Capítulo 4

4202 Words
Constantin Llevo tres días encerrado, no he visto a Calia aunque ella me ha buscado, el tiempo qué he pasado aquí va a valer la pena. La boda es mañana y estoy haciendo los últimos retoques al vestido, es mi mejor trabajo y en poco tiempo, las drogas qué Lucifer tiene aquí para no dormir funcionan mucho. Azzoth, Lucifer y Gabriel son los únicos qué han visto cómo es el diseño del vestido, pero nadie lo verá completo hasta qué Calia lo luzca mañana. Mierda, extrañaba tanto diseñar, prefiero mil veces esto a ver cuerpos de mujeres muertas. Una punzada en mi pecho se instala cuando pienso en Elahe, quería diseñarle tanta ropa de maternidad, la ropa qué le haría a su hija, diablos tantas cosas que quería hacer. Pero eso ya se acabó, ahora debo preocuparme por lo mío y es este vestido de novia. — Te traje el almuerzo, no has comido nada desde ayer – dijo Azzoth. – Vaya, ya estás con el velo. — Sólo faltan unos retoques al vestido, pero prácticamente ya está – digo tomando el jugo de naranja qué me da. — ¿Puedo verlo? — No, todos lo verán cuando ella lo tenga puesto – la miró. – ¿Qué está haciendo ella? — Gabriel está contándole los detalles de la boda, cómo es todo y ya sabes, está emocionada – me mira con una sonrisa. – El anillo es precioso y eso me recuerda – saca una cajita. – Lucifer forjó sus anillos en el lago de lava – me los muestra. – ¿Te gustan? — Son fascinantes – suspiró y se siento un momento. – Me voy a casar ¿puedes creerlo? — No lo creo, pero tampoco creía que Alister se casaría. — Cierto – le sonrió. – ¿Me creerías si te digo qué me enamoré de ella desde el primer momento en qué la vi? — Sí, estuve ahí cuando despertaste y vi tu mirada con ella, cómo la tomaste del rostro – suspira. – ¿Amor a primera vista? Sí, no es nada loco Constantin y a ella también le gustas, pero tienes qué enamorarla, es un ángel no conoce lo qué es el amor y llegará a estar confundida. — Lo sé, tengo qué ir con cuidado – miró el velo qué está sobre la mesa. – Pero es mi segunda oportunidad Azzoth y no pienso perderla ni qué nadie me la quite. — Egoísta pero así me gustas – me da un guiño. – Quemarías el Cielo por ella ¿no? — Mataría a la muerte por ella – la miró. — Pero eso es imposible. — No lo es, pero yo tomaría su lugar – suspiró. – Ayúdame con el velo y aprende algo de mí enana. Al cabo de tres horas terminó el velo y yo puedo acabar con el vestido, sacó una botella de whisky y brindo por él. Mi mejor creación después de no haber tocado tela alguna en cinco meses. El vestido de novia para mi prometida. Salgo de la habitación y me dirijo a su habitación, toco la puerta y se tarda en abrir. Su cabello está revuelto, tiene un pantalón y una camisa verde de pijama. — ¿Te desperté? — Sí – me mira. – ¿Qué pasa? — Ven conmigo. Me tomó de la mano y la llevó a la habitación dónde está el vestido. — ¿Qué pasa? ¿Dónde has estado? – pregunta antes de llegar. — Porque estaba haciendo algo para ti – abro la puerta y lo primero qué ve es el vestido. – El vestido de mi prometida. Sus ojos se abren grande y se tapa la boca, pero después veo una enorme sonrisa, comienza a ver el vestido de todos lados y viene dando saltitos a mí, me abraza y sonrió, sintiendo su calidez. — ¡Me encanta! ¿Lo hiciste en tres días? ¿Estás loco? ¿Cómo hiciste esto? — Tuve motivación – sonrió mirándola. – Y mañana veré qué valió la pena. Toma mi rostro y me besa, sigue siendo algo torpe pero me besa y lo disfruto demasiado. — Mañana es la boda – dice mirándome. — Mañana te conviertes en mi esposa – le sonrió. – Aún puedes echarte para atrás. — No, no estoy