Control

1735 Words
Keira Estoy alucinando, después de tragarme todo el polvo que me ha tirado con su auto al pasar, sigo estática sobre el asfalto caliente, mirando como desaparece en un viraje. De todos los hombres que existen en el mundo, vengo y me tiro en repetidas ocasiones a la mayor sabandija de todas. Intento respirar profundamente, todavía tengo su puto olor impregnado en mi piel y el muy mal nacido me ha dejado tirada a más de diez kilómetros de distancia de mi casa, no sé si quiero ponerme a llorar de la ira y la de impotencia o simplemente seguir caminando. Me muerdo los labios al ver de lejos al cámaro acercarse. Debería ser la mujer más orgullosa del mundo, agradecerle y seguir caminando hasta llegar con los pies vueltos nada a mi casa, pero con el orgullo intacto. El problema es que el orgullo no va a aliviarme los pies, ni va a llevarme hasta mi casa sin tener que soportar este sol inclemente. No logro ver su cara cuando pasa por mi lado, pero estoy convencida de que está enojado, aunque no logro entender cuál serían sus motivos para estarlo. Da un giro de ciento ochenta grados y en segundos se detiene frenando en seco a mi lado. — ¡Sube! — Escucho su voz cuando la puerta se abre, es un idiota, ni siquiera en estas circunstancias deja de ser tan autoritario. Por supuesto que voy a subir, pero no en el preciso instante en el que él me lo ordena. Cruzo los brazos y me quedo mirándolo inclinado sobre la silla del pasajero, sus ojos oscuros brillando, como si estuvieran echando chispas por la furia, con su mechón de cabello oscuro cayéndole sobre uno de sus ojos. Trago con fuerza y aprieto mis piernas ¡Seré idiota! — Keira, te he dicho que... — Lo sé, su alteza. Créame que entiendo perfectamente sus órdenes — Con toda la calma de la que soy capaz, me dirijo al coche, cuando él se vuelve a instalar en el asiento del conductor. — ¿Podrías darte prisa? tengo un compromiso — Mueve su brazo y mira, imagino que su carísimo reloj y yo subo con calma al lado del pasajero, él se inclina para ayudarme a poner el cinturón de seguridad. — Yo puedo sola, no necesito su repentino ataque de caballerosidad, su alteza — Levanta las manos, para luego empezar a conducir. — Sabes que no iba a dejarte tirada — Me dice en un tono suave, ese es su tono más peligroso, porque es con el que me hace perder el sentido con tan solo una palabra. — No sé nada, me echaste de tu habitación hace dos días, así que de ti me puedo esperar lo peor — Se sale de la carretera y detiene el auto de inmediato. — Es complicado, no esperaba llegar a Azur y encontrar a alguien aquí — Se quita el mechón de cabello de la frente — Solo dame un poco de tiempo, sobre todo, no vuelvas a ver a mi hermano — Me vuelvo hacia él y guardo mis manos en puños, quisiera golpearlo, pero tal vez podrían detenerme y encarcelarme por tocarle un pelo a este real... — ¡Ahórrate tus recomendaciones! No necesito que me controles — Alexandro, exasperado, conduce el auto hasta acercarse a mi casa, dirección que, por supuesto, también sabe. — No busco controlarte Keira, pero siempre existen límites que no debes pasar y mi hermano es uno de ellos — De inmediato pienso en Nilo que vino a verme esta tarde y me invitó a comer, fue tan tierno y me siento tan bien con él, que no entiendo lo que hago en este auto con su hermano. — Que tenga buen día su alteza — Toco el pomo de la puerta y, sin embargo, antes de abrirla, siento la mano de Alexandro rozando mi hombro. — Hablo en serio, Keira — Siento como su toque me quema y me maldigo internamente por ser tan fácil y parecer tan desesperada por él, salgo y me dirijo a mi casa y al segundo escucho al Camaro salir a toda velocidad. — ¿Jess? — Los últimos días Jess no ha estado llegando a casa, imagino que se queda con Serena. El timbre de la puerta de entrada suena y corro a abrir, tal vez se ha olvidado las llaves. — Jess la proxima vez que ... — Cierro la boca al ver frente a mí al hombre más apuesto del mundo, su cabello rubio y ojos claros borran todo pensamiento de mi mente. — Hola Keira, perdona que venga de nuevo hoy — Nilo lleva unos jeans negros y una camisa blanca con pequeños detalles geométricos y unos mocasines — ¿Puedo pasar? — Asiento y abro un poco más la puerta. De inmediato un hombre vestido de traje n***o le entrega una bolsa de papel — ¿Comemos? — Sonrío, pero en el acto recuerdo que sigo vestida con el mono y que no he tomado una ducha ¡Dios Mío! ¡Huelo a sexo! — Yo... ¿Te importaría regalarme unos minutos? Mira como estoy, huelo a se... huelo