y le confirmo que pasaría por la noche a su departamento y que él llevaría la cena.
—Bueno… ciertamente es un problema —se levantó del sofá, y camino unos pasos, luego se giró hacia Diana, que permanecía muy quieta, sentada en el sillón de una plaza que estaba frente al sofá del salón— Uno que… nunca se me habría pasado por la cabeza. Esto va a complicar mucho las cosas, Di.
—Si, ya lo sé. Todo el mundo creerá que es tuyo y van a intentar obligarnos a adelantar la boda para tapar el escándalo, pero… jamás te obligaría a aceptar al hijo de otro hombre.
—Pero… si rompemos el compromiso y decimos la verdad, todos van a juzgarte. Dirán que me engañaste, que te acostaste con otro y que me fuiste infiel.
—Si, si, sé muy bien cuáles serán las consecuencias, pero…
—No era lo que yo hubiese deseado, Di. Sin embargo, sabes que estoy enamorado de ti y si tú estas dispuesta a casarte conmigo, a mí no me importaría hacer pasar a ese bebe, como mío.
—¡Por Dios, Iván! ¿Cómo crees que yo te haría eso? Sabes que me acosté con otro hombre a los dos días de terminar nuestro noviazgo y no conforme con eso, resulté embarazada de un completo extraño. No puedo hacerte eso.
—Bueno, Di, no olvides que yo también te falle, me acosté con tu peor enemiga en tu propia cama, por eso fue qué rompiste conmigo, en primer lugar. Podría decirse qué, con eso estamos a mano. ¿No crees?
—Esto es más serio, Iván. Estamos hablando de criar al hijo de otro hombre y yo no sé si estoy preparada para… compartir mi cama de nuevo, al menos no estando embarazada de otro. Eso significa que, tendrías que esperar más de un año y yo sé que eso sería demasiado tiempo para ti.
—Insinúas que soy algo así como, un monstruo insaciable.
—No, por supuesto que no... pero, tampoco es que seas muy partidario del celibato.
—Si, es verdad, quizás sí sea demasiado tiempo. Entonces, ¿qué quieres hacer?
—Tu solo estas enamorado de mí, Iván, pero no me amas, y yo... a pesar de que te quiero mucho, tampoco te amo. ¿Y si llega esa mujer especial a tu vida? Estarás atado a mí, siendo responsable de un niño que no es tuyo y tal vez pierdas la oportunidad de ser feliz. No quiero ser responsable por eso.
—¿No sientes ni tantito amor por mí? —se acerco y se acuclillo frente a ella. No era un ruego, ni una suplica, pero si se habría sentido muy feliz, si Diana por lo menos le diera una pequeña esperanza.
—Te quiero mucho. Te has convertido en mi mejor amigo
—“Mejor amigo” Estoy jodido, ¿cierto? —se levanto con una sonrisa sincera en su atractivo rostro— Me enviaste a la friendzone.
—¡Lo siento! —era sincera cuando lo decía porque, todo sería mucho más fácil si lo amara. Seria tan simple aceptarlo en su vida y en la de su hijo.
—Ok. Pues eso lo define todo. ¿Qué prefieres? ¿decírselos tu misma o esperamos a que tu estado sea demasiado notorio y que ellos hagan las preguntas?
—No quiero hacer nada. No tengo porque darles explicaciones sobre mi vida, por mucho que sean mis padres.
—¿Si sabes que… en cierto punto, empezaran a presionar con que fijemos la fecha de la boda?
—Si, y cuando lo hagan… tú le dirás a tus padres que no te casaras conmigo porque te fui infiel acostándome con otro y además estoy embarazada —Iván la miro como si se hubiese vuelto loca— Mi punto es… que tu padre jamás permitirá que te cases conmigo cuando sepa que estoy embarazada de otro, los Fayad se negaran a cumplir con el trato y entonces los míos, no tendrán más remedio que aceptar la ruptura del compromiso.
—¿Y qué crees que harán contigo? Tu padre te va a desheredar y a exiliar, Di. Pero no quiero ni pensar en lo que tu madre te hará.
—No te preocupes por eso, yo tengo la herencia de mis abuelos y se que cuento con ellos incondicionalmente, además, voy a trabajar. De cualquier manera, mis padres me exiliaron desde que me enviaron al extranjero para que otras personas se hicieran responsables de mi educación. Y con respecto a mi madre… ya estoy acostumbrada a su forma de tratarme y si antes nunca hice nada por defenderme de ella era porque… tontamente esperaba que algún día me demostrara algo de afecto. Sin embargo, ahora tengo a alguien por quien luchar y no volveré a permitir que me ponga una mano encima.
—¡Ay, Di! —se hinco a su lado para abrazarla y ella se dejó consolar— Sea como sea, estaré aquí para ti, lo que sea que necesites, te ayudare.
—Gracias, Iván.
Después de que Iván se fuera casi a la medianoche, se fue a la cama, cansada de tanto darle vueltas al mismo tema. Desde que se enteró del embarazo, no podía dejar de pensar en Jonathan y al pensar en Jonathan, no podía dejar de pensar en Denise. Se debatía entre llamarlo para contarle que estaba embarazada de él y no hacerlo porque, no tenía ningún derecho a destruir el matrimonio de su amiga, ella era la que menos tenía la culpa, porque, quizás no supiera que John era su prometido, pero tampoco debió ser tan irresponsable. Cometió una mega estupidez al meterse a la cama con un completo extraño, un hombre del cual no sabía absolutamente nada y ni siquiera se le había pasado por la cabeza preguntarle si estaba casado o tenía novia. Se había vuelto una completa descerebrada, c@liente, lujur¡osa y desverg0nzada en cuanto lo conoció. No, no lo llamaría, dejaría que De tuviera su matrimonio de ensueño con el hombre que amaba y si de ella dependía, Jonathan jamás se enteraría de que tenía un hijo suyo. Y lo que dijeran sus padres era lo que menos le importaba, no los necesitaba, el amor, la comprensión y el cariño siempre los obtuvo de sus abuelos paternos, así que, con ellos de su lado, jamás necesitaría nada de Leonel y Camila Ferrer.