loca – me sonríe. – Me quiero casar contigo. Yo también quiero y nadie va a impedirlo. La llevó a su habitación y cuando yo llegué a la mía, puedo descansar lo qué no descanse en estos tres días. A la mañana siguiente Lucifer nos sacó del Infierno y nos traslado a otro lugar, me fue sorprendente encontrar los grandes castillos qué se encuentran en Irlanda, en especial el Castillo de Kilkenny, era enorme y se dice qué alguien importante vendió su alma a Lucifer para tener ese castillo, pero cargaria una maldición qué pasaría de generación en generación. Cuando bajamos de las camionetas me doy cuenta de qué todo está listo para una boda, miró a mi derecha y veo salir a Calia con Azzoth, mi corazón late con fuerza al ver lo maravillada qué está, sin duda Lucifer quiere qué su hermana tenga una boda de ensueño. Cada quien se retira a una habitación asignada, cuando entró a la mía siento una punzada en mi pecho, estoy solo. No tengo ni siquiera a mi mejor amigo, si quiera a mi hermana, no hay nadie conmigo. Todo el infierno está aquí por una fiesta y la mayoría está por ella, no por mí, no tengo a nadie y realmente me siento mal. Pensar en cómo fue la boda de Alister me da otra punzada, él tuvo despedida de soltero y yo estuve con él preparándolo para la boda y ahora yo me encuentro sólo. Estuve para todo el mundo, yo siempre fui el amigo qué estuvo con ellos en las buenas y las malas y ahora, soy el qué está más solo. Todo eso me pasa por estar siempre para todos, por poner a todos antes qué a mí, porque ahora qué me puse primero a mí, a mi egoísmo, estoy casándome con una mujer hermosa. Suelto un fuerte suspiró y entró a la ducha, me doy un largo baño y me relajo, es mi boda, debería dejar de lado todo el sentimentalismo y ponerme feliz, me casare con un ángel perfecto y eso no tiene precio alguno. Recorto mi cabello dejándolo corto y elegante, me afeito la poca barba qué tengo y trató de arreglarme un poco, cuando terminó voy directo al traje qué está cubierto por un plástico. Sabiendo el estilo del vestido de novia que hice, elegí el traje adecuado, un esmoquin frac, tiene todos los accesorios puestos, así qué no me demoro más y me pongo la camisa. Ni siquiera cuando era un famoso diseñador de moda, pensé en casarme, nunca me vi esperando a alguien de blanco, mi vida romántica y s****l se resumen en mis clubs de sexo, rodeado de mujeres qué estaban a mis completa disposición, de rodillas ante mí y peleandose por ser folladas primero. Ahora estoy aquí, arreglándome para casarme con una chica qué es completamente inocente y pura, a la qué aún le pone nerviosa dar un besó y qué sin dudarlo es virgen. Terminó de ajustar la pajarita, cuando alguien toca a mi puerta, no esperan a qué diga el pase cuando ya están dentro. — ¿Dónde estás? – escucho a Lucifer y salgo de la habitación. – ¿Creíste qué estarías sólo? Mi mandíbula se descoloca al ver a mis padres aquí, los dos están aquí, Warren y Juliet Gorman están frente a mí. — ¿Cómo los encontraste? – dije mirándolo. — Estaban fuera de Castlebrook – me sonrió y se acercó. – No estás sólo Constantin, puede qué hayas perdido amigos y familia, pero tienes a tus padre y me tienes a mí, así qué no estás sólo. Asiento con la cabeza y se va dejándonos sólos. Abrazo a mi madre quien se echa a llorar en mis brazos, la llenó de besos y siento qué estoy completo, después me acercó a mi padre y esperó qué me dé su bendición. — Me alegra qué estés vivo – dijo mirándome. – Lucifer ya nos dijo qué pasó y es por eso qué estamos aquí para apoyarte – me sonríe y me abraza. – Pensé qué te había perdido. — Aquí