a aceite de motor, estoy llena de manchas de grasa y... — A mí me encantas así — Sonríe y desliza una mano por mi cara con dulzura — Aunque, no puedo negarte que tienes razón — Muevo mis manos, nerviosas. Mi casa es un desastre, no he prestado mucha atención al aseo, después de salir del hospital y mucho menos desde que Jess y yo lo dejamos. — Lo siento, mi casa es un desastre — Lo guío hasta el salón, afortunadamente ha entrado solo, sin escoltas — ¿Quieres una copa de vino? — Me muevo incómoda, Jess y yo tenemos un vino de colección que pertenecía a su padre y nunca lo habíamos utilizado, así que pienso abrirlo pidiéndole internamente perdón Jess, al que le gusta muy poco el vino. Destapo la botella y le sirvo una copa a Nilo. Las manos me sudan y tengo la garganta seca, me siento en desventaja, como un pequeño gusano que él puede pisotear en cualquier momento. — Keira, no tienes por qué ponerte nerviosa — Toma mis manos entre las suyas, mientras me mira fijamente a los ojos, es mucho más alto que yo y debo inclinarme para poder mirarlo, igual que me sucede con Alexandro — Soy un ser humano normal — Su voz ronca me estremece. — Eres un príncipe — Afirmo recordando lo que hace poco tiempo me dijo su hermano y siento como mis mejillas se calientan — Es el mejor vino que tengo, así que espero que no sea tan malo — Estoy poniéndome extremadamente nerviosa — Vuelvo enseguida — Corro a ducharme e intento sacar lo más deprisa posible la grasa de mis dedos y uñas. Mientras me ducho me siento extraña, mis manos recorren mis senos y descienden por mi cintura hasta llegar a mi pelvis y mi respiración se entrecorta al recordar a la forma en la que Alexandro se aferraba a mi cintura y su m*****o me penetraba con potencia sin dejarme respirar ¡Oh Dios mío! Dejo caer mi frente contra el espejo y suspiro ¿Qué diablos estoy haciendo? Salgo de la ducha decidida a concentrarme en Nilo, quien me espera sentado con las piernas cruzadas y la copa de vino a un lado. — Estás hermosa — Me he puesto un vestido largo, azul claro, que en realidad va muy bien con su color de ojos. — Gracias — Nos sentamos sobre la alfombra y acomodamos todo en la mesa de centro, es tan extraño comer de manera tan informal con un príncipe. — Esto es increíble, nada de cenas protocolarias que duran horas, donde no puedes cometer un error o dejar caer un tenedor — Me dice y yo sonrío — Quisiera comentarte algo, antes de que lo haga Jess, tu exnovio — Levanto la mirada. — ¿Qué ha pasado? — He discutido con él y Serena hoy, sospechaba que ella me había dejado por él y al confirmarlo me enojé muchísimo — Toma un poco de vino — Aunque en realidad no debería sorprenderme, ella le hizo lo mismo a mi hermano —Susurra. — ¿Al príncipe Alexandro? — Bajo la mirada, tengo la impresión de que va a darse cuenta de lo que pasa ¿En qué momento me metí en esto? No soy una persona infiel, aunque técnicamente no estoy todavía en una relación con Nilo, ni con el príncipe Alexandro ¡Mi vida es una locura! — Hace un poco más de un año regresé de un viaje y la conocí en una fiesta, empezamos a tontear y pasamos a mayores, solo que yo no sabía que era la última chica de Alexandro — Me llevo la mano a la boca — Pero eso son enredos de la realeza. No te imaginas todas las cosas que en ocasiones tenemos que ocultar solo para tener un poco de felicidad — Se inclina y desliza su mano por mi cara, dejando que su dedo pulgar acaricie mis labios. Cierro los ojos, porque no sé como me siento; cuando estoy cerca a Nilo, mi corazón palpita a mil por hora y, sin embargo, con Alexandro es tan visceral, que la necesidad me consume. Sé que esto es una locura, pero necesito saber como me siento al besar a Nilo, estar segura de que mi corazón no se equivoca y que lo que pasa con Alexandro es solo físico. Mi teléfono vibra sobre la mesa y lo tomo antes de que Nilo pueda leer el remitente. Leo el mensaje de prisa y siento que mi respiración se vuelve superficial ¿Qué Diablos quiere Alexandro de mí? — Había olvidado decirte que quiero que me acompañes a una fiesta mañana — Empiezo a negar con la cabeza. No le tengo miedo a Alexandro, pero prefiero evitar los problemas — No digas que no; es algo muy especial en realidad — Vuelve a acariciar mi mejilla y sonríe — Es la fiesta de compromiso de Alexandro con la hija de los duques de Luxemburgo — Suelto la respiración que estaba conteniendo y empiezo a toser, mientras recuerdo todo lo que sucedió hoy ¡Maldito bastardo controlador!
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