Aranza.
Miro hacia un lado mientras veo la mirada seria de Xander encima de mí, se acerca unos pasos quedando frente a mí, ha pasado unas semanas desde que estuve cuidando de los padres de Adara, ellos regresaron a Estados Unidos, pero, yo me quedé en Italia llamando la atención de mi hermano quien indudablemente acudió a mí y me está mirando molesto por algo que le dije.
No es buena idea.
Es buena idea, ya verás.
Está pensando que estamos locas, te lo puedo asegurar.
Será mejor.
— ¿No piensas decir nada?
Pregunta sin una pizca de gracia, elevo la mirada mirándolo con una valentía que en realidad no siento, pero, debo aparentarlo para que no le tiemble el pulso.
— No sé qué es lo que quieres que te diga, me cansé.
Respondo encogiéndome de hombros, veo cómo aprieta la mandíbula, no era lo que él esperaba que yo le dijera.
Por supuesto que no.
Cállate, necesito concentrarme.
Reprendo a Aila y esta decide inteligentemente quedarse callada para que pueda continuar con mi plan, Xander me mira fijamente.
— No te atrevas a llevarme la contraria, Aranza.
— ¿O sino qué?, anda, dime, ¿qué vas a hacer?
Lo desafío elevando una de mis cejas, se acerca amenazante tomando uno de mis brazos con un poco de fuerza, entrecierra sus ojos en mí, me está analizando.
— No sigas, sé que tienes algo en mente.
— Lo que tengo en mente es ir a la manada de Ryan y reclamar lo que es mío.
— ¡Es un_niño! No puedes ir, no es el momento.
Se exalta, me duele un poco que estemos teniendo esta discusión, pero, es necesario, me remojo los labios mirándolo desafiante.
— Mira quién lo dice, el que está cerca de mi túa cantante como si nada mientras yo debo esconderme detrás de las sombras, no pues, qué bonito.
Digo sarcástica librándome de su agarre en mi brazo, me alejo unos pasos, pero, al segundo lo tengo frente a mí de nuevo, sus ojos destellan en color rojo intenso y luego a un color blanco que conozco perfectamente y me hace tragar saliva.
— Aranza.
Dice en advertencia, le sostengo la mirada sin decir nada.
— No me hagas hacer lo que no quiero.
— ¿Qué cosa?
— Lanzarte el encantamiento de sueño.
Amenaza apretando levemente la mandíbula, como no nota sorpresa en mi expresión, abre ligeramente sus ojos entendiendo mi punto.
— Eso es lo que quieres, ¿cierto?
Dice con leve aturdimiento, no se esperaba para nada esto, lo entiendo, pero, él no sabe lo que es vivir en solitario ya que, ha estado rodeado de las primas Alves durante mucho tiempo, mientras yo, he estado recorriendo el mundo.
No seas injusta, claro que lo sabe.
La diferencia ahora es que…
Te estás comportando como una niñita, pero, supongo que debo coincidir en el hecho de que estaremos mejor durmiendo hasta que nuestra pareja tenga suficiente edad.
¿Ves?
— No sé de qué hablas, Alexander.
Digo haciéndome la desentendida del tema.
— No mientas, Aranza, como no quieres esperar todos los años adecuados, quieres tomar el camino fácil y sabes que solo yo podría lanzarte ese encantamiento para evitar que hagas estupideces.
Dice enojándose más en cada palabra que menciona, no respondo, porque después de todo, tiene razón, es exactamente lo que quiero y como él todavía no encuentra a su túa cantante, tiene la suficiente fuerza para hacerlo.
No le respondo, mi hermano pierde la paciencia, me toma del brazo y con la otra mano toma mi mentón para que lo mire fijamente, sus ojos destellan en rojo.
— Vas a dormir un rato.
Dice soltando mi mentón para darme un fuerte golpe en la nuca haciendo que vea todo n***o, espero despertar y que hayan pasado varios años.
********** **********
Despierto un poco desorientada mirando alrededor, estoy en una… habitación si se puede llamar así, un tanto_oscura, estoy sentada en una silla, amarrada con una soga que no me deja moverme y no porque no tenga fuerza, sino porque está hechizada, la puerta se abre dejándolo pasar, como tiene la misma ropa pongo mis ojos en blanco, no hizo el bendito encantamiento.
— ¿Qué fecha es?
Pregunto mirándolo con prepotencia, su expresión suave pasa a una fastidiada, no es fácil ser el hermano mayor, eh, se detiene a unos metros de mí mientras cruza sus brazos.
— Solo pasaron unas horas.
Responde y pongo los ojos en blanco de nuevo.
