Michel.
En la mañana me levanto primero que ella, siempre lo hago, los nenes se despiertan a las seis de la mañana en punto, así que ahí me levanto a darle una mamadera y cambiarles el pañal, los tengo conmigo dejando que Mari duerma hasta las siete y media que es a la hora en la que me voy, los dejo en unas sillas hamacas en donde están acostaditos sin hacer fuerza en la espalda que es lo mucho que nos repite el médico, y las sillas tienen un pasador un poco alto en donde cuelgan unos juguetes con música que les gusta porque se ríen, lo primero que hago es subir uno de los carros al auto que usa Mari, verifico que los asientos esten bien sujetos, vuelvo adentro para preparar el bolso con sus cosas, caliento agua para los termos y también preparo mis cosas, siempre hago ejercicio llevándolos conmigo al gimnasio de acá de la casa, pero anoche después del ajetreo quedé sin ganas de nada mas que de sentarme en el sillón a mirar un poco de noticias y distraer a mis hijos así Marina duerme un poco mas, después de que me voy, queda sola con ellos, y encima a las diez de la mañana tiene clases por tres horas, va a ser peor el cansancio porque debe llegar a estudiar, así que cuando yo trabaje se quedan con ella y cuando vuelvo me hago cargo yo para que ella pueda terminar con sus estudios como corresponde y tanto quiere.
—Mari amor, ya me debo ir.
—Ya me levanto. —se friega los ojos bostezando—. ¿Los nenes?.
—Abajo, ya subí el carro al auto y preparé el bolso, ahora están tranquilos.
—Me levanto enseguida o me puedo dormir. —se para estirándose y va al baño—. Cuando salga de la facu paso a comprar para comer.
—¿Y si paso yo mejor?. —me paro en la puerta mirándola como se lava y se peina—. Vas a estar con los nenes y es subirlos, bajarlos, volverlos a subir.
—No importa, o de última ordeno que me lo tengan listo y paso a buscar.
—Si es así si, o se te va a complicar si se ponen mañosos.
—Me puedo arreglar con ellos. —se viste rápido con ropa simple, no busca nada, solo agarra y ya, solo para salir o para la iglesia busca que convine—. Bajemos.
—Si. —están a los gritos pero no de mañas, sino que están tranquilos.
—Hola mis amores. —se ponen vergonzosos, cosa que me encanta.
—Me debo ir o se me hace mas tarde. —les doy un beso a cada uno—. Mándame mensaje por favor.
—Te escribo tranquilo. —cuando llego a la puerta me acuerdo de Silvia.
—Mari, ahora a las ocho operan a Silvi, después podríamos ir a verla.
—Cierto, que cabeza la nuestra, ni un mensajito le mandamos.
—Le voy a escribir a Mica.
—Yo igual. —se para acercándose a mi—. En tu trabajo hay comedor, paso, comemos juntos y de ahí nos vamos a ver a Silvi cuando salgas de trabajar, yo te espero no tengo problema, mientras los nenes tengan leche va a estar todo bien.
—Quedemos así entonces, pasas a la empresa, comemos juntos, —se rie negando donde siempre tengo que planear las cosas o no estoy cómodo después—, vuelvo a trabajar las dos horas restantes y ahí nos vamos a ver a Silvi.
—Sip, justo así.
—Bien, me quedo mas tranquilo.
Paso la mañana pensando en como estará con mis hijos, en si pudo con los dos y con la clase, me manda fotos de que están tranquilos pero no es lo mismo a que estén en la casa donde pueden gritar y volverse locos todo lo que quieran.
—Estas muy pensativo Michel. —los miro sonriendo.
—Ni siquiera bajaste a comer.
—Es que ahora viene Mari con los nenes y vamos a comer juntos.
—¡Que bueno!. —el celu suena y es Mari.
—Hola amor.
—Estamos abajo, ¿Me ayudas a bajar a los nenes?.
—Voy enseguida. —corto parándome y como dando saltos de alegría—. Ya llegaron.
