Lenin tragó en seco y sus mejillas se ruborizaron en gran manera. Su mente no podía verse durmiendo al lado de Cayden. Se le hacía muy extraño y a la vez incómodo. —¿Por qué vamos a dormir juntos? —inquirió. Aunque, después se arrepintió por hacer la pregunta. —Necesitas de la energía de un cuerpo que esté evolucionado y estable, de lo contrario, mañana no podrás moverte por el dolor y los ruidos en tu cabeza. —Cierto, eso me sucedió en la mañana. Para la joven era casi imposible mantener una conversación con Cayden. El joven sólo respondía a sus preguntas de manera concisa y un tanto cortante. Pasaron unos largos minutos donde Lenin intentó concentrarse en su libro. Se recostó en su cama y poco a poco el sueño la fue atrapando hasta cerrar por completo sus ojos. Sin embargo, un