Mi novia

2553 Words
○○◘◘••♥♥••◘◘○○ —Por favor, continúen y cuando terminen, por favor la espero en mi oficina —es lo único que se me ocurre ante lo conmocionado que me encuentro, además, que primero quiero hablar con ella. Me doy la vuelta rápidamente y salgo de la misma forma en la que entré. Mi corazón martilla muy rápido en mi pecho y mis manos sudan. «Eso me tomó desprevenido», pienso, mientras camino a toda velocidad hacia mi oficina, ya que estoy seguro de que, si me quedo en el pasillo, les doy un espectáculo a mis trabajadores. Entro a mi oficina y me siento en mi silla, pero me levanto de inmediato, porque estoy tan ansioso, que no me puedo quedar quieto. Empiezo a caminar de un lado al otro de mi oficina y si el suelo no fuera de cerámica, sino de tierra, ya habría hecho un largo hueco. [Laureen] Siento que me falta el aire al ver a Bastian junto a la puerta y aún más cuando escucho que él es el presidente de Styl. No entiendo bien qué es lo que está pasando o qué broma me está jugando el destino, pero tengo tanto miedo, como curiosidad de saber qué más pasará. El señor Ceasar me dice algunas cosas más, pero lamento no poderle prestar atención, ya que la mirada de sorpresa de Bastian, no se me borra de mente, además de que intento descifrarla… «No sé si está feliz de verme, preocupado porque estoy acá, ¿sabía que yo me presenté a Styl?», son tantas cosas las que pasan por mi cabeza en estos momentos, que no sé qué haré cuando salga por esta puerta. —Bueno, señorita Foster. Esto ha sido todo por el momento, el jefe la espera en su oficina, así que, si desea, con gusto la acompaño —me dice Ceasar, muy amable y yo niego. —No es necesario que me acompañe. Solamente indíqueme el camino y yo llego —respondo, ya que no quiero que mis nervios me jueguen una mala pasada. Camino por el pasillo lentamente, mientras aprovecho para calmar mis nervios, de hecho, si en este momento pudiera llamar a Jacob a contarle que Bastian otra vez está en mi vida y que es imposible huir de él, no dudaría en agarrar mi teléfono y llamarlo directamente a Londres, pero eso tendrá que esperar… Llego frente a la puerta de la oficina de Bastian y antes de atreverme a golpear, empiezo a respirar profundo varias veces. Necesito mantenerme calmada, que no se note lo que he sufrido lejos de él en estos meses y lo más importante, que no se vaya a enterar del embarazo que perdí, por nada del mundo. Toc, toc… [Bastian] No sé cuánto tiempo ha pasado desde que salí de la oficina de Recursos Humanos, pero parece una eternidad, por lo que me asomo a la puerta y la veo girando por el corredor. Cierro esperando que no me haya visto y corro a sentarme nuevamente, intentando disimular lo nervioso que estoy. Laureen golpea a la puerta y tras respirar profundamente le pido que entre. —Buenos días… jefe —dice al saludarme y me río. —Por favor, no me llames así —le pido y ella sonríe —. Sigue —. Le señalo el asiento y ella camina con sus manos unidas, en un claro indicio de nervios. —¿Cómo has estado? ¿Cómo está Elena? —me pregunta intentando hacer tema. —Elena ha estado bien… Tu regalo no se lo quita en ningún momento —le comento y ella sonríe. —Yo tampoco dejo su regalo —dice y saca el pequeño peluche de flamingo de entre su bolso. Me quedo callado y mis ojos están fijos en sus azules luceros… Extrañaba tanto verlos, que ahora que la tengo al frente, un nudo se arma en mi garganta y no sé ni cómo decir todo lo que ha pasado por mi cabeza en estos meses. —Perdón… —susurro y su ceño se frunce un poco. —¿Por qué me pides perdón? No entiendo… — Hace una pausa y me mira atenta. —Porque mentí por mucho tiempo… —digo sin encontrar las palabras indicadas y trago saliva. —¿Mentir? Hablas claro o voy a empezar a imaginarme quién sabe qué cosas, Bastian —dice seria —. ¿Tú sabías que yo me había presentado a este cargo? —¿Qué? ¡No! Te juro que para mí fue una sorpresa verte en la oficina de Ceasar —respondo rápidamente —. ¿Tú sabías que esta es mi empresa? —inquiero y ella niega. —No… También fue una sorpresa para mí —. Sacude un poco su cabeza —. Deja de dar vueltas y dime en qué me mentiste —ordena y se está empezando a poner de mal genio, por lo que me levanto lentamente de la silla, camino