Lenin le había dicho a Eliot que fueran a comprar los libros en la librería Destino, pero el joven se negó rotundamente; le dijo que no le gustaba esa librería en lo absoluto, hasta le pidió que dejara de frecuentarla.
—No voy a hacer eso —se negó Lenin—. ¿Por qué te parece tan desagradable si es un buen lugar?
—No lo es, el chico que atiende en la primera planta es muy grosero.
—Sólo es un poco serio.
—¿Qué tanto has hablado con él? —inquirió el joven.
—No mucho, es demasiado serio —respondió Lenin.
La chica dejó salir un suspiro mientras viajaba en el autobús junto con su primo. Era como en los viejos tiempos, como si nada hubiese cambiado.
De pronto, el bus pasó por la logia y los ojos de Lenin se abrieron en gran manera. Quería bajarse en ese momento y poder ver con más detenimiento que sí era cierto, se trataba de la misma logia que intentó mostrarles a sus padres.
—Lenin, ¿sucede algo? Te ves muy pálida —dijo Eliot.
—Estoy bien —respondió Lenin.
Al llegar a la librería que quedaba en el centro de la ciudad, Lenin caminó por los largos pasillos leyendo los títulos de los lomos de los libros mientras esperaba a que su primo decidiera lo que iba a comprar.
A la joven le llamó la atención un libro abierto que se encontraba encima de una pila de libros sellados con sus respectivos forros de plástico. Lo tomó y revisó la portada.
“Iniciación para el Escritor del Destino” leyó. Volteó a ver si su primo estaba cerca de ella, pero no estaba a la vista.
Lenin comenzó a leer las primeras páginas y se impresionó en gran manera al encontrar algunas respuestas a las muchas preguntas que tenía merodeando en su cabeza.
“¿De quién es este libro?” se preguntó. Se notaba a simple vista que no era nuevo, estaba algo utilizado y algunos párrafos se encontraban resaltados.
El libro no era muy grande y la cartera que había traído consigo era lo suficientemente grande como para poder ocultar en su interior el libro. Necesitaba leerlo, saber lo que tanto ocultaba su primo, así que decidió robarlo.
Al llegar a casa, Lenin se encerró en su habitación cerrando la puerta con seguro y se sentó en la cama para leer el libro.
Devoró el libro en solo dos horas, prestó atención a cada párrafo y tomó nota de algunos para después investigar más a fondo.
Lo que el libro explicaba era que los Escritores del Destino eran un grupo secreto de personas que habían nacido con habilidades especiales y la más básica de ellas era materializar los pensamientos. Esto se podía realizar al momento que la persona escribía en un papel lo que deseaba ver y después de soplarlo con su aliento, el objeto se hacía realidad.
Los escritores estudiaban en una academia escondida de la humanidad y desde allí cumplían misiones para poder ayudar a las personas ordinarias. Los hombres por lo regular vestían con camisa blanca y pantalón n***o, las mujeres llevaban la misma gama de colores, pero cambiaba al llevar una falda. Aunque, a los de más alto rango los vestían con ropa totalmente de color n***o y llevaban una capa del mismo color.
—¿Será que Eliot pertenece a los Escritores del Destino? —se preguntó Lenin mientras mordía la uña de su dedo pulgar derecho.
Intentó buscar en internet acerca de aquella organización secreta, pero no encontró nada.
—Es obvio, al ser secreta es como si no existieran —se dijo.
Se tiró de espalda sobre la cama y dejó su mirada clavada en la nada mientras meditaba sobre aquella academia donde todos tenían habilidades especiales.
—¿Será algo así como los X-men? —soltó una carcajada—, qué genial… Mi primo tiene superpoderes.
Quería correr a preguntarle a su primo, pero, sabía que debía tenerlo como un secreto.
Lenin había llegado a la librería para conversar con Saymon, se habían hecho amigos y el joven era bueno escuchando.
Al entrar flechó con su mirada al aquel joven serio. Le parecía divertido el comérselo con la mirada cada vez que llegaba, además, para esa tercera vez que lo veía ya no se sentía intimidada.
—Buenas tardes, chico sin nombre —saludó al acercarse a él—. Dime, ¿Saymon trabaja hoy?
El joven alzó su mirada de un libro que leía en aquel momento y la observó perplejo, como si viera algo sumamente extraño.
—Oye, me habían comentado que no te gusta trabajar en la librería, pero cada vez que te veo estás leyendo. Eso es algo raro —Lenin notó aquella mirada extraña—, ¿qué sucede? ¿Tengo algo raro en la cara?
—¿Cómo puede ser posible que sigas con vida? —preguntó el joven.
—¿De qué hablas? —Lenin frunció el ceño.
—Yo escribí que morirías atropellada por un auto cuando cruzaras la avenida principal, ¿por qué sigues con vida?
Lenin no sabía el por qué aquel joven le dijo aquellas palabras, pero, si la idea era asustarla, lo estaba logrando.
—¿Qué te pasa?, ¿por qué me dices eso?, ¡estás demente! —la respiración de Lenin se agitó al sentir que un fuerte dolor en el pecho comenzó a torturarla.
Lenin llevó una mano a su pecho. El chico pudo observar que la joven traía consigo un libro de pasta negra escrito con letras blancas “Iniciación para el Escritor del Destino”.
—¿De dónde sacaste ese libro? —preguntó el chico.
Lenin se asustó cuando vio al joven acercarse a ella con un rostro bastante furioso y le arrancó de su mano el libro.
