Aranza. Media hora después, decido que esto ya fue suficiente tortura por hoy, no voy a seguir viendo cómo esos dos se miran de manera coqueta y cómo las manos de ese estúpido_Alphita se mete por debajo de la mesa para tocar los muslos de la cucaracha humana, suspiro profundamente para no sacar mi lado_asesino, porque sí que lo tengo, de los hermanos, yo soy la que no tiene paciencia. Ni falta hace que lo digas. Tú silencio y al fondo. — Vámonos. Digo llamando la atención de Iker, este deja a un lado su teléfono y ladea la cabeza entrecerrando sus ojos en mí. — Algo te hizo enojar. Dice sonriendo ligeramente de lado, pongo mis ojos en blanco porque él no lo preguntó, sino que lo afirmó y bien que tiene razón, pero, no tengo por qué decirlo. — Nos vamos, te dije. — Ok, pero, bá