—Ve rápido que parece que vas a gritar de alegría. —una vez abajo, corro a la vereda buscando el auto, lo veo casi en la esquina.
—Es muy difícil encontrar un lugar para estacionar.
—Acá afuera si, tengo un lugar en el garaje sino, no sé que haría. —le doy un beso en los labios sonriendo—. Bajo el carro, ve bajando a uno.
—Si. —baja a Elias primero que cuando me ve pega unos gritos.
—Hola papi. —lo agarro besándolo y apretándolo—. Te extrañe demasiado hijo.
—Yo también papi. —me rio cuando me acerca a Sefora y hago como que me la voy a comer haciendo que se ría con ganas.
—Te voy a comerrrrr. —se sacude con fuerza y con Mari no reímos a carcajadas—. Hablando de comer, vamos que me muero de hambre, no quise comer hasta que lleguen.
—Se me hizo tarde, la clase se extendió un poco mas y estuve como veinte minutos para cruzar la avenida.
—Es muy peligroso, ¿No hay otra forma de cruzar?. —los llevo a los dos en brazos y ella lleva el carro con el bolso.
—No, es la única, aunque estaba pensando en manejar por arriba hasta que halla un semáforo y ahí cruzarlo, porque no se podía, no paraba el transito. —vamos al comedor con la mirada de varios en nosotros, soy un "Weishler" y les gusta el chisme—. ¡Dios santo, que rico huele!.
—Primero miremos que comer y ahí nos sentamos. —elegimos bastante, los dos comemos como camioneros, bueno, así dice el dicho, tuve que dejar a los nenes en el carro para poder llevar toda la comida que compramos—. ¿Cómo te fue?.
—Bien, en un momento me sentía perdida porque no fui a la clase de inicio que fue la otra semana, pero después ya le agarré la mano gracias a Dios.
—¿Y estos borreguitos?.
—Se portaron de maravilla. —le muevo los juegos así se distraen un poco y nos dejan comer—. Estaba pensando de llevarle un regalo a Silvi. —unta las papas fritas con mostaza que le encanta—. Y Maca me escribió que las visitas son a las siete de la tarde.
—¿Qué?.
—Si, así que le escribí a tu mamá y dijo enseguida que si, que nos espera.
—Bien, mejor así no vamos a la casa, y otra cosa, quería que hablemos sobre tu casa, ¿Qué es lo que piensas hacer?.
—¿Ya esta terminada?.
—Faltan unos detalles que la otra semana debo ir a ver, pero quería saber que quieres hacer.
—No lo sé. —golpea la mesa con la punta de los dedos—. Me dan ganas de venderla y a la vez no, pero si la alquilo no la van a cuidar como corresponde y si queda vacía la van a usurpar. —me mira asintiendo—. Ponla a la venta.
—¿Segura?.
—Si, mejor que se venda y ya, se termina el problema.
—Bien, le terminamos de hacer los arreglos así el precio se eleva y ya mañana llamo así la empezamos a cotizar.
—Bien. —me paro con Elias que se pone quisquilloso—. Pero amor, quieres que te tengamos en brazos no mas.
—Ya es hora de una meme. —los hacemos dormir que de hecho esta vez fue rápido, se durmieron sin berrinches.
—¿Te gustaría ver donde trabajo?.
—Obvio que si.
—Vamos entonces. —empujo el carro con una alegría tremenda, esperamos a que el elevador baje mientras aprovecho de abrazarla un poco—. Estas muy hermosa Mari.
—¿De verdad? Yo me noto las caderas mas anchas porque las polleras de jean me quedan mas ajustadas.
—Mas hermosa estas. —la abrazo de atrás envolviéndola por la cintura—. Toda para mi porque me encantas.
—Le voy a decir al tio que andas haciendo cochinadas en medio de la sala donde todos miran. —miramos para donde nos apunta Yose y si, hay varios mirando.