— ¿Dónde estoy?
— En una de mis casas.
Responde, bajo la mirada unos segundos, hago una mueca, creo que debo portarme como una_perra para lograr lo que quiero.
— ¿Qué harás ahora?, ¿mantenerme como una prisionera?
Pregunto mirándolo de nuevo con una sonrisa ladeada mientras me muevo dejando ver que las cuerdas sí cumplen la función de retenerme. Niega con la cabeza, se acerca poniéndose en cuclillas y me mira fijamente.
— Ara, recapacita, el encantamiento no es algo que querrías para ti.
— Alex…
— Entiendo que tus poderes también se estén yendo por el nacimiento de tu otra mitad y que lo quieras tener cerca, pero, no es momento.
Me interrumpe, esa parte es cierta, Atenea nos había dicho en su momento, que, cuando naciera la persona destinada a nosotros, o nosotros a ellos en realidad, los poderes que nos otorgó en el momento del pacto, se irían debilitando hasta no tenerlas, pues la idea es que no usemos la magia para tener ventaja sobre su descendencia quien debe escogernos por voluntad propia o dejarnos morir_como vampiros normales.
— Vivo lejos de él.
Replico tratando de volver al plan inicial, yo no quiero verlo crecer, no me quiero imaginar verlo cerca de otra_mugrosa_niña aunque sea inocentemente, no, no quiero.
— Si lo vieras todo el día sería una tortura para ti.
— Lo que pasa es que estás celoso, Alexander, admítelo.
— Celoso… ¿de qué o por qué?
— De que yo haya encontrado primero a mi pareja, porque seamos sinceros, soy menor que tú y he cuidado menos descendencia de la familia Alves, y mírame, ya tengo a mi túa cantante mientras tú solo estás de niñero_como siempre.
Digo con la intención de herirlo, su mirada dolida me hace sentir levemente culpable, pero, como él es como yo, en un segundo, sus ojos vuelven a demostrar solo seriedad, lo noto tragar saliva antes de levantarse de nuevo.
— Te quedarás allí hasta que recapacites.
— No pasará.
— Volveré en unas horas.
Dice saliendo del lugar, bufo molesta conmigo, quizás fui un poco lejos con el comentario, pero, quiero que me lance ese encantamiento.
********** **********
Varios días después sigo aquí, encerrada y amarrada, mi querido hermano se ha propuesto hacerme cambiar de opinión dejándome sin comida, llevo un total de ocho días sin comer nada ni beber sangre, cada vez que paso saliva siento mi garganta cada vez más seca, esto apesta.
¿Y si aceptamos sus términos?
Eso no pasará.
Antes de que mi lado vampírico me responda, la puerta se abre dejando pasar a Alexander, me dedico a mirar el suelo mientras él se acerca unos pasos más.
— ¿Ya cambiaste de opinión?
Pregunta con cautela, no le respondo ni tampoco lo miro, escucho su suspiro cansado, sé que debe sentirse culpable por tenerme así, pero, no le he dejado fácil.
— Aranza… hermana.
Me llama, se pone de cuclillas y levanta mi mentón para que lo mire, me ve con leve tristeza esperando a que recapacite de esta idea.
— ¿Podrías entenderme? No quiero hacerte dormir por años, ¿por qué mejor no aprovechas para viajar por el mundo mientras yo cuido de tu pareja?
Pregunta conciliador, solo miro sus ojos sin decir nada, mi querido hermano no es malo, por eso no es capaz de mandarme a la_mierda cuando lo merezco, sonrío de lado, solo me queda hacer una cosa que lo obligue a hechizarme y eso es…
— Ara…
Lo interrumpo cabeceando su frente, él cae al suelo viéndome con sorpresa, forcejeo con todas mis fuerzas librándome del amarre, me levanto yendo directo a golpearlo, solo que es más rápido y me esquiva, en una de esas, logro echarlo al suelo guiando mi mano a su pecho, él me mira con incredulidad, entonces siento su mano en mi muñeca, me neutraliza en el suelo y me mira con sus ojos de color rojo.
— Suficiente, Aranza.
— Vete a la_mierda.
Escupo forcejeando con él, lo veo arrugar el entrecejo y apretar la mandíbula, ladea la cabeza sin perderme de vista.
— Lo quieres, lo tendrás… dormi augurium, diu dormias et evigila in decem annis, omnes vires tuas repetentes
Recita en latín haciendo que mi cuerpo pierda todas las fuerzas de repente, mis ojos comienzan a pesarme, sonrío con debilidad, lo miro como puedo a esos ojos azules.
— Gracias.
Susurro cerrando los ojos para perderme en un gran sueño.