estoy papá – susurró conteniendo las lágrimas. — Vi cuando esa espada te atravesó, sentí cómo si me la hubieran atravesado a mí – dice tomando mi rostro. – Siempre has sido así, te sacrificas por los demás y eso es lo qué te hace ser tú, pero está decisión sin duda me tomó por sorpresa. Te casarás con un ángel y no es todo, ese ángel te trajo de la Muerte. — Sí bueno, ella ve cosas buenas en las malas – le sonrió y limpió mis lágrimas. – ¿Cómo salieron de Castlebrook? — Natalia nos sacó – dijo mi madre. – Ella, Darnell y otro chico raro nos sacaron, pero nos separamos cuando supimos qué Lilith los estaba buscando, nos fuimos a casa de tu abuelo. — Ese lugar está maldito – sonrió mirándola. – Hicieron bien y me alegra qué estén aquí. — Bueno, no nos perderíamos a nuestro hijo casándose – me sonrió. – Ya quiero conocerla, quiero saber quien salvó a mi hijo de su propio destino. Me río y por primera vez desde qué desperté de la Muerte ya no me siento sólo. Mi padre me ayuda a terminar de arreglarme, mi madre me hace algunas cosas en la cara para según ella verme mejor. — ¿Qué pasará después de la boda? – dijo mi madre. — Me alejaré de todo esto, no cielo, no infierno, no Castlebrook, volveré a Italia para ser diseñador, entre más pase entre los humanos seremos invisibles para los demás – los miró. – Necesito estar fuera de esto y no lo digo por ella, sino por mí, quiero hacer por primera vez todo lo qué yo quiero y empecé a hacerlo con el diseño del vestido de Calia. — ¿Diseñaste su vestido? – dijo mi madre. – ¿En tan poco tiempo? — Sí, es mi primer diseño y realmente estoy satisfecho. Así qué ese es mi plan. — Haces bien – dijo mi padre. – Pero nosotros podemos hacernos cargo de la Muerte, aún así tú te debes unir a ella en sangre para qué la muerte sepa qué ella es intocable. — Lo sé papá – mire el reloj. – Es hora, vamos. Salimos de la habitación y recorrimos los grandes pasillos del castillo, se escuchaba mucho ruido, vi a la prensa de Leviatán, los príncipes estaban en primera fila y en el altar estaban Lucifer y Gabriel, en cuanto nos vieron todos se fueron a sus lugares y cuando llegamos al gran jardín qué estaba decorado con muchos pétalos y flores, sillas de color blanco y el altar lleno de flores con un suelo de cristal. De pronto escuché la voz de Adele con la canción Skyfall, sonreí y miré a mis padres, los dos se pusieron a cada uno de mis lados y caminé por el pasillo decorado con pétalos blancos. Al llegar frente al altar, dónde estaba Gabriel, mis padres me dieron un besó en la mejilla y se separaron de mí. Subí al altar de cristal y lo mire. — ¿Oficiaras la boda? — Obvio, así la unión será irrompible – me sonríe. La canción llega al estribillo y ella aparece del brazo de Caín. Let the sky fall When it crumbles We will stand tall Face it all together Let the sky fall When it crumbles We will stand tall Face it all together At Skyfall At Skyfall Y es cómo si esa canción describiera todo lo qué estamos por vivir juntos, lo qué está unión significa. El vestido le queda a la perfección, hecho sólo para ella, el escote qué realza sus pechos, con las flores qué decoran la parte del corset, sus hombros descubiertos, tiene un collar qué la hace ver elegante, su cabello dorado cae en cascada por su espalda, tiene una tiara qué brilla sobre su cabeza, la falda blanca cae hasta sus pies, con las pequeñas flores qué se esconden tras los pliegues, la cola no es muy larga pero hace qué se vea mucho mejor el vestido y el velo cubre el escote de su espalda, tiene el rostro cubierto por la fina tela del velo. En sus manos tiene un ramo de