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La cena de Noche Vieja, como era tradición, la pasamos en la casa grande con mi madre, todos reunidos, pero no es un momento muy agradable, ya que la señora Calista, siempre es haciendo exigencias de alta etiqueta no solo a nosotros, sus hijos, sino que también a los pequeños. Cosa que, tanto a mi hermana, como a mí, nos incomoda mucho, porque es su forma extraña y cero cariñosa, de demostrar que alguien le interesa.
Comemos temprano, ya que los pequeños están cansados, así que antes de la medianoche, ellos ya se encuentran dormidos en la habitación de Briseida, mientras que mi hermana, mamá y yo, nos quedamos tomando unos vinos y conversando sobre lo que habíamos conocido en el crucero, solo que el tema Laureen, estaba vetado.
Después de conversar un poco, decido que es hora de volver al apartamento con Elena, así que subo a recogerla y cuando le tengo a la vista, no puedo evitar mirarla y sentir un amor demasiado intenso.
Cada vez que veo la manilla en la muñeca de mi hija, mi pecho se aprieta porque no sé qué estará haciendo Laureen, además, que Joe en estos pocos días, no ha logrado conseguir ninguna información de ella…
—¿Puedo ir con ustedes? —pregunta Elián, sacándome de mis pensamientos.
—¿No te quieres quedar con la abuela y tu mami? —le pregunto a mi pequeño sobrino y él niega con la cabeza.
—La abuela me regaña mucho —dice y simplemente le consiento su cabeza con cariño, ya que entiendo por lo que está pasando, porque nosotros también lo vivimos.
—Claro que sí puedes ir con nosotros, pero primero toca pedirle permiso a tu mamá —le contesto y ambos pequeños se emocionan.
En eso llega mi hermana, así que Elián corre hacia ella y empieza a pedirle permiso para irse con nosotros al apartamento, a lo que ella no se negó y asintió frustrada.
—Briseida, ya es hora de irse de acá —le digo serio y ella asiente, pero tuerce la boca.
—Lo sé… mamá no es nada fácil, aunque estar acá me ha servido un poco —contesta.
—Sí, pero no es justo que Elián pase por lo mismo que tuvimos que pasar nosotros… Míralo —hago una pausa—, otra vez se está retrayendo —le digo susurrando y sus ojos se llenan de lágrimas, por lo que la agarro de los hombros y la atraigo hacia mí, para abrazarla.
—Voy a necesitar que me ayudes para buscar un lugar no tan grande, pero acogedor para nosotros dos —me pide decidida y yo asiento, al tiempo que le dejo un beso en la coronilla.
Estando Elena y Elián juntos, durante los primeros días del año, la tristeza de ambos se evaporaba casi por completo, lo que era un alivio para mí y así podía intentar concentrarme un poco más en la empresa.
(…)
—¡Un mes y medio! ¡¿Cómo es posible que pasara un mes y no se sepa nada de ella?! —pregunto frustrado —. Es como si no existiera… Te dije que no importaba lo que costara —le digo a Joe. Me mira y niega.
—Te dije que sería complicado teniendo solamente esa foto y muy poca información demasiado genérica de ella —me dice serio —. ¿Sabes cuántas Laureen hay Londres? Y ¿cuántas han salido de orfanatos? —me pregunta con obviedad. Bufo y me siento en la silla de mi escritorio.
—Joe, por favor, necesito que la encuentres…
Después de hablar un rato más, mi hermana entra a mi oficina en la empresa y la cara de angustia que trae, hace que Joe se levante de la silla y se despida rápidamente.
—Pronto te llamaré con información —dice antes de salir y yo asiento.
—¿A ti qué te pasa? —le pregunto a mi hermana.
—Olvidé por completo la casa de Roma y me acaba de llegar una notificación —dice al tiempo que me extiende un papel.
Empiezo a leer y la notificación es porque la casa tiene deudas de servicios públicos, impuestos, adicionalmente tiene algunos daños estructurales que deben ser reparados y el tema más delicado, es el daño en la tubería, que está dañando la casa del lado y eso sí se puede convertir en un problema delicado, donde no se solucione pronto y los vecinos pongan una denuncia.
—Tienes que solucionar pronto todo esto. ¿Cómo lo piensas hacer? —le pregunto y la veo dudar un poco.
—La verdad, no me interesa tener esa casa allá… Solamente es para problemas, entonces pensaba viajar y solucionar todo directamente, pero ¿mi hijo? Lógicamente no me lo voy a llevar a una casa en obra, donde no le podré prestar atención y además están prontos a entrar a estudiar —explica y suelta un suspiro pesado.