hacia ella y me agacho hasta quedar al mismo nivel. —Bastian —susurra. Pongo mis manos sobre las suyas. —No duermo bien desde el 27 de diciembre, porque hay una chica rubia y hermosa, que se tuvo que ir sin despedirse y a la que tuve miedo de decirle lo que me hacía sentir —le digo mirándola fijamente a los ojos, esos que están muy abiertos y llenándose de lágrimas. —¿Qué te hacía sentir? —pregunta en voz baja. —Me haces sentir que puedo volverme a enamorar y me di cuenta de que mi miedo a enamorarme y poderte perder como perdí a mi esposa, es más manejable, que la angustia de estos meses sin saber de ti —contesto y la veo morder sus labios, como si intentara controlar el llanto. —No entiendo, porque no me buscaste… ni un mensaje de Feliz Año o contarme cómo está la pequeña —dice confundida. —Tu número lo perdí ese día en el aeropuerto, cuando no nos despedimos y te he buscado todos los días… hasta contraté un detective privado —digo un poco avergonzado y bajo la mirada. —¿Un detective? —repite y se ríe con ternura, por lo que vuelvo a subir mi mirada y unas gruesas lágrimas empiezan a caer de sus ojos. —No quiero volverme a alejar de ti, pero entenderé si tú no deseas lo mismo… —le digo con una sonrisa leve en mis labios —. Al menos me he quitado una gran carga de encima al decir finalmente esto… Tú para mí eres algo mucho más allá de unas vacaciones—. Suelto el aire en un suspiro profundo. —¿Es real? —pregunta sin contener el llanto, por lo que limpio sus mejillas con mis pulgares y asiento con la cabeza. [Laureen] No puedo creer lo que acabo de escuchar… Llevo más de dos meses pensando que Bastian al volver a Grecia, había seguido con su vida, una vida en la que no había cabida para mí, pero ahora con lo que puedo llamar la confesión más importante de mi vida, me doy cuenta de que ambos sentimos algo muy fuerte por el otro y por miedo no lo dijimos. —Yo creí que no me querías en tu vida —le digo y me abraza contra su pecho. —Te quiero en mi vida y en la de mi hija —contesta. Me alejo un poco de su pecho y sonrío al tiempo que muerdo mi labio inferior —. Elena todos los días pide por ti y te extraña demasiado. —Quiero verla… —le pido. —La verás, pero primero tengo que hacer una cosa o me voy a morir —contesta y lo miro, confundida. Bastian no dice nada más, sino que con sus manos acuna mis mejillas y une sus labios con los míos, en el beso más tierno, dulce y cargado de amor, que jamás había recibido y al que correspondo de la misma forma. —¿Qué sientes por mí? —pregunta cuando nos separamos. Yo me siento un poco avergonzada, por lo que me sonrojo un poco y él sonríe al tiempo que me consiente suave. —Yo… Los amo —hago una pausa y me río al ver la confusión en su rostro —, a ti y a Elena —digo completando la frase y la sonrisa que se marca en su rostro, ilumina mi vida. —Yo hasta hace unos minutos, solo sabía, que me confundes y que eres importante para mí, pero ahora teniéndote en mis brazos, ya puedo decir completamente seguro, que tú te ganaste mi corazón y que te amo —contesta e inmediatamente suelto un sollozo, ya que me encuentro demasiado emocionada. Nuevamente me abraza con fuerza y yo apoyo mi cabeza en su pecho, aprovechando para sentir su olor. Esas palabras acaban de agarrar mi corazón y han unido todos esos pedazos que estaban sueltos… Nunca pensé que algo así me fuera a suceder y mucho menos que él también se hubiera enamorado de mí, pero acá me encuentro siendo el ser más feliz del planeta. —¿Quieres salir de acá? —me pregunta y yo asiento. —Vamos a ver a mi princesa —digo emocionada y él sonríe. —Vas a ver a tu princesa y al pirata, porque ambos están en mi casa —responde. «¿Para estar acá, me hiciste pasar por tantas cosas en poco tiempo?», le pregunto mentalmente a la vida, al destino o a Dios. «Espero que esta sea tu forma de reivindicarte conmigo, porque no creo que merezca tantas tristezas». Salimos de la oficina de Bastian y me toma de la mano, sin importarle que alguien nos vea. Me sonrojo cuando pasamos por el lado de la secretaria del piso y sus ojos bien abiertos se fijan en nosotros dos. —Julie, me voy desde ya y no estaré disponible para nadie en todo el día —dice Bastian, sin detenerse a nada más. —Sí, señor Makris —contesta la mujer y hace un asentimiento. —Ah, y si Ceasar pregunta por la señorita Foster, la nueva Directora de Mercadeo y Publicidad, le dices que está conmigo y mañana empezará sus labores —. Le doy una sonrisa incómoda a la mujer, que no deja de mirarme extrañada. Entramos al ascensor y bajamos al sótano, en donde Bastian le quita el seguro a una camioneta Peugeot de color azul eléctrico. Lo miro, ya que no es el auto que normalmente uno le vería a alguien con tanto dinero y parece que él me lee la mente, así que se ríe. —Soy padre y tío —dice como si fuera la mejor explicación —. Es bueno movilizarse por su cuenta y no estar dependiendo de Joe o Claus —dice y aclara antes de preguntarle algo —, los conductores de confianza. Claus es de Styl y Elton es el de la familia. —A Claus lo conocí… Fue quien me recogió a mi llegada y me llevó al hotel —le comento. —Todavía no puedo creer que estés acá —comenta emocionado y besa el dorso de mi mano. —Yo no puedo creer que seas mi jefe —comento risueña y él se ríe. —Ahora sí podré cumplir varias fantasías que tengo —dice con picardía y me guiña un ojo. —¡Oye! —le grito y suelta una carcajada al verme sonrojar. Todo el camino hasta su apartamento, se la pasa contándome algunas cosas que han pasado en estos meses, como que, Elena habla con su mamá y le pide por mí, Briseida tuvo que viajar, Elián me extraña, la forma en la que me buscó cuando volvió a Atenas y ya cuando me estaba poniendo muy melancólica, cambió el tema a cosas de la empresa, así podía irme enterando de cómo son las cosas en Styl. Me emociono demasiado cuando llegamos a la puerta de su lujosos apartamento. Mis piernas tiemblan, al igual que mis manos, por lo que él me aprieta con firmeza. —Señor Makris, señorita —dice una mujer un poco mayor que yo, pero con una bonita sonrisa —. Adelante. —Hola, Kathe. Te presento a Laureen Foster —dice él y la mujer se tapa la boca con las manos. —¿Esa Laureen? —pregunta y los miro confundida. —La misma —confirma él y la mujer se lanza a abrazarme. —Qué vergüenza —se disculpa al soltarme rápidamente. Bastian se ríe suave. —Tranquila, pero me pueden explicar ¿qué sucede? —les digo a ambos. —Elena no hace más que hablar de usted —me dice ella —. No me imagino como se pondrá cuando la vea —comenta emocionada. —¿Están en la habitación? —le pregunta Bastian y ella asiente —. Gracias —. Me vuelve a tomar de la mano y no me da ni siquiera tiempo de mirar a mi alrededor, cuando ya me está arrastrando hacia la habitación de la que salen risas y gritos. —¡Niños! ¡Les traje algo! —dice Bastian, con fuerza y se escucha como se mueven hacia la puerta. Una vez esta se abre y ambos salen al pasillo, pegan un grito y corren hacia mí. Los recibo con los brazos abiertos y mientras los abrazo con fuerza, escucho que suena el timbre, por lo que Bastian se nos deja a los tres. —Madre, Damián ¿qué hacen acá? —escucho que pregunta Bastian. —¿No puedo venir a ver a mi hijo y nietos? —responde indignada —. Además, pasé con tu primo a la oficina y nos dijeron que acababas de salir, así que vine directamente. Me acerco hacia la sala, en donde se escuchan sus voces y cuando llego, una bella mujer, de aproximadamente sesenta años, me mira de arriba abajo con detenimiento. —Madre, te presento a mi novia, Laureen Foster —dice Bastian. Mis ojos se abren de par en par, al igual que los de la mujer. —¿Novia? —repite ella y él asiente —. Calista Makris —me dice y extiende su mano para como señal de saludo —. ¿Eres de los Foster de la petrolera? —me pregunta y niego. —No, señora. No tengo familia y mi apellido me lo dieron en un orfanato —le contesto seria y no sé de dónde saqué fuerzas para hacerlo, pero algo que odio es la gente que mira a los demás con desprecio. —¡Oh! —es todo lo que dice, antes de irse a ver a sus nietos, con quienes dura muy poco. [Calista] —¿Qué podría estar buscando una huérfana sin nada, en un hombre multimillonario, exitoso y atractivo como mi hijo?... Nada bueno, te lo aseguro. Yo misma me encargaré de que esa relación no prospere y tú me vas a ayudar —le digo a mi sobrino, Damián, apenas salimos del apartamento de Bastian y él asiente. ○○◘◘••♥♥••◘◘○○
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