—Primero, no me quieras asustar. —se dan un abrazo con Mari que se llevan demasiado bien—. Y segundo, estaba abrazándola no acorralándola como hacen ustedes asquerosas. —la novia de Yose se rie dándole un abrazo a Mari.
—Este mas fantasma.
—¿Yo? Me quieres echar el cargo de lo que ustedes hacen. —me meto al ascensor con el carro antes de que se cierre—. Vamos Mari, deja a estas pervertidas que se vayan.
—Ya te voy a agarrar y te voy a... —se cierran las puertas y ahí me rio.
—Las haces enojar y después no lo soportas.
—Que se jodan, y no miento cuando digo que son unas degeneradas que parece que en cualquier rincón van a tener sexo, es una locura. —llegamos a mi piso, todos la miran al pasar, no la conocían para nada, ni mis compañeros de trabajo, solo por fotos.
—Hola preciosa. —Yas le da un abrazo y se agacha delante del carro—. Hola hermosos.
—¿Están despiertos?. —me muevo a verlo y si, están con los ojos gigantes.
—Pero la pucha.
—¿Hace mucho se habían dormido?.
—No, ni cinco minutos. —como están tranquilos los dejo, tal vez se vuelven a dormir—. Vamos Mari.
—Si.
—¿Qué estas haciendo por acá?.
—Vine a buscar las muestras para presentárselas al abuelo.
—Bueno, dejé todo detallado, lo va a entender bien.
—Bien, nos vemos Mari, en estos días los vamos a ver con Aye y los nenes.
—Los esperamos, besos a Aye y los nenes.
—Serán dados. —vamos al laboratorio y pongo la clave para entrar, los cuatro me quedan mirando, pero se paran sonriendo cuando se dan cuenta que Marina con los nenes vienen conmigo.
—Buenas, traje a mi mujer y a mis hijos. —saludan de un beso en la mejilla a Marina, saco a Sefora del carro y ella los mira haciendo gestos con las cejas—. Ella es Sefora, hola diles mami.
—Hola preciosa. —sonríe apoyándose en mi hombro—. Pero si eres preciosa nena.
—Igual a mi. —todos se ríen por lo que dije.
—Si Michel. —la miran a Mari apuntándole—. Hay que decirle que si o va a llorar como un nene caprichoso.
—Y si que lo es.
—Nada que ver.
*****
Marina.
Miro todo el lugar asombrada de lo bien equipado que esta, eh entrado a laboratorios pero nunca a uno como este, los otros era de la escuela en donde se equipan con los justo y si falta algo no importa, pero acá es una maravilla, estoy sentada en la punta del mesón en silencio, hay música y se hablan entre ellos pero cada uno en sus cosas, los nenes duermen con calma.
Araceli—. Hola Mari, ¿Cómo estas?.
Marina—. Hola, todo bien gracias a Dios.
Marina—. ¿Los nenes?.
Araceli—. Todos bien.
Araceli—. ¿Mañana me acompañarías a comprarme ropa?.
Araceli—. No quiero ir con Exe porque sino me pongo nerviosa.
Marina—. Obvio si.
Marina—. ¿Dónde quedamos?.
Araceli—. Gracias.
Araceli—. En el centro, ¿En la plaza mayor a las ocho de la mañana? Así desayunamos algo.
Marina—. Si si, nos vemos mañana.
—Amor, vamos.
—Si. —salimos todos juntos, una vez abajo despido a todos—. Michel, voy directo donde tu mamá y tu pasa a comprar para tomar mates.
—Esta bien. —subo a Elias que aun esta dormido y ahí sube el carro al auto—. ¿Qué llevo?.
—Yo quiero algo así como brownie o con frutas, y no te olvides algo para tu mamá que sea laith o bajo en calorías.
—Si, voy a la panadería vegana mejor, si ve la etiqueta de otro lado no va a comer.