—Creo que sí es lo mejor y a Elián lo puedes dejar con nosotros —ofrezco y sus facciones se tranquilizan un poco.
—¿En serio? —pregunta con timidez y yo volteo los ojos.
—Sí, sabes que Elián y Elena juntos, son felices y pues está Kathe, que los adora y consiente en todo —le respondo.
—A mamá no le gustará la idea —comenta y yo hago una mueca.
—A mamá no le gusta nada —digo seguro y ella se ríe suave —. Además, siempre está la opción de decirle que no se queda con ella para que no la incomode y pueda hacer sus cosas… Cosa que es cierta, hasta un punto —asiente—, porque sabes que a Elián no le gusta quedarse con la abuela —. Asiente dándome la razón, por lo que doy por cerrado el tema.
—¿Sabes que eres el mejor hermano del mundo? —me pregunta y me empiezo a reír. Le hago una seña para que se acerque a mí y la abrazo con fuerza.
—Y tú eres la mejor hermana, así me regañes como si yo fuera Elián —le digo y ella suelta una carcajada.
—Oye… ¿Sabes algo de Laureen? —pregunta mirándome a los ojos. Aprieto mi mandíbula y niego —. Elián la nombra algunas noches y, aunque no lo dice, se nota que la extraña.
—Mejor no hablemos de eso, que siento que me muero sin saber de ella… además mi hija hasta le ha pedido a su mamá en el cielo, para que la cuide —le digo y suelto el aire. Briseida hace un puchero.
—Has hecho un buen trabajo criando esa princesa —. Pone su mano sobre mi hombro y lo presiona.
—Gracias…
Briseida logra organizar todo lo de su viaje a Roma en una semana, así que trae a Elián a al apartamento con nosotros e inmediatamente ambos pequeños empiezan a ser consentidos por Kathe, quien siempre los atiende emocionada.
Al momento de la despedida, fue mi hermana la que terminó llorando al despedirse de su hijo, mientras que él agitaba su mano y sonreía, al tiempo, que ella avanzaba por el pasillo hasta el avión.
Voy saliendo con ambos pequeños, del aeropuerto. Elton nos espera en el auto de la familia y en el preciso momento en que abro la puerta para subir, mi celular empieza a sonar, así que lo saco de mi bolsillo y veo el nombre de “Joe” en la pantalla.
—¡Te tengo buenas noticias! —grita apenas contesto la llamada.
—¿La encontraste? —pregunto emocionado.
—Sí y no… —comenta, por lo que hago un sonido al no entender a lo que se refiere —. Su nombre es Laureen Foster y viajó a Barcelona hace unos días —me informa.
—¿Y…? ¿Sabes en qué parte de Barcelona está? ¿A qué fue? —pregunto insistente.
—Ya no está en Barcelona, pero gracias a eso fue que logré localizarla y porque tengo contactos en los aeropuertos, quienes me ayudan a buscar a otro tipo de persona —se ríe suave.
—Si no está en Barcelona, entonces ¿en dónde se encuentra ahora? —le pregunto serio, porque no quiero escucharle sobre los narcos a los que ha atrapado, sino quiero saber de Laureen.
—Volvió a Londres, pero en esa ciudad es como si se tratara de un fantasma —dice con frustración —. Te juro, que ni siquiera un narco me ha dado tanto trabajo y dificultades para encontrarlo —. Me río con ironía al escucharle la comparación que hace.
—Hasta hace un momento, había llegado a pensar, que ella es una alucinación que no se quiere borrar de mi mente, pero gracias por averiguar así sea su nombre —le digo y hace un sonido afirmativo.
—Solo espero que sí sea una buena mujer y todo esto valga la pena, porque hay tanto misterio a su alrededor, que perfectamente podría ser una delincuente y vive escondiéndose —comenta Joe.
—Hey, es de las mejores mujeres que puede haber en el planeta, así que no hagas esos comentarios de ella —le advierto serio.
—Relájate, que solo fue una broma… Mejor te dejo y seguiré en la búsqueda —se despide y terminamos la llamada.
Últimamente, hasta yo me cansaba de mi actitud amargada por momentos, pero no lo podía controlar… Todo lo que tenía que ver con Laureen me tiene con la cabeza hecha un desastre, entonces cuando algo agradable pasa, así mismo es mi genio, pero en segundos cambia al sentir la frustración de no saber de ella, ni poderla encontrar.