El dolor en el pecho de Lenin se detuvo y pudo respirar con más facilidad. No sabía el por qué pensaba aquello, pero presentía que era aquel joven quien le había producido aquel malestar.
—¿Quién eres? —indagó Lenin.
En aquel momento se abrió la puerta, y al Lenin voltear para ver, se encontró con la sorpresa de que se trataba de su primo y vestía con la misma ropa negra de antes, a excepción de que traía la capa en su espalda.
El rostro de Eliot se heló al ver a su prima frente a aquel joven que tenía en sus manos el libro n***o.
Eliot tomó a Lenin de un brazo y la obligó a quedar detrás de él.
—Lenin, ¿te hizo algo? —preguntó.
—¿Qué? —Lenin quedó confundida con la pregunta de su primo.
—Eliot, no te entrometas en mi trabajo —dijo el joven.
—Cayden, sabes perfectamente que ella es mi hermana —gruñó Eliot.
—¿Hermana? —inquirió Lenin en un susurro.
—Son órdenes del alto mando, estoy en medio de una misión —explicó el joven.
—Cayden, somos mejores amigos, ¿serías capaz de asesinar a mi hermana?
—Eliot, tú has traicionado a la academia al ocultar que tenías una hermana menor, además, le diste información clasificada de la academia —Cayden alzó el libro hasta la altura de sus hombros.
Eliot negó con la cabeza y su boca quedó entreabierta.
—Ese libro no es mío —replicó Eliot.
—Eliot, entrégame a la chica, no deseo pelear contigo —ordenó Cayden con su típica voz seria.
—Eliot, ¡¿qué está sucediendo?! —preguntó Lenin muerta del miedo.
—Claro que no te voy a entregar a mi hermana. —gruñó Eliot— Primero deberás matarme. Dime Cayden, ¿ya eres capaz de levantar al menos la espada hacia mí?
Cayden dejó salir un suspiro mientras cerraba por unos segundos los ojos.
—Eliot, la academia ya te descubrió. Violet en este momento ha sido cambiada de sección e interferiste al salvar a tu hermana. ¿Crees que tienes escapatoria? Sólo es cuestión de tiempo para que mueras.
—Eso no será posible si me ayudas, Cayden —Eliot habló con voz tranquila.
Lenin no estaba entendiendo nada, parecía como si hablaran en clave; aunque tenía claro algo, su vida y la de Eliot en ese momento corrían peligro.
—Vete, huye lejos. Pero recuerda algo —Cayden rodó la mirada hacia Lenin— esa joven que intentas salvar es la misma que te ha delatado y quien te arrancará la vida.
Cayden lanzó el libro hasta las manos de Eliot.
—Vete, debo entregar el informe a la academia —dijo Cayden mientras caminaba hasta el fondo de la librería.
Eliot volteó a ver a Lenin y la joven pudo observar sus ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué hiciste, Lenin? —le preguntó.
La vida se había estrellado en el rostro de Lenin. Ella no sabía qué pensar y mucho menos qué decir, sólo estaba ahí, observando cómo sus padres discutían con Eliot y lo llamaban “hijo”.
—Podemos hacer algo, tranquilo —dijo su padre.
—¿Qué? ¿Qué podemos hacer? —inquirió Eliot mientras encaraba al hombre.
—Escaparemos a la sección ocho, —opinó la madre de la joven— allí la academia no tiene poder y podremos cambiar nuestras identidades, comenzar una nueva vida.
—Mamá, eso es casi imposible —replicó Eliot—. La sección ocho está al otro lado del mundo y es muy peligroso vivir allí, el experimento 0151 es liderado allí. Si algo sale mal en aquel lugar moriremos achicharrados.
El cuerpo de Lenin comenzó a temblar y se abrazó a sí misma mientras permanecía sentada en el mueble marrón estilo antiguo de la sala.
—Lenin, ¿te sientes mal? —preguntó Eliot acercándose a ella.
—Yo… no entiendo por qué los llamas padres y… por qué ese chico casi me mata. Además, me trajiste a la casa teletransportándome, ¡¿cómo rayos hiciste eso?!
Lenin soltó el llanto con fuerza y cubrió su rostro con sus manos.
—¿Por qué debemos mudarnos?, ¿de qué están hablando?, ¿quién nos quieren matar? —preguntaba la joven con desespero mientras se mecía en su puesto con el rostro cubierto con sus manos.
Ella sintió que la abrazaron y comenzaron a acariciar su espalda suavemente.
—Lenin, tranquila, todo estará bien —escuchó la apacible voz de su madre.
—Hija, perdona por haberte ocultado la verdad todo este tiempo, pero lo hacíamos para protegerte y que tuvieras la vida ordinaria que no pudimos darle a Eliot —dijo su padre.
Lenin alzó la mirada y observó a sus padres fijamente con su rostro humedecido por las lágrimas.
—Eliot es tu hermano mayor —confesó su madre—. Él pertenece a una academia llamada Escritores del Destino. Estuvimos ocultándote de esa gente todos estos años y Eliot nos ayudaba desde adentro de la academia a eliminar cualquier rastro de ti que los hiciera sospechar sobre tu existencia. Sería una gran desgracia que ellos te reclutaran y experimentaran contigo.
La voz de la señora se quebró al pronunciar las últimas palabras y cubrió su boca con sus manos.
—Mamá, tranquila, —dijo Eliot mientras abrazaba a la mujer— no le harán ningún daño a Lenin, tranquila.