Para ser un hombre que me odia, Demián Kourand pasa mucho tiempo pensando en mi seguridad. Respiro profundamente al tiempo que él acaricia mi mejilla – tu piel siempre es fría, no deberías dormir en el suelo. Sabe que no puedo comer condimentos, que uso aretes largos, que no tengo piedad ni compasión y que mi piel es fría, en comparación con eso, yo sé muy poco de él y quisiera que no fuera así, quisiera hacerle mil preguntas, pero se supone que nada debe interesarme. – Te resfriarás. – Ya cállate, eres muy quejumbroso para ser un guardaespaldas, si tanto te molestan mis costumbres, puedes ir con la trenzada, apuesto a que a ella está más acostumbrada a una cama. Se incorpora para mirarme – ¿Roy? No sabía su nombre. – ¡Estás celosa! ¡Mierda!, solo quería saber un poco sobre él sin