—Si vas ahí compra dulce de leche y jalea de frutilla que no nos queda más. —me voy hacia donde Lihue antes de que me llame de que cuando vamos, voy pensando en que una mejor abuela no les podía haber tocado, siempre pendiente de ellos, y ni hablar de Michel—. Ya los bajo, cálmense un poco. —estaciono afuera de la casa bajando enseguida así los bajo.
—¿Marina?. —Luis sale de la casa sorprendido de verme—. ¿Cómo estas?.
—Bien. —le doy un beso en la mejilla sonriendo—. ¿Y usted?. —miro hacia la casa sorprendida de que Lihue no salga a buscarlos—. ¿Y Lihue?.
—Todavía no llega de trabajar. —quedo con la puerta abierta dudando de bajar a los nenes—. Ya debe estar por llegar, pasemos.
—Los voy a bajar y llevarlos cerca de las plantas, es que estuvieron todo el día encerrados. —acomodo a Elias en el carro mientras hablo—. Fui a la facultad, de ahí con Michel y siempre los saco aunque sea un paseo.
—Pensé que no querías porque estoy solo.
—No, nada que ver Luis. —la verdad es que si, no quiero entrar porque esta solo—. ¿Me acompaña a llevarlos?.
—Si, voy a ponerme una remera y salgo. —los llevo hacia las plantas de Lihue que las tiene una maravilla.
—Mira hija. —la saco del carro acercándola a la flor, miro hacia la entrada en donde viene el auto de Lihue y atrás Michel—. Ahí viene la abu.
—Buenas. —viene sonriendo—. Hola mis amores. —Sefora se sacude mas que feliz de verla y Elias grita riendo—. Pero si son los amores de la abu. —agarra a mi hija agachándose a darle un beso a Elias.
—Hola amor. —Michel me da un beso en la boca.
—¿Luis no salió a recibirte?.
—Si, ahí viene, se había ido a cambiar creo, y me iba a ayudar con los nenes. —se dan la mano con Michel y se van adentro con los nenes.
—Mejor que no hallas pasado, no lo conozco y no digo que iba a hacer algo, pero mejor que no pases.
Los miro dándome cuenta de que su relación no esta bien, creo que nunca estuvo bien, solo que Lihue ponía buena cara, pero ahora no se esfuerza ni un poco, cada vez que habla lo mira como con asco, o lo tapa cada vez que habla, me parece que no tienen mas nada.
—¿Ya se van? Creí que se quedaban a comer. —nos miramos como preguntándonos.
—Vamos a ver a Silvi y venimos, ¿Pasamos a comprar algo?.
—Compren lo que quieran, no tengo problema.
—Un pastel de papa,
—Si amor. —le da un abrazo sonriendo y Michel sonríe porque su mamá le cumple todos los caprichos—. Entonces te hago el pastel de papa que te gusta.
—Vamos Mi que se nos va a hacer tarde y no vamos a poder verla.
—Si, en una hora venimos.
—Dejen a los nenes, no los lleven al hospital son muy chiquitos.
—Si. —digo enseguida dándoles risa—. Los dejamos, gracias Lihue la amo. —vamos en el auto de Michel que quedó mas atrás y mas fácil de salir.
—Creo que mi mamá lo va a sacar de raje a Luis.
—¿Por?.
—Se me hace que sale con alguien de la empresa. —mira la calle inclinándose hacia adelante para calcular bien la pasada, por lo menos yo hago eso—. La veo que ya no lo soporta.
—Yo noté lo mismo pero no quería decir nada.
—Hagamos una apuesta.
—¿Con la separación de tu mamá?.
—No lo quiere ni nunca lo hizo, no le va a afectar nada que se separen.
—Bueno, apostemos.
—Yo digo que cuando lleguemos ya no va a estar.
—¿Me quieres hacer ganar?.
—Obvio no, yo quiero ganar.
—¿Y qué apostamos?.
—El cuarto prohibido.
—Bien, yo digo que una semana. —nos reímos por las locuras que decimos—. Pasemos a comprarle algo de regalo así no llegamos con las manos vacías.