[Briseida]
Es la primera vez que me separo de Elián por un tiempo indefinido, lo que hace que sienta un vacío en el pecho, sin embargo, sé que estando con Bastian y Elena, estará bien, tranquilo y contento, a diferencia de como lo estaría con la abuela… Definitivamente, Bastian tiene razón con eso de irme de la casa de mamá, por lo que una vez vuelva a Atenas, me pondré en la tarea de buscar un lugar al cual irnos, además, ya estoy cansada de permanecer en casa, pendiente de todo lo que los empleados deben hacer… Estando casada, habíamos llegado al acuerdo con Basil, de que yo sería ama de casa, pero ahora debo ser cabeza de hogar y en Styl hay un lugar para mí.
Bajo del avión y me dirijo rápidamente a alquilar un auto, no solamente en el cual movilizarme, durante el tiempo en que esté en la ciudad, sino que me ayude para cargar las cosas que se necesiten al arreglar la casa.
A esta casa de Roma solamente había venido dos veces en todo el tiempo que estuve casada, así que debo recurrir a un mapa para poderme ubicar bien dentro de la ciudad.
Llego a una parte apartada del centro convulsionado de la ciudad, las calles son antiguas, en piedra, al igual que las casas y camino hasta el final del callejón, ya que mi casa es la última.
Empiezo a ver algunos plásticos cubriendo lo que eran ventanas sobre las puertas de madera de la entrada, algunas macetas tienen colgando plantas verdes y llenas de flores, las cuales se ven muy bonitas sobre la sencilla fachada con techo de teja en barro.
Me quedo quieta frente a la puerta, intentando tomar el valor necesario para entrar y ver cómo está todo por dentro. De repente se abre la puerta de la casa del lado, la cual se separa apenas unos dos metros en una línea perpendicular a la mía.
—¿Busca a los dueños? No pierda el tiempo, porque no han venido en todo el tiempo que llevo viviendo a su lado —comenta un hombre y al voltear para verlo, sus ojos grises con mirada intensa y cejas gruesas me dejan sin aliento.
—Perdón… Yo soy la dueña —contesto y le extiendo la mano para saludarlo.
—Franco de Santis —dice al estrechar con decisión, mi mano.
—Briseida de Vlachos, perdón… Makris —me corrijo, no sé porqué.
—¿Divorciada? —pregunta coqueto y niego.
—Viuda —contesto y su sonrisa se desaparece.
—Lo siento mucho.
—Gracias… —Los dos nos quedamos uno frente al otro, sin decir nada, pero me siento extraña, un poco cohibida —. Bueno, permiso… Iré a revisar como están las cosas acá —digo, señalo la casa y voy directo a abrirla rápidamente, para alejarme de él.
—Te acompaño… Así te puedo mostrar en dónde está el daño de la tubería —comenta y me guiña un ojo.
[Bastian]
Briseida ya lleva más de una semana en Roma, arreglando todo lo de la casa para poderla vender y todavía no sabe cuánto tiempo se va a demorar, ya que al parecer tenía varios arreglos por hacer. Debido a eso, mi horario en la oficina lo había pasado solamente a las mañanas, ya que quería estar con los pequeños durante las tardes y noches, ya que Elián estaba empezando a extrañar en exceso a su mamá y el llanto estaba siendo más frecuente, por lo que esta noche estamos los tres viendo una película infantil, cuando recibo un mensaje de Joe, el cual pone mi corazón a latir de forma apresurada.
Joe: ¡La encontré! Laureen está en Atenas, llegó ayer a la ciudad y se está quedando en el Hotel Royal Olympic.
Bastian: Sas efcharistó (Gracias).
Estoy que salgo corriendo a buscarla, pero no puedo dejar a los niños solos, así que, con la mayor ansiedad del mundo, debo esperar hasta mañana, para ir por ella y darle un abrazo tan fuerte, que me haga sentir que la angustia, el estrés y la incertidumbre de estos meses, se desaparece por completo.
La noche se me hizo eterna y lo peor fue tener que ir a la oficina antes de hacer cualquier cosa, ya que había un documento importante que debía firmar, para un nuevo contrato de telas y me recuerdan que ese día llega la nueva Directora del Departamento de Mercadeo y Publicidad, sin embargo, no tengo cabeza para conocer a nadie, sino que quiero ir por Laureen, así que me dirijo a la oficina de Recursos Humanos para pedirle a Ceasar que se encargue de todo.
Abro la puerta, pensando que estaba solo y quedo paralizado al verla ahí sentada.
—Laureen… —digo en un susurro y mi corazón late como si se fuera a salir de mi pecho.
—Presidente, permítame presentarle a la nueva Directora de Publicidad —dice Ceasar.
—¿Pre presidente? —tartamudea Laureen, sin quitarme su mirada de encima.
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