¿Perdón?

1660 Words
— ¿Puedes creerlo? Tienen el Mercedes-Benz 300 SLR Uhlenhaut Coupé de 1995, yo no podía creerlo cuando lo tuve frente a mí, es que tuve hasta temor de tocarlo — Jess me cuenta entusiasmado todos los días lo que hace con los coches, me habla cada uno de ellos como si fueran sus bebés y yo lo comprendo, porque quisiera que fueran míos o al menos verlos. El príncipe Nilo eligió a Jess al final, se acercó a nosotros y sin dejar de sostenerme la mirada le dijo a mi jefe que quería al chico, en ese momento cerré los ojos y lo maldije, por hacerme sentir como me hizo sentir en ese momento y por robarme la oportunidad y cumplir uno de mis sueños, aunque después me sentí mal, por querer estar en el lugar de Jass porque eso significaría que él no hubiese sido elegido. — No se conocía a la persona que compró ese auto, se supone que era un coleccionista misterioso, por eso nos hicieron firmar el contrato de confidencialidad ¿Te imaginas? El príncipe pagó casi doscientos millones de euros — Dice Jess con admiración — Es que no si le hago un pequeño rayón ni con mi vida pagaría el valor de su reparación — Esta semana ha sido muy extraña, no he parado de soñar con Serena pidiéndome que corra, duermo mal y me siento cada más cansada cada día. He querido seguir pensando que estoy loca, pero la sensación que me produjo la cercanía del príncipe Nilo no se ha ido, no puedo dejar de pensar en él y siento que cada vez que lo hago, de una manera u otra, traiciono a Jess, por lo que he estado muy tensa y no he dejado que Jess me toque. Aunque él ha estado tan emocionado visitando el castillo cada día, que no ha hecho muchos esfuerzos para estar conmigo, cada noche me habla de los príncipes, me ha dicho que solo ha visto a la princesa y al príncipe más joven, pero que no se ha encontrado con el heredero al trono, que al parecer es alguien muy sombrío y para nada gentil. Jess me habló de Serena, la novia del príncipe Nilo, y por algún motivo, noté que había algo extraño en su expresión, como si ocultara algo o me evadiera; lo que me ha dejado inquieta porque Jess como norma general no es así, es la persona más transparente que conozco y a pesar de todo lo que ha sucedido, estoy segura de que no le dije el nombre de la chica con la que sueño y mucho menos le dije que era ella, en realidad no he hablado de esto con nadie aparte del psiquiatra que me vio en el hospital, al que no he vuelto a visitar. Esta semana hemos tenido mucho trabajo, así que me la he pasado bastante ocupada y estoy muy agotada, mi jefe me pidió revisar el arranque de un Porsche Panamera, podría hacerlo en el taller, pero prefiero salir y ensayarlo, por lo que aproveché para traerlo a una carretera solitaria que antiguamente utilizaban como zona de aterrizaje militar y que conocí gracias a las carreras ilícitas en las que ha participado Jess. Llevo más de una hora en este lugar, he revisado el arranque en varias ocasiones y he pasado lista a los cambios que le hemos hecho, pero algo no me convence. Detengo el auto y salgo de él, abro el capó y observo la máquina, todo parece normal, pero he dormido tan mal y estoy tan agotada y tensa, que no confío en mí misma, en otro momento, hubieses encontrado el problema en segundos. Levanto la mirada y paso mi mano por mi cara ¡Debo estar hecha un desastre! Mi cuerpo se estremece cuando un hombre altísimo y musculoso, de cabello oscuro y de ojos verdes profundos y con una cara extremadamente masculina y atractiva, se detiene a mi lado con los brazos cruzados ¿De dónde ha salido? Me pregunto mirándolo con la boca abierta. — Creo que es la correa de distribución — Me dice mientras yo observo sus pantalones oscuros y su jersey, que se le ajusta perfectamente, he dejado de respirar. Mi vista se desvía hacia el coche que se encuentra estacionado detrás de él ¿Cómo no lo escuché? Es un Pagani Huayra, no es muy común verlo, muy pocas personas lo tienen y nunca en la vida pensé que podría tener uno tan cerca y menos que perteneciera a un hombre tan masculino ¡Oh por Dios! — ¿Perdón? — Hablo de prisa y trago fuerte, estoy estresada. ¿Cómo un niño de papi va a venir a hablarme sobre la correa de distribución, ¿quién se cree este tipo? ¿Acaso piensa que soy idiota y no sé nada de autos por ser mujer? — ¿Y lo sabe con solo mirarlo? — Pregunto altiva, este tipo me ha tocado los cojones, no puede ser verdad que después del tiempo que llevo aquí no haya podido