—¿Qué llevamos?. —le apunto una florería.
—Llevemos flores y vemos que mas tienen ahí.
En el hospital esperamos un poco para poder verla porque están sus hijos y hermanos, básicamente su familia y nosotros somos los que le pagamos por sacarnos la mugre, algunos lo toman a mal, pero Michel jamás la trató como una sirvienta ni mucho menos, es la mujer que nos ayuda.
Cuando Mica nos deja pasar a verla le doy un abrazo con mucho cuidado, es una mujer maravillosa con la que puedo tener largas charlas con ella, le he contado muchas cosas porque la considero una mujer de confianza, obvio que cosas intimas con Michel no, sino cosas que me pasaban de joven y hasta de cuando nos íbamos conociendo con Michel.
—Permiso, el horario de visita se acabó, deben dejarla descansar.
—Si. —me inclino dándole un beso en la mejilla—. Mañana venimos a verte de nuevo.
—Gracias, muchos besos a los nenes.
—Serán dados. —Michel le da un abrazo con suavidad y un beso.
—No hagas fuerza Silvi, coopera así estas plena de nuevo.
—Voy a intentarlo.
—Si serás renegada, te quiero Silvi.
—Yo también Mi. —salimos con Maca.
—Maca, quiero darte esto. —le da un sobre que supongo que tiene plata—. Es para que tu mamá tenga todo lo necesario, cuando necesiten mas me llamas y te traigo de inmediato.
—Gracias Michel, con esto esta bien no te preocupes, nos ayudaste con todo así mi mamá tiene una buena atención, ya es suficiente.
—Bueno. —le doy un abrazo sonriendo.
—Mañana vengo, si necesitas cambiar en la noche o en el día me dices y vengo a relevarte así descansan. —después del hospital y de pasar a comprar para comer nos vamos a donde Lihue.
—No esta el auto de Luis.
—No creo que se halla ido.
—Veamos que dice mi mamá. —a penas entramos va donde ella—. ¿Y Luis?.
—Se fue. —nos mira a los dos no sabiendo si reir o mantenerse seria—. Ya veníamos mal y en la mañana le dije que ya quería que cortemos, cuando se fueron le dije que junte sus cosas y se vaya.
—Bueno... —Michel da un golpe con las manos alzando a Elias que le estira las manos—. Parece que el abuelo Hardy va a ser el único abuelo.
—Por ahí y tengo otra pareja y...
—No, Hardy y nadie mas, le había dado una oportunidad a Luis pero si le diste una patada no era el indicado.
—Es un buen hombre.
—Si claro. —vamos a la cocina y le doy unos golpes empujándolo mientras le susurro.
—Que infeliz, lo sabias.
—No, juro que no. —lo agarro de la remera sacudiéndolo.
—Me engañaste, no se vale ahora.
—Eres una tramposa, me debes pagar o te cobro el doble.
—Ya te voy a hacer pagar.
—Emmm. —la miramos que nos apunta divertida—. Es la segunda vez que los veo así. —me alejo fregándome las manos—. ¿Es costumbre de ustedes hacer esas cosas?.
—No mami, solo hablábamos un poco.
—Bien, voy a fingir que les creo.
—Mami. —corre divertido atrás de Lihue porque sabe que lo voy a volver a agarrar—. ¿El sábado nos podrás cuidar a los nenes?.
—Por supuesto que si. —la besa a mi hija que se rie sacando la lengua—. Son mis amores, por supuesto que los cuido.
—Pero de noche, con Mari queremos salir con Exe y Ara en una salida de pareja.
—Si hijo, obvio que los tengo. —enseguida me pongo a pelar las papas así comemos medianamente temprano porque después debemos ir hasta la casa que queda bastante lejos.
—Bien, quedamos tranquilos, vamos a poder salir.
—Si, pero tranquila Lihue, no la vamos a usar de niñera.
—Que va, me encanta que me los dejen.
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