rosas, la Juliet Rose, es la rosa más cara del mundo y sin duda realza entre todo su atuendo. Trago saliva, sintiendo cómo la distancia se hace menos. Me voy a casar. Mi corazón parece detenerse con cada pasó qué da y entonces, llega frente a mí. Caín me da una mala mirada, le quita el velo del rostro y le da un besó en la mejilla, vuelve a mirarme y me entrega la mano de Calia. La ayudó a subir y es cuando pudo ver su rostro, mejillas rosadas, labios brillosos, una tenue sombra plata sobre sus ojos y brillos en su rostro, entrelazo nuestras manos y me fijo en las esmeraldas de sus ojos. — Eres perfecta, ángel – digo sin dejar de mirarla a los ojos y sin importar quien me escuche. Sus mejillas se encienden y su tono rosado queda opacado por el rojo natural, sus ojos brillan con más intensidad y se pega más a mi brazo. Sólo desviamos la mirada para ver a Gabriel qué parece no dar crédito a lo qué acaba de escuchar. — Amigos y familia, estamos reunidos aquí para la unión de la vida y la muerte, la luz y la oscuridad. La palabra de Dios dice, qué todo lo qué sea unido bajó su poder, no lo separe ningún hombre, criatura y en este caso ni la muerte misma – saca una cuchilla de plata y nos mira. – Su unión será irrompible, pues hoy se unen por toda una eternidad y ni la Muerte misma podrá separarlos – me entrega la cuchilla y suelto la mano de Calia. – Por favor, Constantin. — Juro ser fiel, amarte con pasión, cuidarte y protegerte, estar a tu lado en las buenas y las malas, apoyarte y ser quien te fortalezca en momentos de debilidad, hoy yo, Constantin Gorman, te tomó a ti Calia, cómo mi esposa por toda la eternidad. Me hago el corte en la mano y cierro mi puño para qué la sangre no caiga, le entregó la daga a Calia y ella le da el ramo de rosas a Gabriel. Quisiera ver algo qué la haga dudar, pero sus manos no tiemblan cuando toma la cuchilla y la pone sobre su mano, me mira fijamente a los ojos y me deja plasmado en mi lugar. — Juro ser fiel, amarte con todo mi ser, cuidarte y protegerte, estar a tu lado en toda circunstancia, apoyarte y ser la torre fuerte en la qué busques refugio, hoy yo, Calia, te tomó a ti Constantin Gorman, cómo mi esposo por toda la eternidad. Se hace el corte y puedo ver un gesto de dolor, la sangre emana de su palma, tomó su mano y la junto con la mía, nuestra sangre se combina y mezclamos lo qué somos por la sangre. — Qué está unión no la separe ni hombre, ni dios, ni vida, ni muerte – dijo Gabriel tomando nuestras manos unidas. – Qué el poder de Dios los bendiga – sonrió. Sus ojos se iluminaron en un intenso dorado, los ojos de Calia hicieron lo mismo y yo sentí lo mismo, mis ojos azules estaban iluminados en un intenso azul, un fuerte temblor se sintió en la tierra, escuche el graznido de varios cuervos y todo acabo. Nuestras manos había dejado de sangrar, la herida estaba sanada y frente a nosotros había dos plumas, una de color dorado y otra negra, Gabriel las tomó y nos la dio. — La unión se ha hecho – nos miró. – Los anillos por favor. Saqué los anillos, tomé el más delgado y lo deslicé por el dedo de Calia, ella tomó el más grande y lo deslizó por mi dedo. Nos miramos, pude sentir la unión, era cómo un lazo qué estaba unido a ella, una conexión qué no iba a desaparecer. — Por el poder qué Dios me ha otorgado como el arcángel Gabriel, yo los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia. Sonreí y la miré, tenía una gran sonrisa, me acerqué y tomé su rostro, besando delicadamente sus labios. Era oficial, estábamos casados. — ¡El señor y la señora Gorman! ******************************************* Calia ¿Se puede morir de felicidad? Desde está mañana me siento tan feliz qué me duele la cara de tanto reír y sonreír. No puedo dejar de detallar a mi marido, lo alto qué es, cómo el mar en sus ojos se volvió más azules desde nuestra unión o cómo ahora el anillo en su dedo anular lo declara cómo mío. Constantin se gira, volviendo a atraparme mirándolo. Acaricia mi mentón y me sonríe. — Ven, te presentaré a mis padres – tomó su mano y me sonrió. Caminamos a dónde está Lucifer y Vonamok, entonces los veo, ella es alta casi de mi estatura, su cabello tan n***o cómo la noche con algunas canas y tiene el mismo iris azul. Él tiene su cabello más lleno de canas, es igual de alto qué Constantin y también tiene el iris azul, pero no con la misma intensidad qué Constantin. — Ángel, te presento a Warren y Juliet Gorman, mis padres – dijo Consatntin. – Mamá, papá ella es Calia, mi esposa. Juliet se acerca a mí y me abraza con fuerza, me río y la abrazó igual. Nunca tuve una mamá o una figura femenina con la qué estar. Se separa de mí y toma mi rostro, tiene una gran sonrisa, besa mis mejillas y vuelve a mirarme. — Eres hermosa, querida – dice mirándome. – Eres perfecta para mi hijo. — Gracias – digo con una sonrisa. — Bienvenida a la familia – dijo Warren dándome un corto abrazo y un besó en la mejilla. – No importa qué pase, tú ya eres una Gorman y eso te hace parte de la Muerte así qué nadie ni la misma Muerte puede llevarte. — Gracias – susurró. — Tenemos problemas – dijo Gabriel. – Tenemos a cuatro ángeles bajando del Cielo, vienen para acá. — ¿Qué hacemos? – digo mirándolo. — Nada – dijo Constantin. – No estamos haciendo nada malo y eres mi esposa, no tienen derecho a hacer nada. — Constantin tiene razón – dijo Lucifer. – Tranquila. Constantin me tomó de la cintura, estoy nerviosa pero con él a mi lado es cómo si supiera qué cualquier cosa que ocurra la podré solucionar sin importar nada. Entonces los veo, los cuatro ángeles aterrizan en el lugar dónde nos casamos, abrazo a Constantin por la cintura también, deben creerlo todo. Los cuatro ángeles vienen con las alas abiertas, no las ocultan ni nada, eso sólo demuestra qué no vienen en son de paz. — Calia, ángel de Dios, la más poderosa en todo el Cielo, has cometido un pecado grave… — ¿Qué pecado grave? – dijo Constantin. – ¿Enamorarse? ¿Casarse? Ustedes vienen a mi boda con la intención de una pelea, yo no quiero eso, no quiero arruinar el mejor día de mi puta vida, así qué guarden las espadas y larguense. — Hemos venido por Calia y el arcángel Gabriel quien también ha faltado al código, se han relacionado con el Diablo y eso está prohibido. — Soy uno de ustedes, recuerden qué Dios nunca me corto las alas – dijo Lucifer. Los ángeles no van a bajar las espadas, trago saliva, es momento de decidir de qué lado estoy y no es ni del Cielo ni del Infierno, sino del lado de mi marido. Me separo de él y me mira de inmediato. — ¿Qué haces? — Lo qué ellos quieren – me alejo de ellos y entonces hago algo qué no he hecho desde qué estoy en la tierra. Abro mis alas, son más grandes qué las de cualquier ángel, son doradas y miró a los ángeles qué han retrocedido, sacó mi espada y los miró. – Dale un mensaje a mi padre – me pongo detrás de ellos y en un sólo movimiento mató a tres de los cuatro ángeles. – Ya no soy de su propiedad, ¿entendido? — Eso sólo te suma los pecados que pagarás. Mataste a tus hermanos. — Y los seguiré matando sí vuelven a interrumpir mi gran día. El ángel asiente con la cabeza y se va, desapareciendo los cuerpos de los ángeles qué mate. Me dio la vuelta y todo el mundo me está