ocurrírseme lo de la correa de distribución. — Como lo hace todo el mundo, por el ruido del motor — Levanto la mirada y observo sus ojos verdes, como el musgo, profundos. Siento como si pudiera perderme en ellos y mi corazón se acelera ¿Qué esto? En menos de una semana mi corazón no deja de acelerarse por otros hombres diferentes a mi novio. — Claro, como todo el mundo — Le respondo y frunzo el ceño ante su gesto intrigante ¡Mierda! ¿Qué diablos acabo de hacer? — Perdón, su alteza — No lo había reconocido ¿Cómo puedo ser tan idiota? Le he hablado como si fuera un niño rico, prepotente, cualquiera, ¿Por qué me pasan estás cosas? Y ¿Qué hace el príncipe heredero en un lugar tan alejado como este? El Príncipe Alexandro camina con calma, me rodea y se detiene detrás de mi cuerpo, mi espalda se tensa y mi corazón se salta un latido mientras observo como sus manos se posan a cada lado del auto y se inclina un poco, pegando su pecho a mi espalda y dejando su boca muy cerca a la mi oído, tanto, que puedo sentir su aliento. Mi corazón y mi centro palpitan acelerados, tengo calor, no puedo concentrarme y mi cuerpo reacciona libremente, me bloqueo mientras mi mente solo desearía sentirlo más cerca, pareciera que el calor que desprende de su cuerpo estuviera encendiendo el mío, siento su m*****o contra mi trasero y cierro los ojos imaginándolo embistiéndome con fuerza, cierro mis manos contra el auto ¿Qué diablos me está pasando? — Ahí, la correa de distribución — Me susurra al oído con una voz ronca, grave y profunda, mientras me indica con su dedo índice el lugar donde claramente se encuentra la correa de distribución y claramente debe ser cambiada, se supone que esta parte del auto ya la habían revisado y se supone que yo debería notar algo así en un segundo. — Yo... — Sueno mi garganta, dos veces, no puedo concentrarme, las palabras no llegan a mi mente, mi boca está seca y me siento como si estuviera muriendo de sed, aprieto mis manos con más fuerza, voy a hacerme daño. Intento girarme y quedo atrapada entre el príncipe y el auto, tal vez era lo que quería, lo que buscaba, sentir su roce, sentir su pelvis contra la mía, mirarlo a los ojos y ver el deseo en ellos, como estoy segura de que se dibuja en los míos. Mi cara se encuentra cerca a la suya, el príncipe se ha inclinado y su aliento refrescante como la hierbabuena roza mis labios. — ¿Decías? — Me quedo por un segundo observando sus labios, están húmedos y realmente apetitosos ¿Se enojaría si lo beso? ¿Será un delito? Mis senos me pesan y mis pezones están completamente erectos; me muerdo mi labio inferior, bajo la cara, y vuelvo a sonar mi garganta ¡Necesito soplarme con algo! — Gracias, príncipe — Me atrevo a responderle e intento moverme, no puedo seguir de esta manera, soy una mujer comprometida y mientras mi novio le cuida la lujosa colección de autos a este tipo, yo estoy aquí como una enferma, pensando en besarlo, que digo besarlo, estoy aquí parara, excitada como nunca y pensando en las mil formas de follármelo. El príncipe toma mi mentón con su mano derecha, su mirada desciende por mi cara, encendiendo cada parte de ella y se detiene en mis pechos, erectos, esperando, listos para ser tocados. — En otro momento, te follaría ahora mísmo, en este lugar — Sus labios tocan los míos, sintiéndose como un suspiro, y yo aprieto mis manos contra el auto, su boca desciende por mi cuello y se detiene en el valle de mis senos, mientras cierro los ojos y aprieto mis piernas. Mi corazón se bate a mil por horas y se acelera mucho más cuando el príncipe abre la boca, luego sopla contra uno de mis pezones que se endurecen mucho más y yo cierro mucho más fuerte mis manos — Lastimosamente, debo volver — Levanta la mirada y así como llegó, sin previo aviso, se aleja de mí — No entiendo que hace mi coche preferido en este lugar, señorita, la quiero mañana a primera hora en el castillo, con el coche, por supuesto — Se dirige al Pagani y en segundos se pierde por la carretera. ¿Qué diablos acaba de pasar? Suspiro, me miro las manos temblorosas, cierro las piernas y trato de respirar profundamente. No puedo sentirme atraída por los dos hermanos, no debo sentirme atraída por nadie diferente a mi novio, con el que vivo y con el que hasta hace poco era muy feliz. No sé en qué momento mi vida normal, se convirtió en este cúmulo de sensaciones cargadas de deseo y erotismo.
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