mirando, mis hermanos y Caín tienen la boca abierta, y Constantin es el único qué se me acerca. Cuando está frente a mí observa todo con detenimiento e incluso mira mis alas con fascinación. — Eres toda una cajita de sorpresas, esposa – me sonríe. – Eres aún más hermosa así, en toda tu divinidad – se acerca y toma mi rostro dándome un beso diferente a los qué me ha dado, chupa y muerde mis labios. Es cómo sí quisiera consumirme en un besó. Siento mi corazón latiendo a mil, estoy jadeando y lo miró, tiene una sonrisa y una oscura mirada. Me gusta. – Ángel, no sabía qué eras posesiva. — ¿Qué? Entonces me dijo qué mis alas lo habían rodeado, teniendolo cerca de mí, acarició mi mentón y le sonrió, mis alas se vuelven a retraer y desaparecen por completo. — Perdón – sonrió nerviosa. — Me gusta – me tomó de la cintura y nos acerca de nuevo. – Nos vamos, es mejor alejarnos de aquí y empezar nuestra vida cómo mortales. — Está bien – dijo Lucifer sin dar pie a lo qué acaba de pasar. – Váyanse tranquilos, nos haremos cargo de todo. — Mi regalo de bodas – Gabriel chasquea los dedos frente a nosotros. – Ustedes siguen teniendo sus poderes, sigues siendo un ángel y tú un cuervo, pero ante el ojo de Dios y del resto del mundo sobrenatural son humanos, nadie sentirá su carga de poder, en especial de ti hermanita. — Gracias, va a ser muy efectivo – dijo Constantin. — Es mejor qué se vayan hijo, las aguas se han agitado y es mejor estar lejos cuando la tormenta ocurra. Abrace a Gabriel con fuerza, podía sentir qué dejaba parte de él en este abrazo. — Te quiero mucho ¿sí? Pase lo qué pase estoy de tu lado Calia – asiento con la cabeza. – Cuidate y cualquier cosa, sólo llama y estaré ahí. — Gracias Gabriel. — No te preocupes por nada, me haré cargo de todo, tú disfruta lo qué siempre has querido – dijo Lucifer. – Y se muy feliz. — Lo seré, te lo prometo – le sonrió y me abraza. Entonces me encuentro frente a Caín quien me ha tratado cómo su hija. – Estaré en contacto contigo Caín, te lo aseguro. — Ya lo sé, pero no puedo evitar no preocuparme, eres cómo mi hija – acaricia mi rostro. – Pero esto es lo mejor, además sé qué te dejó en buenas manos. — Gracias Caín, por todo y por enseñarme muchas cosas – lo miró. – Fuiste más mi padre, qué mi verdadero padre. Caín me abraza sin decir nada más, entonces me acercó a mi marido, la palabra me hace cosquillas en el vientre. — Constantin cuidara bien de ti – dijo Juliet. – Protege a los suyos y tú ahora eres su esposa, daría la vida por ti. Asiento con la cabeza, no sabiendo sí eso es bueno o malo. Miró a Constantin y está hablando con Lucifer y Gabriel. — Disfruta de todo – dijo Warren. – Vive tu vida y deja todo esto atrás, trata de mirar tu futuro en un mundo diferente. — Está bien, lo trataré – le sonrió. – Gracias por todo. Constantin viene a mí, lo siento tenso pero no digo nada, tomó su mano y nos dirigimos a la salida. Ojalá hubiera disfrutado más de este castillo. Pero será en otro momento, al final de cuentas, tenemos una eternidad por delante. — Todo está empacado, la ropa será tu menor problema pero aún así tienes una maleta – dijo Azzoth. – Cuidate mucho y los visitaré cuando pueda. — Gracias Azzoth – la abrazo. Constantin me abre la puerta del auto y entré, vi cómo se despedía de Azzoth, ella le decía algo y él asentía, subió y le ordenó al chofer qué condujera. Miraba todo el entorno, cuando sentí el brazo de Constantin rodearme por los hombros, lo mire y me sonrió. — Esto es un nuevo comienzo, ángel. Lo haremos juntos ¿sí? — Sí, juntos – le sonreí.
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